Noviembre 23, 2024

Juan Emilio Cheyre condenado a tres años de libertad vigilada: el rey de la hipocresía

Tuvieron que  pasar 45 años después del golpe de Estado para que la justicia condenara en carácter de encubridor al ex Comandante en Jefe del Ejército, durante el gobierno de Ricardo Lagos Escobar, Juan Emilio Cheyre Espinoza.

 

 

La valentía y la acuciosidad del Ministro Mario Carroza quien, en primera instancia, encausó a Cheyre como cómplice del asesinato de 15 personas en el paso de la Caravana de la Muerte, dirigida por Sergio Arellano Stark, (fue ex edecán de Eduardo Frei Montalva y, cuyo del mismo nombre, militaba en las filas de la Democracia Cristiana), a quien Augusto Pinochet había asignado como delegado con el objeto de recorrer el país, en el helicóptero Puma, y fusilar sumariamente a  dirigentes connotados de la Unidad Popular, previamente detenidos en las distintas cárceles de provincia.

 

Para los encargados de los diferentes regimientos, equivalía a la presencia del mismo Pinochet, por consiguiente, sus órdenes deberían ser acatadas sin discusión.

 

En la comitiva que acompañaba a Arellano estaban Marcelo Morel Brito, Armando Fernández Larios, Sergio Arredondo, Pedro Espinoza, (mes tarde, subjefe de la CNI) y muchos otros.

 

El director del regimiento Arica, de La Serena, era el general Ariosto Lapostol, hoy condenado a 15 años de prisión como autor del asesinato de 15 personas, fusilados sin ningún juicio, ni siquiera sumaria, en las afueras de la Serena.

 

El libro de la periodista Patricia Verdugo, Los zarpazos del Puma, un éxito editorial en su época por la osadía de revelar en esa época los detalles de los crímenes cometidos por Sergio Arellano y su comitiva, narra con detalles la sevicia contra las victimas indemnes, cometida por Arellano y sus secuaces.

 

En la época en que Lapostol era jefe del regimiento Arica, en La Serena, su asistente era el joven teniente Juan Emilio Cheyre, un soldado de plena confianza de su jefe.

 

 

Juan Emilio Cheyre es el rey de la hipocresía, cobardía y doble estándar, (calificativos muy merecidos para los militares chilenos que ocuparon el país y apoyaron siempre a Pinochet): cuando era Comandante en Jefe, nombrado por Ricardo Lagos “en honor a sus méritos”, logró mostrar una cara de militar democrático y un académico de calidad y de un hombre tan empapado de los procedimientos democráticos que llegó a ocupar el cargo de miembro del Directorio del Servicio Electoral, (SERVEL). En la Universidad Católica, en su calidad profesor, dirigió, nada menos, que un postgrado.

 

La Concertación le tenía tal confianza que siempre lo presentaban como el prototipo de un general culto, inteligente, humanista y, sobre todo, democrático. Durante su mandato como general en Jefe del Ejército llegó a pronunciar la frase “Nunca Más” e, incluso, pidió perdón en nombre del ejército por las violaciones a los derechos humanos.

 

Los Organismos de Derechos Humanos, afortunadamente, no le tenían confianza a este general mosquita muerta y, con razón, no le creían a las supuestas políticas de la Concertación sobre derechos humanos. Ya habían tenido la pésima experiencia durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle quien, entre otros desaciertos, cuando se negó a recibir siempre a las directivas de los detenidos desparecidos.

 

El famoso “diálogo cívico-militar”, promovido por el entonces Presidente, Ricardo Lagos, más allá de los gestos corteses y de las floridas palabras, no logró romper el pacto de silencio entre los militares, que hasta la fecha, continúa vigente, y el objetivo de conocer el destino de los detenidos desaparecidos terminó frustrado.

 

Nicolás Barrantes, uno de los fusilados en La Serena, declaró ante los medios de comunicación haber sido torturado por el entonces teniente Juan Emilio Cheyre, a quien le reconoció por su inconfundible voz.

 

 

 

 

Dentro de los 15 fusilados se encontraba el famoso director de orquestas  juveniles de la Serena, profesor Jorge  Peña Hen, muy admirado por la comunidad serenense.

 

Juan Emilio Cheyre niega haber tenido alguna relación con estos asesinatos, incluso, sostiene que el 16 o octubre de 1973 él cumplía trabajos administrativos e ignoraba, por tanto, los crímenes que se cometían en el regimiento, así como las órdenes de su jefe directo, Ariosto Lapostol, sobre estos fusilamientos.

 

Hasta hoy, Juan Emilio Cheyre se declara inocente y, a través de su abogado, uno de los mejores penalistas, Jorge   Boffil, apelará del fallo emitido por el juez Mario Carroza. En una entrevista por la televisión niega haber cometido cualquier abuso contra los derechos humanos.

 

Los generales en jefe del ejército que han sucedido a Pinochet no se han lucido precisamente por su probidad: junto a Cheyre está en manos de la justicia el caso de Juan Manuel Fuente-Alba, acusado de enriquecimiento ilícito, caso al que hay que agregar el del MilicoGate, Viajes-gate y otros más, que han significado fraudes sucesivos al fisco por miles de millones de pesos.

 

El nuevo general en jefe de ejército, Ricardo Martínez, tiene opiniones condenatorias hacia Pinochet por no haber asumido la responsabilidad del mando, más bien hacer responsable ante la justicia a sus subordinados, pues el ejército debe ser, ante todo, patrimonio de todos los chilenos y no de Pinochet y sus secuaces. El nuevo Comandante en Jefe, parece que esta vez ha tomado en serio su tarea y ha llamado a retiro a 21 generales, hecho inédito en la historia reciente, (el único antecedente conocido es de Carlos Ibáñez del Campo, que también decía, cuando le pedían un puesto, “a este no, pues ya tocó camioneta”).

 

A mi modo de ver, el talón de Aquiles de los gobiernos de la Concertación ha sido el de los derechos humanos – como le decía don Genaro Prieto a mi abuelo Gumucio, en 1924 –  “Don Rafael, usted no conoce a los militares, pues como es cojo de nacimiento, no hizo la guardia, (Servicio Militar, en esa época), pues cuando se toman el poder, no lo sueltan más”-.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas, (El Viejo)

11/11/2018

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