Humberto Ortega se ha vuelto un opositor a Daniel Ortega. ¿Es como si en Cuba Raúl Castro se hubiera vuelto hace unos años opositor a Fidel?
La Revolución Nicaragüense triunfante en 1979 fue, después de la cubana, la revolución más importante de Latinoamérica en el siglo XX.
En los años setenta el imperialismo norteamericano ejercía su dominio aquí casi sin contrapeso. Con el gobierno Nixon-Kissinger, por ejemplo, EEUU se dispuso a apretarle el cuello a Salvador Allende incluso antes que éste asumiera democrática y pacíficamente el gobierno de Chile.
Es también la época en que las tiranías cívico-militares de extrema derecha, orientadas por la CIA, se coludieron para aplastar las luchas democráticas y revolucionarias en Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay (Bordaberry), Chile y finalmente Perú con el gobierno militar de Morales Bermúdez, que defenestró a Velasco Alvarado y se incorporó al Plan Cóndor.
En ese contexto tan difícil triunfó en Nicaragua la Revolución Sandinista.
Fue inteligente su dirección, fue muy amplio el abanico contrario a la dictadura de Somoza y fue clave el apoyo político-militar que el sandinismo recibió de revolucionarios latinoamericanos.
Desde Cuba, donde fue solicitado por el FSLN el apoyo internacionalista, se inscribió y marchó a Nicaragua la inmensa mayoría de las y los militantes de la izquierda chilena residentes en la isla, militares y civiles de diverso grado de preparación. Comunistas, socialistas, miristas, radicales, de izquierda cristiana y de los dos mapu estuvieron dispuestos a entregar la vida por Nicaragua.
Lo que se sabe es que ellos fueron muy importantes en el triunfo sandinista y en los primeros días del nuevo gobierno, por su aporte a la lucha insurreccional final, a las nuevas fuerzas armadas (incluida la Aviación) y al nuevo estado democrático.
Están en la historia nicaragüense numerosas y numerosos héroes chilenos que allí cayeron y muchos “oficiales” nuestros que allí dirigieron. Habrá tiempo para que ellos se inscriban en la historia de Chile.
El proceso democrático nicaragüense post Somoza tiene ya 39 años. De esos durante 19 años el FSLN perdió la Presidencia de la República aunque conservó una relevante importancia social y militar. En ese período gobernó una Presidenta de centro (Violeta Chamorro) y dos Presidentes de derecha (Alemán y Bolaños). Cundieron las privatizaciones y la corrupción.
En 2001 el FSLN recuperó en elecciones el gobierno del país.
En 2007 el FSLN de Daniel Ortega en alianza con ex dirigentes de “Los Contra” (Jaime Morales, Vicepresidente) gobernó hasta 2012.
Hoy el Presidente Ortega, uno de los más destacados hombres de la Revolución de 1979 y del proceso democrático, se mantiene en el poder. La última elección, de 2016, la ganó, con el 66,7 % de los votos junto a su actual esposa (Vicepresidenta) Rosario Murillo. La próxima elección debería realizarse en 2021.
No ha habido en Nicaragua, después de su revolución contra Somoza, triunfante en 1979, un cambio económico, institucional y ético como el que vivió, por ejemplo, Cuba en los primeros treinta años de proceso revolucionario.
Lo de Nicaragua ha sido un proceso democrático zigzagueante y en muchos sentidos superficial y tradicional.
Pesaron los 43 años de la dictadura somocista (1936-1979) y la abierta intervención de los EEUU y pesa el mantenimiento de la vieja política de los acuerdos secretos, al margen de la gente, y el campante desarrollo de la corrupción.
No existió para Nicaragua sandinista el apoyo económico y político que Cuba recibió de la URSS desde 1959 a 1990. En 1990, hace ya 28 años, desapareció la URSS.
Tampoco hubo en Nicaragua un líder y dirigente que pudiera ser comparado con Fidel Castro, coetáneo con el proceso sandinista inicial.
Todos los analistas de este tiempo coinciden en valorar, incluso más que antes, la relevancia del papel de los dirigentes que se han distinguido como los mejores en el seno de su sociedad y su tiempo.
Fidel cuidó su dirección y su poder que, como todos, se fundamentó en la hegemonía y la fuerza. Y bosquejó con claridad hasta su herencia política.
No podíamos esperar que fenómenos naturales tan excepcionales como la existencia de un líder desde sus 23 a sus 81 años, se repitiera en su país o en otro, incluso en otra época,
Pero sí pensamos que la dirección política sandinista de Daniel Ortega no se apartaría tan diametralmente, como lo ha hecho, de elementales pilares democráticos y, por cierto, revolucionarios: la ética privada y pública, el liderazgo moral (que no necesita repetir consignas religiosas), el cuidado de la dirección y la unidad política, el respeto permanente a las decisiones democráticas, el desarrollo de la economía al servicio de la nación y el pueblo, el cultivo de la hegemonía, mayor por cierto que el de la fuerza bruta, la paz social después de las batallas.
El 30 de julio recién pasado Humberto Ortega, hermano del Presidente de Nicaragua, se sumó a las críticas al gobierno (“al Estado” dijo él) en una entrevista de CNN ( hecha por un periodista cubano evidentemente anti-revolucionario).
El general Humberto Ortega fue, para la izquierda chilena, desde fines de los setenta, un símil de Raúl Castro. Un destacado guerrillero que luchó intensamente y que triunfó como jefe militar, ocupando con pleno derecho el segundo liderazgo del país.
Barriendo la hojarasca que dejó caer CNN la noticia de la entrevista fue clara: Humberto Ortega está en una posición política muy distinta a la de su hermano y ex compañero guerrillero y de gobierno. Está porque el Presidente Ortega ponga fin a los abusos militares de escuadrones ilegales contra la gente, está por la continuación del diálogo político; está por el alto militar a la crisis; y está por adelantar las elecciones presidenciales para que hoy la gente decida si da mayoría a Daniel Ortega o triunfa la oposición.
¿Podríamos decir que en Nicaragua, guardando la distancia, “Raúl se le alzó a Fidel”, una analogía forzada como toda analogía?
Creo que no.
Ni Humberto es Raúl ni Daniel es Fidel.
Y Nicaragua no es Cuba, es Nicaragua.
Humberto Ortega (71 años ), el hermano del Presidente, fue desde muy joven un luchador sandinista. Herido en combate en 1969 perdió incluso la movilidad de su brazo derecho.
Encabezó, en la guerra antisomocista, la tendencia tercerista insurreccional (insurrección urbana), que terminó triunfando. Fue fundador y Primer Comandante en Jefe del Ejército Popular Sandinista y Ministro de Defensa desde 1979 hasta 1990, derrotando a “Los Contra” apoyados por los EEUU.
Ha escrito varios libros, entre ellos “Sobre la Insurrección” y “La Epopeya de la Insurrección”.
Hoy está dedicado sobre todo a sus negocios, principalmente en Costa Rica.
Se declara aún “tercerista” y dice tener una relación afectuosa y fraternal con su hermano.
El Presidente Daniel Ortega (72), varias veces electo, cambió, en las últimas elecciones, que ganó por amplio margen, los colores rojo y negro del FSLN por el color rosado, y el viejo himno sandinista de Mejía Godoy por una bella canción de los Beatles (“Give Peace a Chance”, traducida como “Trabajo y Paz”) (?).
Parece que la revolución es cosa del pasado y que Nicaragua se debate en una grave pugna derivada de las protestas populares cuando el gobierno pretendió bajar las pensiones. Cosas de todos los días en América Latina ¿o no?
Dan ganas de cantar “Nicaragua Nicaragüita” de Mejía Godoy pero son pocos los que la cantan.