Noviembre 23, 2024

Converso o traidor, todo depende del ojo con que se mira

El foco de la crítica política de izquierda de este fin de semana, ha estado dirigido contra Mauricio Rojas recién nombrado por el presidente Sebastián Piñera, ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, quien recientemente, en una entrevista con CNN en 2016 (1), se refirió al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, texualmente, como un montaje, una tergiversación de la Historia.
 
 Además, siendo diputado en el parlamento sueco (2002-2006), se refirió de sus propios electores como  "cabezas negras" provocando la indignación de su partido que pidió su expulsión (2), digo todo esto, para ilustrar su historial de haber conseguido provocar a un sector de la sociedad en su tiempo y lugar correspondiente, no para avalar ni descartar la tesis que se escucha,  que realmente sea un provocador profesional.
 
El ministro Rojas comparte con otro ministro de Piñera, Roberto Ampuero, la denominación  de "conversos", de hecho, en la misma entrevista de CNN que cito más arriba, estaban ahí para presentar un libro que habían hecho a medias, titulado "Diálogo de conversos", cabe destacar que la palabra converso, significa simplemente darse vuelta la chaqueta o traicionar a sus compañeros, sin embargo, en una acepción más benévola, más digna o sublime, significa que el alma vuelve del pecado a Dios, y es esa la intención que creo tuvieron los autores de los "Diálogos de conversos" para sacarse el estigma de traidores o renegados, dándole cierta épica a su misión en este mundo, pasándose al bando de sus antiguos enemigos, con ello estarían mitigando el daño hecho a la sociedad en sus tiempos de juventud, y de paso obtendrían una recompensa participando del poder que les fue negado cuando equivocaron el camino y se perdieron en la mitad de esa selva oscura.
 
De modo que no es raro tenerlos en el primer equipo del presidente, de hecho ya eran sus estrechos colaboradores, Ampuero fue ministro de Piñera en la misma cartera en que hoy se instaló a Rojas quien hasta ayer era su asesor comunicacional y de estrategia, en rigor, su libretista.
 
Tampoco es raro que sea Sebastián Piñera quien los reclutara, el presidente tiene cierta predilección por hacer notar su poder de seducción comparable al levantamiento de una pareja a otro, o la de introducirse en la alcoba nupcial yaciendo con la novia mientras su compañero duerme.
 
Los casos son numerosos, Fernando Flores ex ministro  de Allende y ex senador de la Concertación en su primer gobierno, Ravinet como ministro de Defensa, Adolfo Zaldívar como embajador, Jorge Edwards ex embajador de Allende en Cuba como su embajador, y el mismo Ampuero. Sin hablar de sus intentos de seducción fallidos con Aylwin, y con Gabriel Valdés al cual lo tenía medio convencido de hacerse cargo de la embajada del Vaticano.
 
Con todo, Piñera es pragmático, no se da estos gustillos porque sí, sabe de los riesgos de contar en su primera fila con mercenarios, renegados, o conversos, sabe de la historia entre el sapo y el escorpión (3), sin embargo constata que la Izquierda se tiene tomado el mundo de la Cultura, y que la memoria condena a la Derecha por su participación en la dictadura de Pinochet. 
 
Así las cosas, es que el presidente ve a estos personajes osados y controvertidos, en un plan maestro para liberar a la Derecha del peso de la Historia y la Cultura, que evidentemente juegan en contra del proyecto devastador del nuevo capitalismo.
 

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