“Our D-day was close to perfect….”Patrick Ryan. Agregado naval de la embajada de Estados Unidos. Palabras dichas el día 11 de septiembre de 1973. (1)
El 11 de septiembre no constituye sólo el inicio de la dictadura militar más oscuro, violento, y grave para la historia de Chile.
Revisando los periodos anteriores al asalto y bombardeo a La Moneda, encontramos intentos de alzamientos y presión empujados por la burguesía, la misma clase dominante, en resumen la oligarquía. Los uniformados han dado muchos nombres, desde ruido de sables, golpes gorilas, o responder el llamado del alma de la patria, pero en esos intentos tampoco han estado solos.
Confundidos entre la oficialidad del ejército de Chile han trabajado agentes al servicio de un país extranjero, que posiblemente comenzaron su deleznable oficio de traidores y vendidos, cuando el gobierno radical de Gabriel González Videla adhirió al llamado norteamericano para sumarse como satélite en la guerra fría. De eso conoce la izquierda en los campos de Concentración de Pisagua, basta recordar la visita del diputado Salvador Allende cuando Pinochet era un oscuro teniente responsable de aquella cárcel; el entonces diputado socialista viajó para constatar el estado en que se encontraban los presos políticos.
Dejaremos constancia de las masacres obreras cometidas por los militares para mantener la paz social o por decirlo de otra forma, cuidar los sagrados intereses de la burguesía, sin importar el costo en vidas humanas y que luego de las cuales, nadie fue llevado al tribunal ni encontrado culpable. La impunidad es la condición que exigen los uniformados para hacer el trabajo sucio o de sicarios.
Desde los años cuarenta la política exterior norteamericana trabajó de forma sostenida en todo el continente con sus agentes enquistados e instalados especialmente en el ejército y la policía. Adiestró a la policía y militares para combatir sindicatos y cualquier manifestación social que pusiera en peligro la paz social para mantener resguardados los intereses de la burguesía y la contención de modelos alternativos de los dictados desde el pentágono.
Nada extraño. Los militares tienen como esencia servir a la clase que los alimenta, los privilegia y les asegura impunidad. También constituyen las mejores ratas en los laboratorios/guerras de las armas que se transan en los mercados mundiales, especialmente en países pobres con profunda precariedad en sus sistemas democráticos, y no solo es América Latina, sino la enorme cantidad de conflictos en otros lugares del planeta como Africa.
No se puede dejar de hacer mención al impulso a las luchas de liberación y los movimientos revolucionarios en nuestro continente. Todos esos justos esfuerzos por alcanzar el poder se fundaban para detener el hambre, la miseria, la explotación, en resumen el subdesarrollo y la precariedad política para alcanzar y concretar cambios profundos.
La revolución cubana profundizó y aceleró la preparación de tácticas para detener todo aquello que ponga en peligro el modelo de dominación norteamericana. Activaron todos sus agentes y se lanzaron los agentes militares a un trabajo silencioso que no dudó en llegar al crimen para cumplir sus objetivos, que eran los intereses de una potencia extranjera. Se llamaba René Schneider el general asesinado por sus propios camaradas de armas y también agentes de la CIA.
No queda duda que el alzamiento del general Viaux, reconocido agente de la CIA durante el gobierno de Frei Montalva, que intentó una asonada militar o un motín, para exigir mejoras salariales, constituyó un primer serio ensayo para poder medir los niveles de respuesta de la izquierda, la adhesión de otros militares ante un eventual golpe uniformado.
Era necesario que la CIA y los militares confabulados conocieran la conducta de la ciudadanía, pero especialmente la respuesta de los partidos políticos frente a un golpe militar como los que ya se habían efectuado en el continente. En este juego militar sórdido, traidor y clandestino, donde la vida de las personas es lo que menos valor e importancia tiene, los agentes de la CIA al interior de las Fuerzas Armadas eran adoctrinados en el discurso y ejercicios de la guerra fría, la importancia estratégica de la Doctrina de Seguridad Nacional, donde el enemigo fundamental está al interior de la frontera que ellos manifiestan defender.
La CIA y el gobierno de turno en Bolivia trabajaron para asesinar al Che Guevara
Ante el evidente fracaso del gobierno PDC (1964-1970), se hace ya evidente el triunfo de la UP, que luego de un largo recorrido con tres duras derrotas, donde en 1964 y 1970 desde los EE.UU llegaron incontables recursos para impedir la victoria del gobierno popular, es allí donde comienza a gestarse un proyecto militar/económico que tendría a toda una camarilla uniformada dispuesta a llegar hasta el asesinato de su máximo líder para subordinarse a la CIA y el Pentágono.
Las FFAA son un segmento con el cual deben convivir todos los que habitan el territorio y que se sostiene con los recursos de todos los chilenos. Se le entrega el poder de las armas ante la eventualidad de algún ataque de una potencia extranjera. Todo un modelo cultural que hace apología a sus hazañas totalmente discutibles si fueron o no necesarias, posiblemente porque sean el ejemplo de que la guerra es la continuación de la política como describe el barón aquel.
El alzamiento militar de 1973 que detuviera el general Prats, es sin lugar a dudas la último ejercicio para colocar la fecha para el golpe final, del cual años después el Secretario de Estado norteamericano Powel dijera: de lo sucedido en Chile es algo que no nos orgullecemos”.
Traicionaron la institucionalidad de Chile. Quebraron el trabajo y esfuerzo de un modelo que aun presentando evidentes falencias en su elaboración, era lo que posibilitaba el trabajo de los poderes del Estado. Durante décadas los chilenos podían elegir a sus autoridades y la oposición podía convivir sosteniendo las más diversas posiciones política, propuestas y redactar proyectos de ley.
Durante décadas Chile se vio involucrado en conflictos de carácter global, llegando incluso a firmar tratados con los Estados Unidos extremadamente invasivos, donde el golpe militar de 1973 es una de aquellas expresiones. Otras lo son la compra y venta de armamento, la capacitación militar de la oficialidad en la lucha antiguerrillera, tortura, propaganda y finalmente el asumir la conducción política al mando de los países donde hubo que derrocar al anterior.
No existe en la historia de América Latina un golpe militar de la agresividad, perversión y odio, como el sucedido el 11 de septiembre en Chile.
También es muy relevante para poder perfilar el carácter de los militares traidores la permanencia por décadas de los civiles que se instalaban para favorecer a los grupos económicos, a la clase social que había pedido el golpe militar y los beneficios de todo tipo de los golpistas. Todas las dictaduras dejan amarradas una cantidad muy considerable de leyes que los favorecen en sus beneficios personales.
En Chile existió una evidente y comprobada intervención de la CIA.
Sus agentes en América Latina operaron abiertamente antes y durante el periodo 1973. La actividad social/política desde la embajada norteamericana era intensa, la cual era frecuentada regularmente por políticos del Partido Nacional y el Demócrata Cristiano. El financiamiento para acciones encubiertas incluyeron dineros para huelguistas, políticos y los más diversos medios de comunicación.
Las órdenes e influencia de los agentes de la CIA operando en el ejército en todos sus niveles está probada, basta remitirse al Informe Church del Congreso Norteamericano no deja duda alguna.
Los miles de muertos y desapariciones sucedidas durante la dictadura, nunca se había conocido en Chile, no sólo por la cantidad y la forma de exterminio sino para dejar establecido que nunca más sería posible un proyecto diferente al que imponían los Estados Unidos. Ese fue el rol protagónico de las Fuerzas Armadas chilenas.
Chile es un país donde el paso de lo militar a lo civil fue pactado. Todas las condiciones que impusieron las Fuerzas Armadas se cumplieron a cabalidad por la concertación en sus primeros años. Se debe recordar que Pinochet dijo públicamente que no aceptarían ser juzgados en tribunal alguno por ninguna causa. Nunca habrá un juicio a las Fuerzas Armadas por traición a la patria. Los cómplices son parte de aquellos que alentaron el golpe militar, los que mantienen la impunidad y han resguardo los poderes fácticos para que modelo neoliberal siga existiendo en beneficio de los más ricos manteniendo el profundo abismo de la desigualdad donde la vida de millones está de forma cotidiana en el borde de la muerte por hambre y la falta de futuro.
Se deja constancia para no olvidar, que quien encabezó el golpe militar de 1973, fue encontrado culpable de haber robado dinero fiscal. Todo un ladrón y otros generales también.
Traición hubo y los traidores existen. Militares chilenos sois unos vendidos.
(1) Allende. Patricia Verdugo. Editorial Catalonia. Santiago. Chile