Septiembre 20, 2024

Víctor, con afecto y admiración

La vida de Víctor Pey, una larga, muy larga vida, podemos observarla desde su profundidad histórica y su amplitud. De profesión ingeniero, constructor de grandes obras de infraestructura, su legado es indudable en otras áreas de su existencia, desde la política, las comunicaciones y su impronta social. En todas dejó una huella que persiste.

 

 

 

De partida, sus gestiones ante Pablo Neruda tras la derrota republicana para buscar un lugar seguro a miles de refugiados republicanos, quienes en 1939 embarcaron en el mítico Winnipeg, navío en el que viajó junto a su familia. Años más tarde, ya en Chile, fue un actor clave en la huida de Neruda perseguido durante el gobierno de González Videla. O su amistad de años con Salvador Allende, de quien fue confidente y asesor durante su gobierno.

 

No pretendo hacer aquí ni una biografía ni un perfil de Víctor Pey, o don Víctor, porque nunca pude tratarlo de otra forma pese al gran afecto que recibí de su parte en los años de espera por el final del juicio del caso Clarín. Tan solo expresar el reconocimiento hacia un gran hombre, de aquellos escasos, de profundo sentido ético, una portentosa inteligencia y una tenacidad inquebrantable. En cada conversación de las muchas que tuvimos, no podía dejar de sorprenderme su memoria, capaz de relatar, con imágenes nítidas, nombres y fechas exactas, eventos acaecidos desde la primera mitad del siglo pasado. “Usted, don Víctor, ha sido un protagonista de algunos de los episodios más destacados del último siglo”, le dije más de una vez. Fue asesor en el inicio de los años 30 en la Generalitat de Catalunya con escasos veintitantos años, combatiente en el frente de Huesca, cruzó los Pirineos a pie, fue apresado y enviado a un campo de concentración en el sur de Francia, se escapó de aquel centro y llegó a París para hablar con Neruda y gestionar el exilio de miles de republicanos en Chile. Décadas más tarde, otro episodio que desgarró su vida: la muerte del expresidente Allende, el golpe de estado y la feroz dictadura. Víctor, como muchos otros, fue una de las personas más buscadas por los agentes de Pinochet y logró huir como pudo hacerlo en Catalunya durante su juventud. Los generales lo requerían por su cercanía con Allende y como figura tras el diario de mayor circulación, el Clarín. “Don Víctor, usted ha tenido más de una vida”.

 

Ingeniero, combatiente, político sin militancia y comunicador. El Clarín, como todos sabemos, fue confiscado por la dictadura y, hasta el día de hoy, nunca devuelto a su legítimo dueño. Una operación más de las muchas que realizaron bajo cuerdas quienes desde el 5 de octubre de 1988 tomaron el control del país. Desde entonces, Víctor comenzó una nueva lucha, la recuperación del diario, tarea que no alcanzó a vivir hasta su partida en este otro 5 de octubre.

 

Ya regresado del exilio y en plenos gobiernos de la Concertación, conocí a don Víctor. Su trabajo cotidiano era un titánico y agotador litigio ante diversos tribunales, nacionales e internacionales, para conseguir la devolución de los activos. En esa labor estaba, tras no pocas trampas y recursos oscuros de parte de los varios gobiernos, cuando se extinguió su vida.

 

Víctor Pey no tuvo interés ni en la política ni en cargos vistosos. Cuántas veces le pedimos una biografía, y cuántas otras se negó. Aun así, su vida queda registrada en  sus múltiples actividades que muchos periodistas e investigadores presentes y futuros tendrán que consultar.

 

 

Personalmente, ha sido un gran honor haberlo no solo conocido, sino haber contado con su amistad y reconocimiento. Además de conocer a un hombre público de grandes méritos, que ya están documentados en la historia reciente, conocí a la persona, amable, abierto, generoso y empático. Hace no muchos meses le pregunté, como al sabio que era, qué es para usted, don Víctor, lo más importante de la vida. No dudó en responderme: El arte… y el amor.

 

 

Paul Walder

 

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