Son las 19:00 hrs y algo inusual ocurre en la región de Valparaíso, comuna de Quintero: un carro de fuerzas especiales merodea el sector. Y es que un hecho histórico está sacudiendo en la ciudad: vecinas y vecinos han montado un campamento en plena plaza de la ciudad. Su objetivo es paralizar las industrias que durante más de 50 años han envenenado a la población humana, y al resto de los seres vivos que habitan el territorio.
Es el sábado 8 de septiembre. Empieza a oscurecer y un grupo de cerca de 80 pobladores y pobladoras se reúnen en círculo en medio del campamento. Entre las carpas y las pancartas comienza el Cabildo Abierto de Quintero, instancia asamblearia que ha organizado gran parte de las acciones de movilización durante las últimas semanas. Aquí individualidades y organizaciones como Acción Ecosocial, Mujeres en Zona de Sacrificio y el movimiento estudiantil de la comuna, entre otras, se reúnen para analizar la situación y debatir los próximos pasos. La asamblea menciona la represión vivida en la última protesta, la validez de todas las formas de lucha, la importancia de la educación, las característica extractivistas de la economía chilena, entre otros temas. El ambiente está exaltado, hace algunas horas la protesta que se convocó en las afueras del cordón industrial fue reprimida y luego la población respondió con barricadas y enfrentamientos. Después de semanas la población se abalanzó más allá de las protestas pacificas, las escaramuzas con Fuerzas Especiales duraron horas y fueron decenas los detenidos y detenidas, entre ellas una mujer embarazada que provocó la furia de los y las manifestantes.
Es inevitable emocionarse ante la escena. Adolescentes, madres, abuelos y niñas se toman la plaza pública para decidir sus destinos. Todo bajo el calor ancestral que brinda la comunidad formando un circulo en donde se escucha y se respeta cada palabra. Y es que a la comunidad quinterana no le ha quedado otra alternativa: se organizaban para hacer frente al complejo industrial o sus vidas cada vez estarían más próximas a la muerte. El cáncer, las crisis respiratorias o las alergias insoportables en la piel ya afectan a numerosos vecinos y vecinas.
Ya han pasado algunas semanas desde el hecho que colmó la paciencia de los y las habitantes de Quintero y Puchuncaví. Decenas de niños y niñas de la escuela La Greda en las proximidades del Complejo industrial Ventanas, padecieron una grave intoxicación. La comunidad se movilizó pacíficamente ante los hechos. Educación, propaganda y marchas. Pronto se revelaron vínculos de la ministra del Medio Ambiente y el presidente Piñera con algunas industrias responsables. Cabe recordar que Oxiquim, una de las empresas que conforma el cordón industrial, altamente sospechosa de la catástrofe socioambiental, es dirigida por Fernando Barros: empresario y cotizado abogado de la élite, ha defendido tanto a la familia Pinochet como a Piñera, además de ser socio comercial del marido de la ministra del Medio Ambiente. El panorama queda en evidencia: el poder político y empresarial como buenos familiares defendiendo sus mismos privilegios obtenidos en gran parte durante la dictadura militar.
La hipocresía se hizo evidente cuando, en medio de cientos de casos de intoxicación que incluyeron desmayos, hospitalizaciones masivas y personas que no sentían sus piernas, el ministro de salud dijo que no debería haber tanta alarma por unos simples “olores ofensivos”. La hipocresía aumentó aún más cuando el ministro, autodenominado “defensor de la vida”, el mismo que se había opuesto firmemente a las demandas feministas por un aborto libre, ahora era cómplice de los sucesivos abortos espontáneos que distintas mujeres han sufrido en la zona de influencia del complejo industrial.
En este momento los establecimientos educacionales Politécnico, Inglés, Santa Filomena y Don Orione se encuentran tomados frente al envenenamiento colectivo e histórico sufrido por la población debido a las emanaciones de: dióxido de azufre o anhídrido sulfuroso; óxidos de nitrógeno; material particulado de tamaño entre 2,5 y 10 micrones; material particulado de tamaño inferior a 2,5 micrones; altas concentraciones de metales pesados como cobre, arsénico, plomo, zinc, cadmio, entre otros; compuestos altamente tóxicos como isobutano, tolueno, metilcloroformo, y nitrobenceno y otros.
Hace unos días incluso una escuela básica fue tomada por sus pequeños y pequeñas moradores. Algunos dirigentes han denunciado ser perseguidos y hostigados por PDI y Carabineros. Aún así las tomas se mantienen con el apoyo de muchos profesores y apoderadas/os. Esta efervescencia colectiva generó que la visita de Piñera a la zona fuera un desastre ya que pobladores y pobladoras lo esperaron para increparlo y escupirlo. La gente movilizada aquí ya no respeta ni cree en la autoridad.
La lucha en Quintero trasciende las edades y las ideologías, aquí lo que se defiende es la vida misma ante un veneno que provoca dolor y muerte. Las posturas de la asamblea son muchas. Es reconocible escuchar la sabiduría de aquellas viejas y viejos que lucharon contra la dictadura y aportan análisis sobre la “lucha de clases” y la necesidad de superar las lógicas “individualistas” dentro del movimiento. Los adolescentes por su parte, aportan nuevas visiones y gran energía a la asamblea. Los pescadores entregan una visión relevante desde su vínculo con la bahía. Profesores y profesoras suministran elementos más técnicos para el debate y las discusiones con las autoridades, mientras que las madres aportan la convicción y la necesidad de llevar al límite al movimiento, tanto por ellas como por sus hijas/os.
A pesar de que hay militantes de partidos y organizaciones sociales en el movimiento, no están los lideres y cabecillas de estos grupos, sino las bases, porque la plaza de Quintero hoy fue tomada por la propia población trabajadora de la ciudad. Es evidente que uno de los objetivos principales del Cabildo Abierto es evitar la instrumentalización política y partidaria de sus demandas, así como evitar el cansancio y la lucha de egos en su interior.
Pese a todo, la ciudad no está toda con el movimiento. Muchos habitantes están asustados frente a lo que sucede y no saben cómo actuar. Algunos miran con escepticismo al movimiento y se resignan frente a la contaminación. Otros deciden negociar y obtener migajas económicas como una parte importante de las juntas de vecinos, sindicatos pesqueros y la cámara de comercio. Pese a todo el cabildo abierto sigue funcionando, siendo la instancia asamblearia con mayor validez y transparencia del movimiento, realizando asambleas en la plaza todos los días y vinculándose activamente con okupación de la plaza, lugar que ha permitido socializar a los y las manifestantes al calor de un café y un plato de comida caliente. El campamento es administrado por las madres que duermen en carpas, alimentan y cobijan a la comunidad, así como levantan la voz a la hora de expresar la necesidad de no claudicar ante las demandas. Las madres que administran la toma en el centro de la ciudad son la reserva moral de la comunidad, están día y noche activas y explicando a la sociedad la necesidad de la lucha para seguir sanas y vivas.
La asamblea ha establecido algunos puntos mínimos en cuanto a demandas. La primera es que el cordón industrial se rija por normas mas estrictas y para ello se ha apuntado a límites fijados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto buscaría bajar considerablemente los niveles de envenenamiento en la comuna, lo que también podría implicar planes de descontaminación, estudios genotóxicos y epidemiológicos que entreguen más información sobre los impactos de la contaminación atmosférica y química durante décadas. La población movilizada considera que el empresariado y el Estado deben pagar los costos económicos de la descontaminación. Otra demanda es la total paralización de la expansión del cordón industrial, ya que por normas de uso de suelo habrían otras 500 hectáreas aproximadamente destinadas por autoridades para uso industrial en la zona. Éstas hectáreas según la asamblea deberían ser destinadas para reforestación con bosque nativo a través de la creación de un Parque Nacional que conecte los humedales de Mantagua, Ritoque y Campo Dunar. También buscan modificar el grado de complejidad del hospital para poder estar a la altura de los problemas de salud de la comuna y crear una zona franca energética con rebajas en luz, gas y bencina para la población. Por último la comunidad centra su acción en la implementación de medidas adecuadas en torno a la salud y la educación de una zona de sacrificio caracterizada por la pobreza y abandono histórico de sus habitantes.
La organización social que se vive actualmente en Quintero y Puchuncaví se dio como respuesta fuerte a la crisis crónica en las dos comunas. Anteriores conflictos socioambientales han estallado en localidades como Chiloé, Freirina, Aysén, Tocopilla u otros, situaciones caracterizadas por protestas en ciudades y pueblos en torno a demandas concretas contra el modelo de producción capitalista basado en la extracción de recursos naturales a escala industrial, el saqueo y la degradación ambiental de los territorios. Las consecuencias directas de este modelo son la pobreza y la enfermedad para amplias capas de la población. La defensa de los territorios y comunidades conecta también con las luchas del pueblo mapuche y las reivindicaciones de campesinos y campesinas que han planteado el modelo agroecológico como alternativa al desarrollo industrial de alimentos, y de todos aquellos grupos que entienden la necesidad de que la sociedad reencuentre su equilibrio y conexión con los ecosistemas.
En días altamente simbólicos y luego de cumplirse otro año desde el golpe militar, un vecino y ex preso político, ahora activo participante del movimiento hacía una analogía entre los campos de concentración del fascismo y la dictadura, con lo que sucede actualmente en esta zona de sacrificio “Nos tienen aquí prisioneros de una nube toxica que tortura y asesina a la población lenta y dolorosamente”. Por esto ha salido la población a la calle, para defenderse de sus agresores directos: la burguesía industrial y extractivista, así como el poder político que defiende los privilegios de quienes destruyen las vidas y los territorios.