Los que critican el asilo sostienen básicamente:
El asilo se da a una persona que mató a Jaime Guzmán siendo ya Senador de un Chile que vivía en democracia y, además, se otorga desconociendo el Estado de Derecho del país.
Veamos:
La muerte se produce el año 1991, con Pinochet en la comandancia en jefe, con senadores designados, con los civiles colaboracionistas y militares desconociendo las violaciones a los DDHH, con boinazos y ejercicios de enlace, con el peor criminal de lesa humanidad de la historia de Chile, Manuel Contreras, caminando libre (quizás solo opacado en su miseria humana por el General Cornelio Saavedra).
¿Era esa una democracia?
¿Había Estado de Derecho en Chile?
Claramente la respuesta es NO
Terminada la Segunda Guerra Mundial los judíos (ahora israelíes) planificaron y efectuaron la muerte de varios criminales Nazis (algunos civiles).
¿Debiera la humanidad perseguir y encarcelar a esos israelitas?
En mi opinión no, esos no son asesinatos, son ajusticiamientos con los que podemos o no estar de acuerdo, pero claramente su connotación es diferente. De igual manera Jaime Guzmán fue ajusticiado por miembros del FPMR Autónomo.
Podemos estar o no de acuerdo con la muerte como legítima sanción, podemos también juzgar el hecho por sus premisas y consecuencias políticas, pero claramente no fue terrorismo, no fue una violación de los DDHH, y no fue un asesinato como cualquier otro.
Fue un acto de guerra realizado por un grupo armado que combatia una dictadura en tiempos en los que con claridad NO imperaba el Estado de Derecho en Chile.
Palma no sería entregado a Chile para su juzgamiento, eso ya se produjo en los inicios de los 90 en un Chile claramente no democrático y con tribunales no independientes que aún 10 años después fueron incapaces de condenar a Pinochet.
Por eso se le da el asilo.
Juan Pablo Elgueta, Coordinador del FA de Ñuñoa*