Septiembre 22, 2024

La Haya: Obligaciones jurídicas ¿Y políticas?

La Haya -Corte Internacional de justicia de la ONU- obligó a Chile a comparecer ante la petición de Bolivia de obligar a Chile a negociar una salida al Océano Pacífico con soberanía.

 

Esa decisión del alto tribunal creó expectativas en Bolivia y en Chile acerca de la petición.

 

 

El Presidente de Bolivia llegó a plantearse públicamente que Antofagasta había sido boliviana, era boliviana y volvería a ser boliviana. Se dejó llevar por su demagogia y su ambición personal.

 

El pueblo boliviano, confiado, llegó a decir que la Corte sentenciaría: “Mar para Bolivia”.

 

Un grupo de destacados ex embajadores chilenos (entre ellos Rodríguez Elizondo), presintiendo una nueva derrota chilena ante el decisivo tribunal, llegó a proponer la salida de Chile del Pacto de Panamá y su decisión de no responder más a Cortes como la de La Haya, que había ya demostrado su exceso de equidad y su debilidad de resolver en derecho.

 

Los dirigentes del Frente Amplio Alberto Mayol y Esteban Silva propusieron a Evo Morales un “corredor” por otro “corredor”, cuestión inédita y la fórmula teórica fue rechazada por Bolivia, que quería una salida soberana al mar sin compensación.

 

Sin embargo la Corte, en su sentencia de 1 de octubre, desestimó todos los sesudos argumentos bolivianos y definió que “Chile no tiene ninguna obligación jurídica de negociar con Bolivia una salida soberana al Océano Pacífico”.

No hubo ni Antofagasta, ni salida al mar ni negociación obligatoria.

 

¿Se resolvió el 1 de octubre el problema político causado a Bolivia a fines del siglo XIX por la expropiación bélica de su territorio terrestre sur occidental y su costa pacífica?

 

Se debilitó -porque no son livianos los tratados de límites marcados por guerras- y puede llegar a extinguirse como parecen los casos de Paraguay y la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay) y el de México y EEUU, también surgidos en el siglo XIX.

 

Pero los casos políticos -lo sabe la Corte de La Haya-dependen no sólo de la ley y los tratados- sino de la memoria de los pueblos, de la equidad, y de los altibajos del poderío y el buen manejo internacional de los países.

 

Por eso, creo, que lo que conviene a Bolivia es mejorar su relación política económica y comercial con Chile, restableciendo su relación a nivel de embajadas, y a Chile, desde su actual situación de “superioridad jurídica”, ofrecer a Bolivia y Perú una salida boliviana en un polo de desarrollo tripartito inmediatamente al sur del Límite de la Concordia.

 

No ayudarán, en estas circunstancias, las conductas militaristas mostradas recién por el gobierno de Chile y sus FFAA. Ni el aparente “llamado a conversar sobre el tema” (no a negociar sino a conversar) que habría hecho la Corte, según el gobierno de Bolivia, lo que es falso. Está bueno ya que el gobierno de Morales hable en serio.

 

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