El presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, dijo ayer que si su homólogo estadunidense, Donald Trump, se empeña en retirar a su país del acuerdo que limita las armas nucleares de alcance intermedio, no quedará nada en materia de restricción de armamentos
, lo cual provocará una situación extremadamente peligrosa
que dará paso a una nueva carrera armamentista entre ambas potencias atómicas.
Cabe recordar que el sábado pasado el mandatario republicano amenazó con rescindir el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio –firmado en 1987 por Mijaíl Gorbachov y Ronald Reagan en el contexto de la política de distensión que caracterizó ese periodo– con el pretexto de que Rusia lo ha estado violando durante muchos años
. Para mayor agravio, el anuncio fue formulado en momentos en que el asesor de Seguridad Nacional de Trump se encontraba en Moscú para acordar con el canciller Sergéi Lavrov un segundo encuentro cumbre entre los jefes de Estado de ambas naciones.
Funcionarios rusos han dicho que el anuncio es uno más de los chantajes
a los que, efectivamente, suele recurrir el presidente estadunidense, ya sea para presionar a sus interlocutores extranjeros o para desviar la atención de escenarios políticos internos que le resultan desfavorables. En este caso, es claro que Trump, a quien se atribuye el haber llegado a la Casa Blanca con ayuda de una presunta injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016, necesita mostrar distancia ante Moscú. Lo grave es que el desbocado mandatario suele confundir la distancia con la beligerancia.
Por otra parte, no debe ignorarse que con la misma frecuencia el magnate pasa de las palabras provocadoras a provocaciones de hecho, extremadamente peligrosas en el contexto de los equilibrios geoestratégicos mundiales, los cuales pasan actualmente por una fase de especial fragilidad.
Ciertamente, aunque la carrera armamentista entre Washington y Moscú se redujo en forma significativa tras el derrumbe de la Unión Soviética, no ha dejado de existir, y sería erróneo culpar sólo a una de las partes por la persistencia de ese indeseable y riesgoso duelo. Pero hasta ahora los desarrollos cualitativos de tecnología bélica que han realizado ambas partes en los pasados 17 años han ocurrido aprovechando ambigüedades o límites poco claros de los acuerdos de desarme, reducción y limitación de nuevos armamentos. En este contexto, el anuncio de Trump de desconocer un tratado de limitación de armas nucleares no sólo favorece una nueva escalada armamentista, sino que representa un paso más en la violación de la legalidad internacional.
La proliferación de arsenales atómicos de alcance intermedio resultaría particularmente grave para el continente europeo, que es donde fueron desplegados en el pasado los artefactos correspondientes. Si bien un incremento de las armas atómicas es una perspectiva indeseable para todos las naciones del mundo, incluidas las superpotencias nucleares, en caso de que ese escenario llegara a concretarse, los gobiernos del viejo continente se verían casi inexorablemente obligados a participar en su despliegue y emplazamiento. Cabe preguntarse si los gobernantes europeos tendrán la prestancia requerida para exigir a su incómodo aliado estadunidense que no los embarque en semejante disparate.