Septiembre 20, 2024

Las polarizadas elecciones en Brasil

El único país de América del Sur  que verdaderamente importa al Departamento de Estado norteamericano es Brasil, y los motivos son evidentes: es la octava potencia del mundo, el quinto país más extenso, con 8.515.770 km. cuadrados – sólo se ubica debajo de Rusia, Canadá, USA y China -, también ocupa el quinto lugar entre los países más habitados, con 207. 000.000 – están sobre este país China, India, Estados Unidos e indonesia -. Su PIB es el noveno del mundo: 2.081 miles de millones de dólares – está debajo de USA, China, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e India, y está sobre Italia y Canadá.

 

 

Brasil forma parte de BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica – este último, reincorporado recientemente -, alianza económica que puede poner en peligro la supremacía de Estados Unidos.  China es la segunda potencia del mundo y está tratando de vencer la preponderancia del petrodólar. Sin embargo, uno de sus miembros, Brasil, está pasando por una de la crisis económica más grave de su historia: en 2017 perdió el 11% del PIB y el desempleo ha aumentado notoriamente; recién está saliendo, en parte, de la recesión, pero con un crecimiento insignificante.

 

La crisis brasilera es más política que económica: ha sufrido un golpe de Estado cívico-mediático, cuyo fin era expulsar al Partido de los Trabajadores (PT) del poder Ejecutivo, amparados en un juicio político, que sacó a la Presidenta Dilma Rousseff – hoy candidata a senadora sin detrimento de ninguno de sus derechos políticos -.

 

Nada más funesto para un país que la judicialización de la política: los jueces en el poder son tan dañinos como los militares. El candidato con más del 40% de intención de voto, Inicio Lula da Silva – según las encuestas – ha sido condenado por el juez Sergio Moro a 9 años de prisión, sin ninguna prueba contundente y acreditada en su contra. Posteriormente un Tribunal, presionado por un general del ejército, aumentó la pena a doce años. El Consejo Supremo del Tribunal Electoral rechazó la carta de Naciones Unidas, por cual pedía que Lula pudiera presentarse como candidato a la presidencia de la república, en las elecciones de octubre.

 

 

El número  de inscritos en los Registros Electorales asciende a 147. 373.000 ciudadanos, de los cuales 52,3% son mujeres, y el 47,8% varones. En estas elecciones se presentan  27.149 candidatos para elegir 54 senadores de 81, dos por cada uno de los 27 distritos electorales; 513 diputados y 27 gobernadores, y 13 aspirantes a la presidencia de la república.

 

A diferencia de Colombia y Argentina, Brasil es en realidad un país federal. Las elecciones de gobernadores son muy importantes, y los ciudadanos están informados sobre política regional y local que nacional. El nordeste del país es miserable, y votan, en su mayoría, por el PT; el sur es rico y hay una fuerte votación de derecha. El medio privilegiado de comunicación en noreste del país es la televisión, mientras que en el Sur, la cibernética juega un papel muy importante.

 

Al negarse la participación en estas elecciones, Lula tuvo que ser reemplazado por Fernando Haddad, un académico, anterior alcalde de Sao Pablo y ministro de Educación de Lula da Silva, es decir, un obrero carismático, que llega fácilmente a la menos favorecida, frente a un académico, con muy poca calle, por tanto desconocido, salvo en Sao Pablo. Se discute si el PT cometió un error político al esperar tanto tiempo el reemplazo de Lula, es decir, el Plan B. Para algunos,  hizo bien, pues permitió a Lula el acumular apoyo ciudadano, para otros, mal, pues impidió a Haddad comenzar antes su campaña para ser más conocido.

 

Las encuestas sobre Fernando Haddad  podrían aclarar un poco estas dos hipótesis: al comienzo de año, este candidato tenía solo un 2% de apoyo, y hoy, entre el 21% y 23% – según las distintas encuestas -.

 

La primera vuelta se prevé en extremo polarizada: un candidato de ultraderecha y fascista, Jair Bolsonaro, con un 35% de intención de voto en las encuestas, y un 22% del candidato de izquierda. Bolsonaro y Haddad desplazaron al otro candidato de izquierda, Ciro Gomes, también ex ministro de Lula, perteneciente al Partido Democrático Laborista, que tiene cerca de un 10% de intención de voto, según las encuestas.

 

 

Bolsonaro, que ha subido del 18% al 35%, desplazó al candidato del  Partido Socialdemócrata Brasilero, Geraldo Alckmin  (a este Partido  pertenece Fernando Henrique Cardozo) que en las encuestas aparece con menos de un 10%. Marina Silva, del Partido Red Ecologista, es un caso especial: en las elecciones anteriores estuvo a punto de pasar a segunda vuelta, pero fue desplazada por Dilma Rousseff , quien se encargó de denigrar a Silva. En estas elecciones Marina Silva llegó a subir al 13% en agosto y a bajar al 4%, en la actualidad. El candidato del partido del Presidente Michel Temer – Movimiento Democrático Brasilero – Enrique Meirelles, tiene apenas un 2% de apoyo.

 

Los eslogan de los candidatos los retratan de cuerpo entero: Bolsonaro, “Brasil sobre todo, Dios por encima de todo”; este candidato fue capitán de ejército, admirador de la dictadura en 1964, partidario de la tortura, enemigo de los homosexuales, misógino, racista y clasista; también promueve la libre venta de armas para combatir la delincuencia.  Es un fanático religioso – quizás un democratacristiano de ultraderecha – apoyado por  los funestos fanáticos evangélicos que adoptan posiciones religiosas integristas en todo el mundo.

 

En Brasil, el 65% se declara católico, el 22% protestante, y solo el 13% ateo o de  otras religiones. La comparación – que pretenden algunos – entre Donald Trump y Jair Bosonaro es discutible, pues el segundo lleva 27 años como diputado. Ha votado varias veces en contra de las privatizaciones y, además, ha cambiado de partido político como de chaqueta. ( Trump tiene como freno  a los republicanos y el partido  de Bolsanaro social liberal es muy pequeño :apenas 9 diputados de 517).

 

Los miembros de la  Cámara de Diputados pertenecen a 27 partidos políticos  – para este domingo, 7 de octubre, se presentan 37 partidos. En Brasil, el rechazo a los políticos es el màs alto de América Latina y la democracia, en general, es muy débil. El actual Presidente, Michel Temer, tiene apenas el apoyo del 5% de la población.

 

Los candidatos que, seguramente, pasarán a segunda vuelta, Bolsonaro y Haddad, tienen un muy alto porcentaje de rechazo: Bolsonaro, el 45% y Haddad, el 40%. Los electores se definen por su odio al fascismo, o bien, el mismo sentimiento frente al Partido de los Trabajadores. Las mujeres, el 52% de las inscritas, puede ser decisivo en la segunda vuelta a favor de Haddad. El triunfo de este candidato depende de su capacidad para conquistar los votos de Ciro Gomes y, en gran medida, de los demás candidatos de centro.

 

En el caso de Bolsonaro, que ha declarado ignorancia en economía, entrega este tema a un neoliberal, ex ministro de Temer, quien deberá conquistar los mercados con una política similar a la de los Chicago Boys. Sobre derechos, declaró que “Pinochet se había quedado corto, pues no había exterminado a todos los comunistas…”.

 

Cualquier candidato que gane le espera una muy difícil gobernabilidad, pues ninguno de ellos muestra capacidad pata formar un amplio bloque política para enfrentar los graves  problemas que enfrenta la democracia brasilera.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

06/10/2018     

                              

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