Con motivo de mi artículo “¡Llegó el Circo!” publicado en El Clarín hace meses, he recibido una carta de quienes pertenecen a cierta Agrupación Circense de Chile. La publico in extenso, por tratarse de la legítima defensa del gremio, que los cobija desde 1907.
Señor periodista.
Como agrupación gremial, que congrega a artistas y afines al circo de todo Chile, quisiéramos puntualizar lo siguiente: El circo que se ha instalado en la Moneda desde marzo de 2018, no nos representa y carece de toda legitimidad. Quizá haya adherido a una organización clandestina, que se preocupa de aglutinar a payasos sin formación, a equilibristas que se caen a la pista y al domador de fieras, que utiliza leones castrados. Se trata de una comparsa sin experiencia circense, que ya actuó de 2010—2014, sin ofrecer espectáculos de calidad, entonces y ahora. Este circo puede participar en eventos donde les plazca, por ejemplo, en el Club de Golf o en una cena de la SOFOFA. Sin embargo, contraviene en forma grosera nuestros estatutos, que nos rige desde hace dos siglos. Hasta la fecha, sus actuaciones han sido de evidente mediocridad, donde impera la chapucería. Hace meses, apareció un caballero que dijo ser ex integrante del circo de La Moneda, y por razones de presiones exógenas, lo habían arrojado a la calle y deseaba incorporarse a nuestro gremio. Le solicitamos documentos que acreditaran si alguna vez actuó en otro circo, y dijo que siendo niñito, había participado en una obrita de teatro en el colegio.
Nosotros le explicamos que su experiencia nos parecía insuficiente, remota, amateur y que regresara un tiempo después a inscribirse, si realizaba estudios de actuación o lo designaban candidato a la presidencia. Se retiró acongojado. A la semana, apareció otro caballero cejijunto, poseedor de mirada aviesa de lechuza que asusta en la noche, aunque haya luna llena, también integrante del circo de La Moneda. Anunció poseer dotes de ilusionista y ante la sorpresa de quienes estábamos en la reunión, hizo desaparecer una corchetera que permanecía encima de la mesa. Quedamos boquiabiertos. De inmediato percibimos que poseía talento de su especialidad y nos rendimos ante sus aptitudes de mago. Cuando nos recomendó que pusiéramos nuestros exiguos haberes en Argentina, porque somos un gremio pobre, e íbamos a duplicar el capital en semanas, nos asaltó la legítima duda. Seremos artistas de circo, pero no huevones. O si se quiere, porque el término puede ofender la castidad de la cursilería de la Moneda, tontos de capirote. Por colegas que viven allende los Andes, sabemos de la debacle que se ha desatado en Argentina. Bien podía este ilusionista, hacer desaparecer nuestro dinerillo, como lo hizo con la corchetera.
Se retiró malhumorado, sin antes habernos dicho que nosotros sí sabíamos de circos, pero nada de finanzas. A la semana llegó a inscribirse el hombre bala. El tipo era campechano y se jactaba de ser amigo de banqueros y de haber sido lanzado en paracaídas desde el Cerro Manquehue hasta la Moneda. Refirió: “Caí en el Patio de los Naranjos, a los pies del dueño del circo, quien me ungió de inmediato, como jefe del comando Jungla.
Quizá el más divertido de estos postulantes, señor periodista, era un caballero bajito, barrigón, en cuya rostro de prodigiosas filigranas, que semejan grietas de sequía, se apreciaba al artista de verdad. Quien sabe hacer gestos, entre muecas y tic, lo cual debe estimarse promisorio, si aspira a ser payaso. Se llevó una solicitud y hasta el día de hoy, ni luces de él.
También apareció un caballero que expuso ser escritor, no escribidor como usted, y anunció que aspiraba a escribir los discursos del dueño del circo. Mostró libros de su autoría, obras inéditas, tratados de cómo hablar en público, diplomas de la Universidad de Chicago y ofreció asesorarnos, si se nos ocurría publicar libros.
Señor periodista; como directiva de nuestra dos veces centenaria institución, donde se destacaron payasos de la notoriedad de “Chalupa”, “Chicharrita” y “Caluga”, nos sentimos consternados, al observar cómo este circo de oportunistas diletantes, que actúa en La Moneda, mañana tarde y noche, desprestigia nuestro gremio. Nos inquieta, que a causa del desorden de la administración, huyan en estampida los chimpancés, los perritos amaestrados, y los elefantes, terminen por quebrar las cristalerías de la zona. Nosotros como gremio, estaríamos decididos a ofrecer funciones gratuitas a través de Chile, siempre que este circo de inútiles, mentirosos y sinvergüenzas, deje de actuar y reconozca su ineptitud.
Al final del texto, hay tres firmas y un timbre.