Estudiantes se defienden de la salvaje y consue tudinaria violencia que las Fuerzas Especiales de Carabineros acostumbran en contra de estudiantes que protestan y estalla el escándalo. Y la diputada Camilo Vallejo, exdirigente estudiantil, ataca de inmediato, pero a los estudiantes: “Condenamos absolutamente los hechos de violencia contra Carabineros en INBA por grupo de estudiantes”.
Su gesto recuerda eso de la condena de la violencia venga de donde venga de aquellos que veían por igual, la ejercida por el aparato de las Fuerzas Armadas y el pueblo usando su legítimo derecho a defenderse durante la dictadura. Porque, digámoslo, en este país hubo una dictadura.
Como si esas violencias se pudieran comparar en poderío, medios y odios.
Como si no supiera la diputa el rol de guardianes de los poderosos que siguen teniendo y perfeccionando Carabineros y las Fuerzas Armadas. Como si no supiera que el origen de la violencia radica en un orden despiadado en su injusticia y desigualdad.
Los estudiantes no hacen más que defenderse.
El Instituto de Derechos Humanos ha denunciado la ocurrencia de 91 casos en que Carabineros, ejercieron torturas en contra de personas en el último tiempo.
A esa misma institución le preocupa que sean tan bajos los porcentajes de sanciones en esos casos, ya que la gran mayoría ni siquiera llega a una sentencia.
Amnistía Internacional, para quien solo parece que existe Venezuela y Nicaragua, ha incitado en reprobar los métodos violentos ejercidos por el cuerpo policía en contra de estudiantes a quienes se violan todos sus derechos, son manoseadas las mujeres, vejados los hombres, humillados, golpeados y sometidos a torturas por el solo hecho de manifestarse en las calles.
Y todo esto sin que aquellos que aúllan cuando los estudiantes se defienden de la brutalidad policial, digan esta boca es mía.
Sería digno de encomio que la diputada Vallejo pidiera también en estos casos menos show mediáticos y más propuestas….
El celo policial en contra de muchachos de quince años no se ve por ningún lado cuando se trata de avezados delincuentes quienes por milagro huyen en sus propias barbas, ni en contra de bandas de delincuentes conocidos por todos en sus barrios y poblaciones y que por la cobardía policial operan con total impunidad.
Resulta mucho más rentable, seguro y fácil, atacar a mansalva una pacífica comunidad mapuche y entrar a degüello a los patios de un colegio.
Tampoco se ve el agudo sentido de lo policial para pesquisar el sinnúmero de robos que altos oficiales han perpetrado en su propia institución, cuyos montos ascienden a números imposibles de deletrear.
La existencia de un cuerpo represivo inhumano y desvergonzado, dice con claridad que de transición democrática ha habido solo un título que se ha desgastado tanto como desprestigiado en estos años.
Para los que utilizan el derecho a protestar y a manifestarse en las calles, para los que luchan por la salud y vida de sus hijos en las llamadas zonas de sacrificio, para los mapuche en su centenaria lucha por tierra y dignidad, la dictadura sigue incólume en el palo aleve, el disparo cobarde, la tortura, la humillación. Y la comparsa silente que los aúpa.
Los estudiantes y todas las potenciales víctimas de la brutalidad e irracionalidad policial, les asiste el derecho de defenderse.
Ante este paisaje propio de la dictadura, ¿qué queda sino autodefenderse si hasta los tribunales de Justicia miran para otro lado antes denuncias probadas de torturas y tratos crueles y degradantes?
La violencia primera y original la pone el estado mediante todos los abusos a los que somete a la gente desprotegida.
Violencia es la vida de los viejos con pensiones de miseria mientras que con dineros que les pertenecen un puñado de inmorales lucran a manos llenas.
Violencia es que comunidad de pobladores ven como sus hijos caen enfermos y asfixiados por gases venenosos que la codicia expele de las chimeneas de sus ingenios criminales.
Violencia es los feroces ataques a modestas mujeres que venden sus productos en las calles y ferias para paliar la pobreza.
Violencia es las mentiras que se escuchan en los noticieros de las nueve en los que se justifica todo por la expedita vía de mentir sabiendo que la impunidad tiene brazos largos.
Violencia es el robo descarado de las instituciones militares que hacen gárgaras con las palabras probidad, decencia, honradez y patria, mientras se roban el erario de la manera más inmoral.
La de los estudiantes es una violencia legítima y necesaria para defender sus vidas e integridad.
Para terminar con la violencia en las escuelas y en todos lados, sería preciso terminar con la represión policial a los estudiantes, pobladores, mapuche trabajadores. Y que aquellos que en el discurso y en el gesto están del lado de los humildes, sean consecuentes y tomen partido aunque sea en el otro lado.
O se es yunque o martillo.
Esa cosa aguachenta que no se sabe a qué huele siempre ha terminado del lado de los poderosos.