Cuando me lo contaron no lo creí, cuando lo vi pensé que se trataba de un montaje fotográfico de los enemigos del presidente Piñera, y aún lo sigo pensando a pesar que la noticia está dando la vuelta al mundo.
Hoy nada dice la prensa, el tema no se tocó en ningún foro político de la TV dominical, de modo que tengo definitivamente la impresión que el hecho no ocurrió, el presidente de Chile se entrevistó con Donald Trump pero no le entregó esa maqueta de bandera estadounidense en cuyo centro una diminuta bandera chilena ya no flameaba serena.
Piñera no le dijo al oído que nuestra banderita chilena la dejaba cautiva en los barrotes rojiblancos de la ampulosa bandera del gran imperio del norte.
No era cierto que nuestra "pálida estrella caída del cielo", que nos dijeron cuando niños que era el "alma de nuestra bandera", ahora pasaba a ser el alma de la bandera gringa, no era cierto que nuestra bandera tricolor dejaba de ser "emblema, emblema de nuestra nación".
No era cierto que le entregaba mediante ese vil acto, el azul de nuestro cielo, la nieve de nuestras montañas ni el rojo de nuestros exclusivos copihues, se trataba de un malentendido que pronto debía ser aclarado.
A pesar de haber confirmado la noticia, sigo esperando alguna explicación, y en su defecto alguna reacción de la Derecha, del Centro o de lo que queda de Izquierda en nuestro país.
Siempre la Derecha ha hecho alarde de su patriotismo, de su nacionalismo y nos dejó hastiados con su trasnochado patriotismo durante la dictadura, en que se izaba la bandera todos los lunes y se conminaba a los alumnos de las escuelas y liceos fiscales a entonar el himno nacional, y en la Izquierda por lo demás, siempre se han esgrimido razones nacionalistas para contrarrestar a los partidarios de negociar el mar con Bolivia o de devolverles tierras usurpadas a los mapuches y reconocerles autonomía.
No puedo creer que el presidente de Chile públicamente acepte su condición de lacayo mediante ese acto tan significativo. Ni el peor enemigo Chile, ni el publicista más imaginativo habría concebido una imagen más contundente para gatillar una caída vertiginosa en la popularidad del presidente de Chile y de paso dejar a todos los chilenos como resignados lacayos frente a la comunidad internacional.
Es extraño, siento vergüenza, al parecer ya no existe ni la Derecha ni la Izquierda, ni el flamear de nuestra banderita chilena.
La estrella del sur quedó en el norte, el cielo se hizo hielo, el blanco devino en oscuridad, en silencio, nadie dice nada como en el poema de Pezoa Véliz, solo se siente el murmullo de las redes sociales. el pelambre en la nube, el "meme" para la risa.
Lo único que se ha quedado como un estigma, pero que tampoco es visible, es el rojo de la sangre araucana que todos los días se derrama en el Walmapu. Ya vendrán días luminosos.
Atte. René Dintrans