Septiembre 20, 2024

El doble de Piñera

Quien viajó a Estados Unidos a la Asamblea General de la ONU, resultó ser don Prudencio, el doble de Sebastián Piñera. Así se desprende de las informaciones que manejan los expertos. Otros, creen que el asunto es al revés. Don Prudencio permaneció en Chile y es quien remplaza al presidente en aquellos actos aburridos, pues debe referirse a temas baladíes, donde hay que tener un comportamiento formal.

 

 

Arreglarse el cuello de la camisa, mirar la hora, encoger los brazos, realizar tic y parpadear, como si tuviese una mugrecita en el ojo izquierdo. Aunque a don Piñera y a su doble los asesores le habían advertido, que en USA hablaran menos de lo necesario, desoyeron los consejos. Que se dedicaran a hacer vida social, negocios y que evitaran comentar la situación internacional. Por desgracia, quien al fin viajó en representación de Chile, al observar las luces de la TV, la presencia de miles de periodistas, presidentes de infinidad de países, cayó abatido por la seducción. Nadie podía creer, que don Prudencio o don Sebastián, mostrara una banderita del imperio, donde aparecía inserta la chilena, convertida en mezquino satélite. Desparpajo de quien ansía figurar y más de alguien se pregunta, por qué no se puso don Sebastián o don Prudencio en la bandera, con una estrella en la frente.

 

Usar dobles es vieja artimaña utilizada por presidentes, reyes, magnates, actores y músicos, sean hombres o mujeres, que desean el anonimato. Algunos por temor a ser asesinados, otros para burlar impuestos o participar en una noche de juerga. Quienes iban a custodiar al presidente a partir de marzo, le sugirieron que debía tener un doble por razones de seguridad. El exceso de compromisos, viajes, apariciones públicas, son a menudo imposibles de satisfacer, y si de por medio se suma la existencia de riesgos, el doble se hace necesario. Nadie puede permanecer en dos lugares distintos a la misma hora. ¿Dónde encontrar a la persona adecuada? Apenas don Sebastián ganó la presidencia en diciembre del 2017, gracias a los borregos vueltos a ser engañados, se inició la frenética búsqueda del doble. Personal adecuado del CAIN en formación, empezó a visitar aldeas, villorrios, pueblos, caseríos que ni siquiera figuran en el mapa, empeñado en hallar a quien se pareciera al jefe. Al cabo de dos meses de frenética búsqueda, encontraron en una perdida caleta, a un profesor de inglés, ya jubilado, que distraía su ocio, pescando en el muelle, mientras leía a Wilde. El parecido a don Sebastián era tan sorprendente, que los encargados por momentos creyeron que se trataba de don Sebastián, que huía por un fin de semana de sus obligaciones de financista y se permitía un solaz. Le hablaron del tema, y don Prudencio el profesor, ya viudo, aburrido de esa vida de inactividad, acompañado de la miseria de su jubilación, le sedujo la idea. Deseaba regresar a Santiago por una temporada y así poder relacionarse con la elite, sólo para molestar a los 355 habitantes de la caleta.

 

Conducido a Santiago en helicóptero, médicos especialistas lo examinaron como si fuese un eslabón perdido. Lo midieron, pesaron, le realizaron infinidad de exámenes y en medio del jolgorio, comprobaron que se trataba de la persona adecuada. La diferencia con el jefe se resume en lo siguiente: don Prudencio mide dos centímetros más de estatura y tiene casi la misma edad. En cuanto al largo de sus brazos, lo excede en siete centímetros. Además, poseía barriga descuidada de sedentario. Debía someterse a dieta. Al cabo  de dos meses, lograba el peso ideal; y el sastre del jefe, descendiente de italiano nacido en Argentina, le hizo una docena de  ambos, para surtir con dignidad su ropero. No es quien le confecciona la ropa a Macri, porque dicen que a causa de su ruina, no tiene cómo pagar sus servicios domésticos. El sastre, se esmeró en realizar malabares de artesano, para disimular el largo de los brazos de don Prudencio y crear una suerte de tramposas hombreras y ajustadas mangas. Don Luigi, el peluquero de La Moneda, para felicidad de los encargados, realizó el corte idóneo de cabello, algo hirsuto y canoso, y en menos de una hora, convirtió a don Prudencio, en émulo del jefe. ¡Albricias! Desde marzo, don Prudencio ha iniciado su debut en sociedad y el círculo de quienes lo conocen en la intimidad, arguyen que a veces al verlo de sopetón, creen que es don Sebastián. Lo encuentran divertido, sencillo, amistoso y admiran la naturalidad de su inglés, aprendido en el pedagógico de Santiago. Nosotros pensamos que el doble no constituye un engaño, la falacia destinada a crear artificios, para responsabilizarlo cuando surgen metidas de pata del jefe. Si hay errores, los demás son quienes deben asumir las culpas, pues el jefe nunca se equivoca.    

 

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