El asesinato del comunero Camilo Catrillanca por el Comando Jungla de Carabineros – creado con bombos y platillos por el gobierno empresarial de Piñera – revela la incapacidad del Estado chileno, y en el pasado reciente de la Concertación-Nueva Mayoría, para reconocer las demandas históricas del pueblo mapuche. Se han negado sistemáticamente a hacerlo pues detrás de la élite política hegemónica están los pesados intereses de los poderosos grupos capitalistas-extractivos que dominan la política chilena posdictadura. No basta hoy con la renuncia de un par de generales. Es necesario un giro movilizador decisivo.
Cabe resaltar que con el asesinato de este comunero, el plan araucanía empresarial liderado por el ministro Moreno demuestra su ineficacia total pues las grandes reivindicaciones del pueblo mapuche en formas de soberanía territorial, autonomía política y cultural no son consideradas.
En las circunstancias actuales y en su contexto de pérdida de legitimidad de todas las instituciones del Estado chileno la paciencia del pueblo mapuche ante la militarización de sus comunidades es notable. Los dirigentes mapuche más activos saben que cuentan con la legitimidad internacional de su lucha. Con este asesinato y montaje policial se ha sobrepasado la tolerancia de los límites a la brutalidad espontánea del Estado (si se montan dispositivos para practicar el terrorismo de Estado, éstos tarde o temprano se activan). El paralelismo procedimental entre el garrote (comando jungla) y la zanahoria (plan Moreno) no ha hecho más que exacerbar el conflicto entre el Estado y la nación mapuche. A los ciudadanos chilenos nos cabe hoy demostrar por todos los medios la solidaridad con las reivindicaciones de las organizaciones mapuche, y entre ellas con la más legítima, la CAM.
Escrito por Leopoldo Lavin Mujica