Diciembre 26, 2024

44 millones por viajar a dedo

Ahora, gentiles lectoras y lectores de El Clarín, que leen mis crónicas semanales —y mejor sería si no lo hicieran— quiero comentar una novela de viajes a dedo, titulada “Andanzas y malandanzas de un militar” de la editorial Zascandil. El autor, ex general de ejército que utiliza de seudónimo un sonoro apellido anglosajón, escribió sus peripecias y experiencias de porfiado andarín. Cualquiera experimenta la necesidad de referir viajes, historias, anécdotas, prodigiosas hazañas, llevadas a cabo debido al espíritu andariego, que todos poseemos. Nadie se resiste a quedar callado después de viajar infinidad de veces, alrededor del orbe. Como en su oportunidad lo hicieron novelistas amantes de la aventura, del talento y calidad de Julio Verne, Mark Twain, Emilio Salgari y el cuentista Jorge Kattán, cuyas historias de don Macario Cárcamo, son ejemplos de este género literario.

 

 

El autor que utiliza el seudónimo de Very Scoundrel,  protagonista de este libro de viajes, con rasgos de novela, inicia su periplo narrativo a partir de Santiago de Chile y nos refiere, paso a paso acerca de sus andanzas por el mundo. Dueño de un estilo cargado de versatilidad, e innegable talento narrativo, nos entrega en cada página, prodigiosas aventuras y hazañas que superan a don Quijote de la Mancha. Detallista en pasajes memorables, como si usara el pincel de Leonardo o Rembrandt, el general realiza certeros análisis en profundidad, cuando viaja a Washington, donde conoce a infinidad de personajes, lugares y se esmera en describir, sin dejar nada al albur, entregando una visión cosmopolita de los hechos. A veces uno cree estar donde Scoundrel permanece, debido a la magia de su pluma. Visita museos, galerías de arte; se introduce en barrios segregados donde es complejo ingresar, pero un narrador de su envergadura, no puede prescindir de observar cada detalle con ojos de lince, aunque bizquea. En algo nos recuerda al escritor Vicente Blasco Ibáñez, en la descripción que hace de las ciudades y países, en su monumental obra, la “Vuelta al mundo de un novelista”. 

 

Después, Very Scoundrel, acompañado de su esposa, nos conduce a Milán, donde se maravilla al contemplar la catedral gótica en la cual comulga, se confiesa y logra observar de cerca “La última cena” de Leonardo, en el convento Santa María. Se traslada enseguida a París, donde vive el poeta chileno Luis del Río, que tuvo que exiliarse, acusado de escribir poesía, durante la dictadura. Scoundrel nada dice sobre el tema, al enfrentarse a varios exiliados, porque en aquella época era demasiado pequeño. De ahí, siempre en compañía de su esposa, viaja a Venecia en tren y las descripciones que realiza de los embrujados canales, puentes, de la atmósfera de la ciudad, encantan al lector. Un torbellino de imágenes destinadas a engolosinar y enamorarse de los parajes. Casi iguala en calidad a lo narrado en “La muerte en Venecia” de Thomas Mann, novela que ustedes, lectores y lectoras, deben leer. “Se la recomendamos, sobre todo a quienes no la han leído”, como escribió un pendolista en El Mercurio. De ahí, se dirigen a Berna, donde vivió el pintor Paul Klee y nuestro autor militar se detiene en los museos, donde se exhibe la obra de este genio de la plástica y la enaltece. “Cuando uno se enfrenta a “El beso” —dice Scoundrel utilizando palabras de honda sinceridad— cree estar besando a la protagonista y dan deseos de robarse el cuadro”. Justa declaración de principios. Cualquiera experimenta semejante debilidad humana, movido por el éxtasis de la indebida apropiación.

 

Very Scoundrel, posee natural talento de narrador, artista de un estilo diáfano, ajeno al rebuscamiento. Se esmera en el uso de un lenguaje ajustado, a veces exquisito. Sin caer en el vicio y la pedantería, que tanto seduce a los autores de estas latitudes, al creerse héroes y realizar gestas a la usanza de don Pedro Urdemales, revestidas de mentiras, sin siquiera haber salido a pasear a la plaza. Celebramos la publicación y el premio de 44 millones y algo más, que le otorgó por unanimidad, el Ministerio de las Culturas a Very Scoundrel, autor de esta necesaria obra, que engrandece la literatura de Chile, tan ajena a novelas de viajes, lo cual le permite al general en retiro, adquirir en la comuna de la Reina, una humilde casita destinada a vivir en tranquilidad su condición de jubilado. Donde no dudamos, proseguirá con sus devociones y afanes en narrar hazañas y gestas, para deleite del lector. Se ha sabido, que son otros colegas tan viajeros como él, que también quieren escribir odiseas sobre este mismo asunto, pues disponen de material en abundancia y no desean pasar al olvido.     

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