Así respondió el ministro de Hacienda Felipe Larraín en entrevista matinal de TVN :“A mí siempre me dicen: ‘Ministro, el IVA al libro…’ para tener un incentivo a la lectura. Pero el día de mañana, una vez que uno le reduce el IVA al libro, ¿Qué pasa al día siguiente? (Viene la reducción de) El IVA a los alimentos de primera necesidad (…) Y después, me dicen, el IVA a los medicamentos”, afirmó.
Es con este desprecio por las preocupaciones inmediatas de los consumidores y asalariadas del país que responden los selectos ministros de Piñera. Sus dichos los retratan de cuerpo entero. Seres insensibles a lo que los chilenos y chilenas necesitan. Para los oligarcas en el poder, que se dicen corridos en el mundo, pagar impuestos por libros, remedios y alimentos de más necesidad es de lo más normal. Lo reiteramos: en los países desarrollados donde el buen Gobierno significa preocuparse por la salud, la cultura y la calidad de vida, los remedios son subvencionados por el Estado, la lectura fomentada con IVA recortado y los espectáculos tienen rebajas más que sustanciales para las personas de la llamada tercera edad.
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Las alabanzas y aplausos al paquete de regalos tributarios a la oligarquía empresarial de Piñera y su equipo neoliberal (Felipe Larraín, Hacienda; José Ramón Valente, Economía; Alfredo Moreno Charme, Desarrollo Social; Nicolás Monckeberg, Trabajo), vienen precisamente de los mandamases de las organizaciones empresariales. Alfonso Swett de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) expresó que “valoraban la integración del sistema”, pero que van a exigirle al Gobierno de Piñera “bajar los impuestos corporativos” (las ganancias contables de las empresas).
Al mismo tiempo el Senado aprobó ayer un miserable aumento del salario mínimo propuesto por Piñera y su equipo, que quedará en 286 mil pesos. Lo peor es que la aceptación de la propuesta de Larraín es presentada por algunos medios como una derrota para el Gobierno porque éste pretendía que el aumento no fuera para agosto. Como siempre el movimiento sindical burocratizado, dividido y por la tanto impotente, está completamente ausente de la lucha por un salario digno.
Escrito por Leopoldo Lavín Mujica