El rechazo, con una votación de 38 en contra y 31 a favor, en el Senado argentino el proyecto de suspensión del embarazo. Este retroceso coincide con el traslado de los restos de Simone Veil, ex ministra de Salud de Francia al Panteón, en 1975 defendió el aborto libre, ley que fue promulgada por el Presidente católico, Valèry Giscard D`Estand, quien a pesar de estar en contra del aborto pesaron más sus deberes de Jefe de Estado laico, sobre sus convicciones personales.
El Papa Pablo VI, de familia democratacristiana, le recordó al Presidente de Francia sus deberes de católico que lo obligaban a no permitir el debate en la Asamblea Nacional sobre el proyecto de ley de aborto que, para los católicos significaba la excomunión ipso facto.
Simone Veil, (judía, de apellido Jacob), fue conducida a los campos de concentración nazi, pero logró sobrevivir, no así su familia, que pereció en manos de los nazis), murió a los 89 años y, precisamente el 8 de agosto de 2018 logró el honor de sumarse a los restos Jean Jaurès – entre otros grandes personajes de la historia de Francia -, gran defensor del laicismo y la separación de la Iglesia y el Estado, acaecida en 1906, (en Chile lo logramos, a medias, en 1925).
La feminista y libertaria Belén de Sàrraga consignaba, en uno de sus libros, que en un Concilio de la Iglesia Católica se discutía si la mujer tenía alma o no; ganó, por un solo voto, la primera proposición. Hasta hoy hay algunos católicos reaccionarios y fundamentalistas que sostienen que la mujer un receptáculo para gestar nuevas vidas: es la madre y empleada de la casa y, cuyo camino de santidad es el procrear y educar a sus hijos, (tal como lo hiciera la madre de Jesús de Nazaret).
Siguiendo el libro de Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, (santo que bendecía los fusilamientos de los “rojos” en la España franquista, al no tener derecho a la vida por ser ateos), dice que mujer, como todo ser humano, debe cumplir a cabalidad el oficio que Dios escogió para ella: ser madre y sumisa esposa.
Afortunadamente, ya no estamos en los tiempos en que se discutía si la mujer tenía alma o era un simple animal reproductivo, un mamífero. Ya murió también el fanático Papa polaco, Juan Pablo II, ahora decretado santo quien, a gritos, maldecía a los partidarios del aborto, no sólo condenándolos a la excomunión, sino también anunciándoles el castigo de las llamas del infierno. Nadie enviaría a la hoguera a una mujer que dese interrumpir su embarazo, pero sì a la cárcel, con condena de hasta 30 años, (ocurre en El Salvador, Honduras y Nicaragua, paradójicamente, dos de estos países, actualmente con Presidentes llamados de izquierda).
En Europa, salvo Malta y El Vaticano, todos los demás países tienen leyes de aborte libre. En Norteamérica, Canadá, Estados Unidos y Estado de México; en Sudamérica y el Caribe, Cuba, Puerto Rico, Guyana y Uruguay (este último país a partir de 2012).
El debate en Argentina sobre la interrupción del embarazo fue ejemplar: la mayoría de las intervenciones, tanto en la Cámara como en el Senado, demostraron gran calidad política – muy superior a la de nuestro -. El aporte argumentativo de los científicos, médicos y juristas, fueron impecables. El debate sobre el tema logró penetrar e involucrar a la sociedad argentina: nadie se declaró indiferente ante el tema – sólo se dieron dos inexplicables abstenciones en el Senado -.
Los discursos brillaron: el senador Fernando Pino Solana, de 82 años actualmente, logró emocionar con un recuerdo personal respecto al aborto a una de sus ex novias, con la frase genial, “el goce es un derecho humano fundamental”. Todos esperaban el discurso de la actual senadora Cristina Fernández quien, durante su mandato como Presidente de la República, se había pronunciado en contra de la interrupción del embarazo, ahora lo hizo a favor: no he cambiando de opinión por influencia de mi hija, sino por las miles de chicas que se han volcado a las calles que sí lograron que cambiara mi postura. Posteriormente, agregó: “estamos rechazando un proyecto sin proponer nada alternativo, y el aborto clandestino seguirá igual una vez rechazado el proyecto”… Cuando en 15 años más las compañeras de curso de mis nietas les pregunten qué hizo tu abuela en favor del aborto, podrán contestar, con orgullo, de su voto positivo en el senado.
La votación de 38 en contra y 31 a favor se conocía al comenzar la sesión del día 8 de agosto, a las 8 horas, y se repitió, exactamente, hacia las 3 de la mañana del día jueves, lo que prueba que el largo debate no cambió un solo voto.
La Iglesia Católica argentina es una de las más reaccionarias de América Latina. Rafael Videla, dictador de las màs brutales dictaduras de América Latina, comulgaba diariamente – lo mismo hacía Augusto Pinochet -. La mayoría de obispos y sacerdotes se prestaban al tráfico de hijos nacidos en cautiverio, asì como también bendecían la introducción de ratas en las vaginas de las mujeres y la violación por perros amaestrados. ¿Qué autoridad moral tienen los clérigos para condenar a mujeres que se ven obligadas a recurrir al aborto clandestino, a causa de la penalización?
Ninguna mujer recurre al aborto bailando la “zamacueca” o cantando el tango Uno, pues está aterrada ante el peligro de muerte, y si se salva, caer en la cárcel. Nadie anda por la calle exterminando cigotos o fetos y las mujeres abortan no son asesinas. Las niñas ricas lo hacen en Inglaterra – o mejor, en Canadá, que se puede abortar justo en el dìa antes del nacimiento, es decir, no existe un plazo limitado para realizarlo -, las de clase media podrían ir a Uruguay, pero el 40% de argentinas pobres no tienen otra opción que el aborto clandestino.
No pasará mucho tiempo para que esta ley sea aprobada en Argentina, a lo mejor, en 2019 o 2020, cuando se elija un nuevo Congreso. También podría ocurrir que cuando se discuta el nuevo Código Penal, se contemple la suspensión de la pena de prisión para aquellas mujeres que han decidido la interrupción del embarazo.
Al fin y al cabo el mundo progresa, y es muy difícil volver atrás en los derechos reproductivos y la educación sexual y la contracepción. Ya no resta casi ningún cura que recomiende el método Agino, o pedir a la pareja que opte por la castidad, a fin de controlar la natalidad, ante la pobreza creciente de las familias argentinas. Ni siquiera el Papa Francisco se atreve a plantear que sólo un obispo puede levantar la excomunión, pudiéndolo efectuar cualquier cura en el perdón de la confesión.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
10/08/2018