El cambio de gabinete huele a una liquidación forzosa de ropa de temporada. El arribo de la nueva estación, obliga a empezar a guardar la ropa de invierno, pues al iniciarse septiembre, urge despercudir la de primavera. Clóset, roperos y baúles de por medio, deben ser revisados y oreados. Las polillas, pueden haberse dado un hartazgo y urge salvar las prendas del exterminio. Toda esta historia de recambio, es causa del nuevo gabinete, que algunos empiezan a llamar ensalada rusa; y hablar sobre el tema, puede producir injustas contrariedades. Escribir es más arriesgado que andar con bombas molotov amarradas a la cintura. No olvidemos que el CAI (Consejo Asesor de Inteligencia) o CAÍN, como lo empieza a llamar el público, nos pueden investigar por el desparpajo en el uso de la información.
He lamentado y duele la remoción del ministro Varela, cuya candidatura al sillón H de la Real Academia Española, se encontraba a punto de materializarse. Un bochorno. El desaire que se hizo a España y a sus instituciones culturales, al retirar su candidatura, es ofensivo y puede perjudicar las relaciones entre ambos países. Chile ha perdido una preciosa oportunidad, pues el mentado sillón H es el más apetecido, y así lo saben los filólogos. Se cometió una injusticia al remover a este lingüista de prestigio internacional, desde un ministerio tan vinculado a la cultura, autor de oportunas frases que endulzaban nuestros inmaculados oídos, cuando hablaba en cátedra. Sus sentencias, adagios, metáforas que ningún poeta se atreve a utilizar con tanto desparpajo y propiedad, han enriquecido nuestra lengua. Los amantes de la picaresca, y a mí me parece injusto su comportamiento en esta materia, se reían a gritos de la verbosidad del ministro.
Se marcha doña Alejandra Pérez, Ministra de las Culturas, lo cual lamentamos por tratarse de una mujer, que no dudamos, ama la creatividad. Se ha sabido que escribe cuentos. La va a reemplazar el historiador y escritor Mauricio Rojas, quien habría sido del MIR. Ignoramos si a los miembros de este grupo se les entregaba un carnet, una credencial, o una placa de identificación, para exhibir cuando se les preguntaba sobre sus aptitudes revolucionarias. Entonces, si don Rojas dispone de semejantes elementos y atributos probatorios de su rebelde filiación, debería mostrarlos y después le creeríamos de su militancia de joven aureolado por el amor a la insurrección. Ahora ha renunciado y huye a ocultarse en el anonimato.
Debido a la alarma y miedo del beaterío político, el gabinete de don Piñera se empieza a teñir de rojo, amarillo y de los colores del arco iris, para satisfacer a quienes sufren de daltonismo o no creen en la pluralidad política del gobierno. No es mazamorra o guiso preparado con las sobras del día anterior. ¿Quiénes salvaron al ministro de Salud, don Santelices y al de economía don Valente? La SOFOFA, consejera privilegiada del gobierno, habría solicitado mantenerlos. Si el presidente en los próximos cambios de gabinete, deseara incorporar a infinidad de tránsfugas desteñidos, ahora teñidos de otro color, y con la chaqueta al revés, por necesidades de pedigrí o cesantía, nadie se lo va a impedir. Ahí figuran soplones, desertores de guerra, donde nunca participaron. Nombrarlos en esta crónica, sería inoficioso y a quienes no mencionamos por omisión u olvido, se indignarían de nuestra actitud. El abanico de postulantes alcanzaría para integrar miles de gabinetes variopintos, vocablo que tanto seduce a los liberales.
Se ha sabido que a los ministros se les ha solicitado hablar menos y masticar muy bien las palabras antes de decirlas. Si no pueden refrenar la díscola lengua, ese órgano muscular movedizo y traidor, deben encerrarse y hablar hasta por los codos en la intimidad del hogar. Que sea la familia la encargada de soportar la verborrea. Ponerles bozal, como sugirió un íntimo del jefe, vinculado al CAÍN, resultaría denigrante. No es la idea llegar a la afasia, la cual se convierte en censura. Y desde la censura a la dictadura, apenas hay un jeme. Como no somos ministros y no aspiramos a serlo jamás, por falta de vocación y ajenos al travestismo ideológico, podemos expresar nuestras opiniones. Si nos quedamos mutis por el foro, nos van a acusar de cómplices. Escribir tiene riesgos, pues la palabra hiere más que el acero.
¿Cuántos días durará este recauchado gabinete chillón, como traje de payaso? El tiempo necesario en que los ministros se aburran de mantenerse amordazados. Luego, decidan salir a vocear por las calles de la ciudad, las bondades de la liquidación forzosa de invierno, en calidad de mercachifles, con el perdón de los vendedores ambulantes.