Alexis de Tocqueville escribía: “Yo no temo al sufragio universal, pues la verdad es que la gente votará como se le diga…”. Identificar la democracia con las elecciones periódicas es una falacia: hay elecciones donde prevalecen regímenes totalitarios, como también en los democráticos.
No es que los electores sean idiotas o de mentes cerradas, el problema radica en que no son ciudadanos en el sentido estricto de la palabra: son convocados a votar cada cuatro, seis…años para elegir “sus” representantes, en algunos casos seleccionados por los partidos políticos, (por las directivas o por los militantes, mediante las primarias), y en otros, por los empresarios, que financian las respectivas campañas.
El voto del elector puede ser obligatorio o voluntario: en el primero hay menos abstención por miedo a la multa y, en el segundo, más abstención.
En ningún sistema electoral se contabiliza el voto blanco como rechazo al modelo político hegemónico. Suponiendo que se dieran más votos blancos que inválidos, no se anularía la elección así no fuera representativa por el rechazo en la urnas .
En la mayoría de las elecciones, incluidas las presidenciales, con el sistema de voto voluntario se ha comprobado que los ciudadanos se abstienen entre 50 y 60% (es muy difícil precisar el motivo de la abstención); en el caso del voto obligatorio, la abstención puede llegar del 20% al 25%.
El supuesto de que el voto es libre, secreto e informado es tan falso como el artículo 1º de la Declaración de los Derechos Humanos “Los hombres nacen y se desarrollan iguales ante la ley”. (Con razón, Robespierre se reía ante tal falacia en una época en que existía la esclavitud; hoy, los esclavos modernos son los cesantes, los ancianos, los inmigrantes y los pueblos originarios).
Un alto porcentaje de los electores se pueden considerar analfabetos políticos, otro no se interesa en los asuntos de la cosa pública, y un tercer porcentaje es comprado por los candidatos y los empresarios.
Toda campaña electoral cuesta dinero y, para favorecer la “supuesta Igualdad” entre los postulantes a cargos de elección popular el Estado financia, en parte, las campañas, pero este aporte es insuficiente y, al final, los más pobres no pueden postular así lo amerite.
En la democracia representativa el ciudadano delega todo el poder al representante, y no puede cambiar esa decisión durante el período para el cual fue elegido. En pocos países existe el referéndum revocatorio de iniciativa popular, que permita reafirmar o exonerar del cargo para el cual fue elegido el representante, (hay sólo diez países que incluyen en su Constitución el referéndum popular).
En gran parte de los siglos XIX y XX el sufragio se restringió por dinero, sexo, edad…, por ejemplo, a fines del siglo XVIII, había ciudadanos activos y pasivos, (los primeros votan, los segundos, no); después se aprobó el sufragio masculino, a partir de los 25 años, y se amplió a los hombres, cumplidos los 21 años. En los años 40 del siglo XX, el sufragio se extendió a las mujeres; en las últimas décadas del XX (a partir de los años 40) y principios del XXI, a los mayores de 18 años; actualmente, algunos países proponen ampliarlo a partir de los 16 años de edad.
La ampliación del sufragio universal no siempre significó la hegemonía de las clases más numerosas: lo fue en Chile, (1964-1973), hoy, por el contrario, en nuestro país y en el resto del mundo, a causa de la abstención y del analfabetismo político, la ampliación del sufragio favorece a la derecha.
La igualdad en la representación no es sinónimo de sufragio universal, pues los sistemas electorales están pensados de tal manera que permitan distorsionar la relación entre sufragios y sillones. En consecuencia todos los sistemas electorales, en mayor o menor medida, distorsionan la voluntad popular (favoreciendo el bipartidismo sufragio mayoritario o el multipartidismo sistema d Dont.)
En muchos casos, debido a la abstención, los votos blancos y nulos, quien ocupa un sillón apenas representa el 0,5% de los electores de su distrito, lo que hace dudar de su legitimidad y representatividad. En Chile se dio el caso de un regidor – actualmente se llama concejal – que fue elegido con un solo voto, pues tal vez apenas su voto personal.
En el sistema proporcional, antes el hecho de encabezar la lista ya aseguraba la elección; hoy, el remanente de un candidato de alta votación permite elegir diputados con bajo porcentaje de representatividad. En Estados Unidos ganó por votos de Estados claves, aún perdiendo la elección popular.
El sufragio ha permitido llevar al poder a dictadores y hasta emperadores, (Hitler y Napoleón III, respectivamente).
El pensador francés Etiene Chouard, basado en el ejemplo de la democracia griega, propone que los cargos, que antes emanaban de la soberanía popular, hoy sean sorteados, pues garantizaría la igualdad en el acceso a los cargos públicos.
En muchos países existe una mezcla entre métodos de democracia directa y representativa, es decir, incluye en su sistema la modalidad de plebiscitos, referendos revocatorios, iniciativa popular de ley, y otros. Algunos de estos caminos de democracia directa son convocados por el Presidente de la República y del Congreso y los ciudadanos y también convocados por los ciudadanos con un número establecido de firmas ( 1 ,2 3 % de los Inscritos).
En el caso de Francia, por ejemplo, el Art. 3 de la Constitución de 1958 incluye el referéndum sobre la base de iniciativa presidencial y/o un alto quórum parlamentario, además de un número de 600 mil firmas de ciudadanos, es decir, es posible convocar a referéndum con un acuerdo parlamento-ciudadanía ( ha sido imposible de conseguir).
Durante la V República se han celebrado nueve referendos, la mayoría en el período de gobierno del general Charles De Gaulle. Los cuatro más notables: el que instauró la V República; el que impuso la elección por voto directo para el cargo de Presidente de la República; el que reconoció la independencia de Argelia y, el último, el referido a las Regiones de Francia, que provocó la renuncia del general De Gaulle por haber perdido el plebiscito.
Un Presidente, con un mínimo de moral y de dignidad debe renunciar al perder un referéndum, así alguna pregunta no se refiera directamente a la revocación de mandatos
La reforma propuesta por los “chalecos amarillos” supondría agregar al Art. III de la Constitución la iniciativa ciudadana del referéndum, una vez reunido el número determinado de firmas, independiente de los poderes del Estado, es decir, esta modalidad sería regulada por un órgano independiente de los poderes públicos.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
14/12/2018