La buena voluntad de Clarin.cl y de sus lectores me va a permitir instalar tres hipótesis acerca de quiénes son realmente estos ahora conocidos hombres públicos, -Rojas y Ampuero-, que, comunistas o miristas (?), pasaron a ser los primeros ex izquierdistas en formar parte de gabinetes ministeriales de derecha y extrema derecha en la historia de Chile. Y a ser, uno de ellos, nada menos que “speechwriter” de un Presidente apoyado por la extrema derecha.
Nunca antes hubo fenómenos de este tipo. Vale, entonces, hacer este esfuerzo destinado a un juego dialéctico que tiene por objetivo que sean los lectores – no yo- los encargados de, si lo quieren, incorporar otras hipótesis y, si es posible, concluir después de ello, las tesis que le parezcan sobre estos dos fenómenos políticos de actual importancia.
¿ROJAS Y AMPUERO, CONVERSOS Y SÓLO CONVERSOS?
Sobre Ampuero he escrito mucho (unas 6 ó 7 columnas), más de lo que se merecía como escritor y político. Lo he hecho porque lo conocí personalmente, porque militó en mi partido de entonces y porque es un caso excepcionalísimo en la política chilena. Además, porque ha atacado y puesto en peligro a compañeros comunistas que conocí y a compañeros del Mapu OC con los que aún comparto compañía. También porque en “Detrás del Muro” ha levantado calumnias e injurias (disfrazadas de “literatura”) contra mi persona. No voy a repetir mi diagnóstico periodístico sobre tal rufián.
Mauricio Rojas es, para mí como para todos, incluida su madre ya en paz, casi un desconocido. Alguien que se columpia entre “yo fui” y “no es así” y que ya ha desaparecido del escenario. Otro rufián.
Según Mauricio Rojas Mollar, ex ministro de las Culturas de Piñera, historiador y redactor de discursos del Presidente Piñera en su segundo gobierno, él es un “converso”. Así lo señaló en sus entrevistas de TV, en sus clases universitarias y en sus libros. Ej.: “Diálogo de Conversos”, donde él y Ampuero se califican como tales: gente de izquierda (y de extrema izquierda) que, repentinamente, en el caso de Rojas Moller, pasan a ser plumarios y voceros de derecha y de gobiernos de derecha, y que, en el caso de Ampuero, en un plazo de veinte años pasa de ser un admirador del comunismo real (RDA y Cuba, desde los 70) a ser un autor que prueba el carácter tiránico y criminal del comunismo real, que él vivió, y con ello se gana un puesto a la cabeza del anticomunismo chileno y otro en los dos gabinetes de Piñera.
Conversos son, en castellano, las personas que han aceptado una ideología política o religiosa distinta de la que mantenían hasta ese momento.
En un mundo hegemonizado hoy por medios de derecha, “conversos” son personas de izquierda que pasan a ser personas de derecha, reaccionarias o liberales, y nunca al revés, como lo fue en Chile en los años sesenta cuando numerosos dirigentes políticos de izquierda cristiana pasaron a ser marxistas leninistas declarados (Ejs.: Tomás Moulian, destacado intelectual de izquierda; Rodrigo Ambrosio, fundador del Mapu; Enrique Correa, ex estudiante
de teología en los sesenta, que pasa a ser comunista científico a fines de esa década, etc…)
Plumarios son, en castellano, las personas que tienen como oficio escribir. La palabra plumario viene del latín “plumarius” y de pluma y se aplica también a quienes tienen como oficio construir obras de arte con plumas.
En Chile el ámbito de los comunistas conversos -la mayor parte de ellos muy distintos- va de quienes viajan desde la izquierda al centro político, o desde la izquierda radical a la centro derecha neoliberal, o desde la izquierda a la derecha.
Ernesto Ottone (padre) es un converso. Sociólogo y doctor en Ciencias Políticas, de dirigente mundial de las Juventudes Comunistas (nueve años como tal en Budapest) pasó a ser un hombre crítico del comunismo, al que renunció, y llegó a dirigir el segundo piso del moderado presidente Ricardo Lagos. Ha escrito obras como “El Viaje Rojo” y “El Segundo Piso”.
También ha hecho ese viaje, y tal vez más pronunciado que Ottone, el ex comunista Sergio Muñoz, periodista y escritor (“Ardua Libertad” y “El País Posible”).
Enrique Correa Ríos y Óscar Garretón P. han pasado, en años, desde marxistas y dirigentes insurreccionales a miembros de compañías o empresas evidentemente ligadas al gran capital que propusieron eliminar y lucharon por destruir.
Caso muy especial lo personificó el destacado escritor Carlos Cerda, muerto a los 59 años en 2001. Activo militante comunista, hizo su exilio en la RDA, donde permaneció doce años, y terminó su corta vida como crítico serio del comunismo real (“Morir en Berlín”), al mismo tiempo de mantener su crítica a la burguesía chilena (“La Casa Vacía”).
¿Qué diferencia a todos estos de Ampuero y Rojas?
Mucho. En política -ya no en la claroscura o compleja ideología- ni Ottone ni Muñoz, ni Óscar Garretón ni Enrique Correa Ríos, ni menos Carlos Cerda, llegaron a simpatizar activamente con la derecha y a colaborar con ella en tareas de gobierno…y hasta a nivel de ministros. Ninguno, a pesar de sus capacidades de conversión y relaciones, llegó a ser embajador o Ministro de un gobierno de derechas.
Fueron, para estos menesteres – y al margen de las suposiciones o juicios que tengamos sobre ellos- muy distintos a Ampuero y Rojas.
Rojas, esto es lo objetivo, salió de Chile en 1974 siguiendo a su madre, Juana Mollar, exiliada en Suecia después de ser torturada en Villa Grimaldi por militar en el PS y proteger a un dirigente perseguido por la dictadura. En Suecia, muy rápidamente, se distanció de su madre -que nunca comprendió su actitud y postura- y entró a militar en el Partido Liberal sueco, de derechas.
¿Puede hablarse de conversión? Rojas dice que sí, porque antes de ser “liberal” y derechista en Suecia fue “mirista” en Chile. Andrés Pascal, máximo dirigente del Mir vivo, ha declarado que el Sr.Rojas nunca militó en el Mir, ni en Chile ni en Suecia.
Rojas ha declarado a su vez no sólo que fue Mir sino que se reunió dos veces con Miguel Enríquez, el asesinado máximo dirigente, y que prestó su casa del centro de Santiago para una reunión de la alta dirección nacional del Mir.
Es precisamente por ello que se declara converso y que escribe con Ampuero dos libros llamados “Diálogos de Conversos”.
Conversión, si la hubo, fulgurante, de un día para otro o inmediata, similar a la de Paulo de Tarso -soldado romano perseguidor de cristianos- que un rayo caído del cielo convierte en el apóstol Pablo, el principal escritor cristiano del siglo I, el hombre de las epístolas, decapitado en Roma.
Uds. dirán: Ampuero y Rojas ¿sencillamente conversos?
La prensa de derecha seguirá hablando de “conversos” en el caso de estos dos.
Para nosotros el asunto es más complejo.
(Continuará con otras hipótesis: “¿AGENTES?” y “¿MITÓMANOS CASI PARANOIDES?”)