La imagen muestra a los primeros manifestantes celebrando el triunfo del No. Un joven trabajador abraza emocionado a un efectivo de las Fuerzas Especiales de Carabineros en la calle Ahumada.
¿Qué será de aquellos actores de la historia?
El triunfo del No fue la manera en que el Departamento de Estado y la CIA se impusieron a toda opción de salida democrática y popular.
La salida del No fue dejar a las fuerzas de la izquierda que sumaban audacia y experiencia en el combate contra las fuerzas represivas, en la peor de las derrotas: a la que se llega sin pelear.
Por muchos años se ha repetido con eficiente majadería que la dictadura fue derrotada con un lápiz. Pero todos, incluso los defensores de esa falsa explicación, sabemos que no fue así.
La dictadura cayó de la manera en que lo hizo por los pactos secretos que pusieron sombre la mesa la grave amenaza que se cernía sobre los poderosos en la opción popular, armada, atrincherada en el pueblo, desplegada de innumerables formas de combate callejero y barrial, con millones de hombre y mujeres dispuestos a dar la vida para sacudirse del régimen.
Fue la ofensiva triunfal de los partidos de la Concertación en contra de la dictadura, pero mucho más en contra del poder popular que ya se veía.
Y cuya demora en llegar se debió no a la gente dispuesta como estuvo para dar la pelea, sino por la cobardía de los que no fueron capaces de tomar las decisiones precisas en el momento necesario.
En esas urgentes tratativas estaba la CIA y el Departamento de Estado que necesitaban desarticular, y sobre todo deslegitimar, esa lucha popular que escalaba a niveles tales que resultaban difíciles de controlar.
La puesta en marcha de la Operación NO en su fase de implementación, siguió en breve con la notificación de que no habría ni verdad ni justicia ni reparación. Y que se negociaría en secreto la mantención de la Constitución porque entre otras gracias limitaba, y sigue haciéndolo, toda opción democrático popular por su carácter esencialmente anticomunista.
La Operación No, terminó con la prensa libre que había hecho lo suyo en tiempos de la dictadura pagando un alto precio en persecución, prisión, tortura y vidas humanas. Pero el diseño hecho en las oficinas secretas de las agencias norteamericanas impuso la necesidad de silenciar la crítica que podría deslegitimar lo que estaba en curso.
En breve, todos los esfuerzos que se habían hecho para organizar la resistencia armada al régimen, se desmoronaban por la vía de desarticular esas instancias y en un solapado intento por olvidar las proezas que miles de honestos, disciplinados y heroicos militantes desplegaron en miles de audaces acciones en contra de la tiranía.
Así, toda la cultura solidaria, combativa, organizativa desplegada en todos esos años se está diluyendo hoy en la memoria de sus protagonistas. Los veteranos combatientes urbanos desplegados en miles de poblaciones del país, son ahora un recuerdo diluido que ronda en rincones olvidados.
Mucha de esa gente valiosa ha muerto por razones que la medicina identifica como causas naturales, aunque si se mira de cerca, la mayoría se ha ido de este mundo afectado por el síndrome de la derrota no asumida.
La actual situación del país es la consecuencia necesaria de la proyección de la dictadura sostenida por medios que no tienen tan mala prensa y que no resultan tan invasivos como las cárceles secretas, la tortura, los vuelos a alta mar o las fosas clandestinas, pero que son igual de criminales.
Y que se sustentan en las mismas ideas que ayer eran todo lo abominable e inhumano, como solo puede ser el fascismo.
El triunfo del No que conocemos fue la derrota del otro No, más real y genuino, de cuyo abandono, de esa renuncia, de esa rendición incondicional, sufrimos las consecuencias hasta el día de hoy.
¿Qué será de ese carabinero sorprendido por el abrazo del manifestante? ¿Qué será de ese joven trabajador que lo abraza?
Sería interesante saber qué pasó en este tercio de siglo con ese uniformado que por entonces reprimía y con ese trabajador que por entonces era el reprimido.
Sería interesante saber si en todo este tiempo habrá cambiado algo.