“Las manos limpias” italianas y el Lava Jato, en Brasil, comenzaron a arrojar resultados cuando los empresarios se pusieron a hablar. A diferencia de los políticos, que en todos los casos tienen experiencia de cárcel y cuero duro, los empresarios, acostumbrados a la buena vida y a la nula fiscalización, apenas pasan una noche en prisión y ya entran en pánico, (en Comodoro Py, los empresarios detenidos lloraban a mares).
En el caso italiano, los políticos fueron los últimos en hablar, incluso, Bettino Craxi alcanzó a huir a Túnez, donde murió. En cuanto al Lava Jato, Marcelo Odebrech se encuentra recluido en una “cárcel” con siete piscinas, sauna, canchas de tenis y otros lujos, que darían envidia a cualquier mortal – ser empresario y, además, corrupto, da fama, televisión y admiración pública -.
Todos estos casos de corrupción, tanto de empresarios como de políticos, comienzan con hechos anecdóticos: en Italia, a causa de una fiscalización a la casa de ancianos; en Brasil, por el descubrimiento de transacciones en una empresa de lavado de autos, (Lava Jato). En el tango de los “cuadernos” argentinos, se debió a la acusación de la desdichada mujer, Hilda, que no conforme con la casa que le regaló su marido, Oscar Centeno, por pequeña – según ella – lo denunció ante la justicia, dando cuenta de la existencia de los “cuadernos”, en medio del llanto, en el programa televisivo de Mauro Viales, en que agregó, también, haber recibido continuos golpes de Centeno, quien, a su vez, la acusó de chantaje.
Oscar Centeno, asustado, le pidió a su amigo Bacigalupo que le guardara los “cuadernos” por algún tiempo; este personaje que odia a Cristina Fernández y, por añadidura, es un facho pobre, lo traicionó entregando el original de los “cuadernos” al periodista del Diario La Nación Diego Cabot, quien los fotocopió e investigo junto a dos ayudantes del programa de Maestría. Sin estar muy seguro de publicar estos documentos, escribir una novela o bien, entregarlos a la justicia, optó por pedir una entrevista con el fiscal Carlos Stonelli quien, a su vez, le dedicó más de tres meses a investigar las concordancias del contenido de las fotocopias de los “cuadernos” y la realidad.
El original de los “cuadernos”, a estas alturas de la investigación, ha dejado de ser una prueba fundamental, pues hay muchas declaraciones que revisten mayor contundencia probatoria, (al parecer, Oscar Centeno los quemó).
En la mayoría de los casos de corrupción, los fiscales y los jueces, a pesar de ser protagonistas en la Prensa mundial, no son fundamentales, pues la verdadera clave está en la delación compensada y en el arrepentimiento, en el caso argentino. En la institución brasilera, el fiscal y el juez pueden ofrecer la libertad al inculpado a condición de que entregue información, considerada relevante en las causas, pero si mienten, se rompe el pacto y se multiplica la pena. En el arrepentido argentino, las ofertas del fiscal son restringidas, es decir, se le “paga menos por cantar Cambalache”.
El gran valor para la investigación en el caso argentino es que existen muchos empresarios implicados y detenidos, entre ellos, Carlos Wagner, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción y, además, gerente de ESUCO; Javier Sánchez Caballero, gerente de IECSA, que también trabajó para la empresa del primo del Presidente Mauricio Macri, Ángelo Callatera, (el Presidente Macri le aconsejó declarar la verdad y preparar una muy buena obra musical); otro de los empresarios, íntimo amigo de la familia K, especialista en empresas eléctricas; Jorge Neira, de este mismo rubro; Armando Loson, de la empresa ALBANSI Constructores; Juan Goicochea, de ISOLUX, que tuvo a su cargo la construcción del tren bala; Carlos Mundin, de BTU. Seguramente, van a caer en la justicia otros cuantos empresarios.
Hasta ahora van doce detenidos, seis prófugos, 24 allanamientos, en que la policía ha procedido con mucha “delicadeza, caballerosidad y comprensión”.
La figura delictual por la cual se investiga es asociación ilícita para delinquir que, en el caso de los directivos y coordinadores, la pena fluctúa entre los cinco y treinta años de prisión.
En cuanto al chofer, Oscar Centeno, está en categoría de imputado colaborador, es decir, el Estado lo protege ante cualquier posible atentado, (es lógico que cuando el denunciante habla tiene cero interés para los denunciados, como ocurre con Fariña en el caso de Lázaro Báez, amigo personal de Cristina Fernández).
(La próxima entrega estará destinada a los políticos, tal vez menos interesante que los empresarios, pero sin preverlo, la personalidad del extinto Presidente, Néstor Kirchner, se ha transformado en un actor mil veces más interesante que el Avaro, de Molière, (dicho sea de paso, las últimas investigaciones en los archivos, en Francia, no lo escribió Molière, sino el gran Pierre Corneille).
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
06/08/2018