Los últimos sondeos, cuyos resultados fueron divulgados la noche de este sábado, indican que el candidato de la ultraderecha Jair Bolsonaro lleva la delantera con una cómoda distancia sobre Fernando Haddad, del PT del ex presidente Lula da Silva, pero sin probabilidades de alcanzar la presidencia en la primera vuelta: 40 a 25 por ciento de las intenciones de voto.
Otro hombre de centroizquierda, Ciro Gomes, tenía, acorde con los sondeos, 15 por ciento de intención de voto, sufragios que serán decisivos en la segunda vuelta.
Los demás candidatos de derecha suman otro 18 por ciento, pero con una diferencia: mientras la mayor parte del electorado de Gomes muestra clara tendencia a sumarse a Haddad, en el de derecha se observa una división entre los que optarán por Bolsonaro, los que votarán por el candidato del PT de Lula y los que se abstendrán o anularán su voto.
Hubo una serie de sorpresas en la semana que termina. La principal se dio en dos vertientes: mientras Haddad dejaba la ola que lo llevó en menos de un mes a crecer de 4 a 25 por ciento en la preferencia del electorado, Jair Bolsonaro, quien estaba estacionado en alrededor de 33 por ciento, avanzó hasta alcanzar una confortable distancia frente a su principal adversario.
Ese crecimiento se dio, para gran preocupación de los estrategas de la campaña de Haddad, en el electorado más tradicional del PT, es decir, la población más pobre, principalmente en el noreste brasileño. También llama la atención el aumento de la intención de voto entre el electorado femenino. Bolsonaro es claramente un misógino radical y, entre otras perlas de su polémica trayectoria como diputado aparece la grabación de un momento en que él se dirige a una colega diputada a los gritos de no te violo porque no lo mereces
.
Los estrategas de la campaña de Fernando Haddad no tienen una explicación, al menos de momento, para que se invirtiera la tendencia, o sea, para que su candidato se haya paralizado en la marca alrededor de 25 por ciento y el adversario haya crecido de manera veloz hasta casi alcanzar la victoria en la primera vuelta.
Los argumentos que circulan es que hubo una corrida de votos antes destinados a electores de derecha, pero un análisis más detallado de los sondeos indica que también en zonas tradicionalmente seguidoras de Lula da Silva y de su partido hubo migración de electores rumbo al extremista de derecha, pese a sus posiciones racistas, machistas y principalmente de defensa de la tortura y de la dictadura que se impuso entre 1964 y 1985.
Concretamente, se manifestaron dos tendencias fuertemente alimentadas por los medios hegemónicos de comunicación: la descalificación de la política y de los políticos de manera general y la expansión del antipetismo
, que acusa al partido de todos los males padecidos por el país. Con Lula ausente de la campaña, sin su carisma personal, esa posición antiPT
alcanzó su auge.
En los tres o cuatro días previos a la elección de este domingo se iniciaron, de manera más visible, movimientos para intentar, en la segunda vuelta, una gran alianza que impida la victoria de Jair Bolsonaro el domingo 28 de octubre.
Interlocutores del PT de Lula, del partido de Ciro Gomes y del PSDB del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, cuyo candidato quedará relegado a la insignificancia en la primera vuelta, tratan de encontrar rápidamente puntos de convergencia. Dependiendo del acuerdo a que se llegue, podría ocurrir una modificación drástica en el escenario político brasileño, dicen analistas.
Al mismo tiempo, se observa que el clima de sorpresa que dejó atónitos a la mayoría de los estrategas de todas las campañas se debe al fenómeno, hasta ahora inédito en Brasil, de las redes sociales como instrumento de fuerza decisiva en un escenario electoral.
Bolsonaro no cuenta con partidos aliados de peso, tuvo escasísimos ocho segundos en la propaganda por radio y televisión, y logró alcanzar un hasta hace poco impensable primer lugar en la disputa presidencial.
Se comenta en Brasil que contó con la asesoría de los mismos estrategas en redes sociales que trabajaron para Donald Trump en 2016. De todas formas, entre un aluvión de fake news y montajes groseros, logró una formidable campaña que sorprendió a todos sus adversarios.
En la segunda vuelta esas herramientas seguirán siendo fundamentales, pero Bolsonaro tendrá que superar obstáculos especialmente peligrosos para él: 10 minutos diarios en radio y televisión y los debates, de los cuales escapó en la primera vuelta al estar hospitalizado por una cuchillada sufrida hace un mes.
Como nadie espera otra cuchillada salvadora en la segunda vuelta el gran riesgo será tener de hablar. Y es también con ese peligro que los que respaldarán a Fernando Haddad cuentan como arma letal para derrotarlo.