Este 1º de octubre de 2018, luego de 5 años de tramitación, los 15 Jueces de La Corte Internacional de Justicia de La Haya acordaron por 12 votas contra 3 desestimar la propuesta boliviana de obligar a Chile a negociar una salida soberana al mar. A pesar de que ese fallo contundente favorece a Chile, sigo pensando que se debe desahuciar el Pacto de Bogotá, que somete la soberanía de los países a un Tribunal, cuyos fallos son muy discutibles.
En el caso del diferendo con Perú, fallado hace corto tiempo, perdimos sin apelación y, como ocurre en casi todos fallos de los Tribunales, los triunfadores quedan contentos y los perdedores desilusionados y furiosos. (El caso más trágico es el de Colombia que perdió miles de millas náuticas en favor de Nicaragua).
A través de la historia, los tribunales de justicia nunca han defendido a las personas y a los países más pequeños, pues la igualdad es una mentira tanto a nivel nacional, como internacional.
Los ciudadanos peruanos y bolivianos guardan resentimientos en contra de Chile debido a sendas derrotas en la guerra del salitre. Pedir a la historia que sea objetiva es una exigencia casi imposible de concebir: cada historiador tiene su punto de vista y juzga los hechos históricos desde su subjetividad, además, está influido por sus circunstancias espacio-temporales; el creer que la distancia temporal de los acontecimientos permite una objetividad relativa es falso, pues aún los historiadores disputan sobre hechos ocurridos en un pasado remoto. (Todavía hay carreristas y o`higginistas, balmacedistas y anti-balmacedistas). Para mis profesores reaccionarios de la Escuela de Historia de la Universidad Católica, sólo se podía escribir Historia de Chile hasta 1891, lo actual es periodismo
La visión de la guerra del salitre por parte de los historiadores bolivianos y peruanos es muy distinta a la de los chilenos: muchos de los autores peruanos culpan de la derrota a los Presidentes Mariano Ignacio Prado y Nicolás de Piérola. Víctor García Belaúnde, en su Expediente Prado, con muy buena documentación y seriedad investigativa, prueba que el Presidente Prado era, prácticamente, un chileno en sus negocios: recibía sueldo como oficial del ejército chileno, obtenido en la guerra contra España, era dueño de minas de carbón en Lota, además de tener un banco en Valparaíso. Según este autor, no se robó la colecta para comprar barcos en Europa, sino que adquirió, gastando bastante dinero, en el Manco Capac, una carcacha inservible.
Un historiador boliviano sostiene que Camacho y Arce vendieron a Bolivia siguiendo la estrategia chilena, que consistía en cambiar el litoral boliviano – es decir, la provincia de Antofagasta – por Arica y Tacna, que en esa época pertenecían a Perú.
Temas históricos como la pertenencia del mar a Bolivia durante la colonia y la independencia son aún bastante polémicos entre los historiadores, por ejemplo la Audiencia de Charcas pertenecía al virreinato de La Plata; y, por su parte, lo que hoy es Bolivia pertenecía al Alto Perú. En la independencia, cuando Bolivia se separó de Perú, el mariscal Antonio José de Sucre se instaló en Cobija, puerto que sería la cabeza de lo que se podía llamar el litoral boliviano.
Los historiadores chilenos, sobre todo los nacionalistas, como Francisco Antonio Encina, recalcan el abandono del litoral por parte del gobierno peruano y su vocación altiplánica.
La historia da para muchos debates e investigaciones, ahora entremos en el Fallo reciente: en primer lugar, hay que reconocer que el Presidente Evo Morales, desde el principio de la demanda, realizó una muy buena campaña a nivel internacional, por ejemplo, lograr el apoyo del Papa Francisco fue muy importante.
Es evidente que después de la derrota jurídica Bolivia, como lo ha hecho en más de cien años, seguirá luchando por una salida soberana al mar, que está consignado en su propia Constitución.
Por su parte, Chile no puede cantar victoria, pues tendrá siempre como vecino a Bolivia, y sea el gobierno que venga, también reivindicará la salida soberana al mar, incluso, la campaña de Morales de inocular en el alma de sus conciudadanos el sentimiento patriótico, que casi linda en el chauvinismo.
En el aspecto jurídico no cabe duda de que los famosos derechos expectánticos están muy lejanos del derecho internacional, que quedó probado en el mismo fallo al rechazar las ocho tesis de Bolivia.
El problema de fondo, tanto de Perú como de Bolivia, siempre ha sido Arica, la “perla del Sur” – le dicen los peruanos. Para que haya una posible soberanía para Bolivia, al norte de Arica y al sur de la Línea de la Concordia, tiene que darse previamente una reunión de acuerdo tripartito Chile-Bolivia-Perú.
En 1975 – gobiernos de Bánzer y Pinochet – Chile cometió el error a posteriori de consultar a Perú, regalándole el derecho a veto. Ni tonto ni perezoso, Perú planteó una inaceptable contrapropuesta: la administración tripartita de los territorios en disputa.
En 1950, para Bolivia era inaceptable el intercambio de territorio, fundamentalmente, la utilización de las aguas del lago Titicaca por parte de Chile que, por demás, también pertenecían a Perú, país que, con razón reclamó.
Por muy buena voluntad que tuviera un Presidente chileno de conceder una salida soberana al mar a Bolivia, tendría que superar varios obstáculos, entre ellos, el del veto peruano y, sobre todo, la compensación territorial equivalente que se le solicitaría a Bolivia.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
1º de octubre de 2018