El ministro de Economía, Juan Ramón Valente, es un twitero sempiterno y escribe frases inesperadas: en una entrevista con Tomás Mocciatti lanzó la peregrina idea según la cual si él fuera inversionista, no lo haría en Chile, y para enmendar palabras tan comprometedoras, agregó algo que es verdad, es decir, que no hay que meter todos los huevos en la misma canasta, (a esta idea, muy de sentido común, se le denomina diversificación de activos, pues si pierdes en uno, la ganas en otro).
Los hipócritas condenan a Valente por el hecho de que un ministro de Economía en funciones aconseje no invertir en su país. Pienso que hoy vivimos en la época de la posteridad y de la franqueza sin límites, y lo que interesa la frase que llame la atención para ser leído y, ojalá, retuiteado. En el colmo del cinismo, los ministros de Estado no sólo de su país, sino también del universo de los financistas.
Algunos ministros siguen los consejos del gurú, George Soros, el judío-húngaro que destruyó, en dos días, el valor de la Libra Esterlina, y le ganó de lejos al Banco del Tesoro inglés. Me parece muy atinado, pues no hay nada peor que la “pérfida Albión”. El George Soros tiene una serie de ONGs dedicadas a los más diversos temas, (feminismo, a grupos progresistas, a la diversidad sexual…); en Estados Unidos apoyó al Partido Demócrata, a Barack Obama en sus sendas campañas presidenciales, así como en la candidatura de Hillary Clinton. Sus enemigos principales son Vladimir Putin y Donald Trump. También es partidario de un mundo sin fronteras, dirigido por los mejores genios de la humanidad, (esta última, una idea muy sansimoniana, un mundo dirigido con los ideales de Newton).
Soros ha anunciado el fin de la Unión Europea – ¿descubrir que el agua moja? -, pues los países que la integran están más divididos que nunca: por un lado, Francia y Alemania, por otro, los ex países comunistas, (Hungría, Polonia, Checo y Eslovaquia y Bulgaria), y ahora se le agrega el gobierno italiano. (Nada peor que los comunistas que terminan siendo fascistas, por ejemplo, los polacos y húngaros se han convertido en una peste y tendrán que explicar su colaboración con los nazis). Soros, a sus 80 años de edad, es temido por su capacidad para destruir las monedas en distintos países.
Los fachos pobres, (se ha dicho muchas veces que los electores son idiotas), llevaron al poder a Sebastián Piñera, convencidos de que los haría ricos en pocos meses de su gobierno: a poco andar, aparecieron algunas buenas cifras macroeconómicas – inflación bajo el 3% y crecimiento cercano al 4% -, pero la realidad, como un balde de agua fría, está demostrando que la economía chilena no anda tan bien; una de las calificadoras de riesgo bajó la nota de Chile, lo cual es fatal para la consideración de la tasa de interés que se debe pagar por los créditos. Hace tiempo que Chile tiene un déficit fiscal y el superávit se fue a las pailas. Para variar, el ministro de Haciendo culpa de la debacle al gobierno de Michelle Bachelet.
Hay que ser muy ingenuo para creer que la guerra comercial entre China y Estados Unidos no va a afectar una economía tan abierta como la chilena, cuando sus dos principales socios comerciales son, justamente, estos dos países: el alza del petróleo y la baja del cobre, por ejemplo, son variables a considerar.
Con respecto a nuestros países vecinos, hay que considerar que Argentina ya se encuentra en recesión y, lo más posible, es que su Presidente, Mauricio Macri, vaya a dar un paseo en helicóptero desde la Casa Rosado al exilio; por su parte, Perú nada en la corrupción, tal vez, el único país que se salva es Bolivia por su índice sostenido de crecimiento.
El mundo de hoy, como el de los años 30, se está convirtiendo en la era de los hombres fuertes y narcisistas, lo que explica el amor entre los jefes de las tres potencias, Putin, Trump y Xi jinping . Es triste constatar que a la democracia de los pesos y contrapesos, la están destruyendo sus propios mentores, los anglosajones – Inglaterra y Estados Unidos -.
Hablar de democracia liberal, electoral y formal resulta hoy un contrasentido: los candidatos son impuestos por grandes empresas y la Banca, y los votantes, cuando no son comprados, dicen “amén”. “Los primeros cubiletean, los segundos votan no más”.
Cuando “era más joven que hoy” leía, con mucho placer, el libro predilecto de mis profesores momios, entre ellos Gonzalo Vial Correa, La decadencia de Occidente, de Edward Spengler – dicho sea de paso no fue nunca partidario de A. Hitler, como le atribuyen algunos – más bien se negó, hasta su muerte, a conversar con el tirano. En su libro critica a fondo el dominio del dinero en el occidente, que él define en decadencia; hoy, en el mundo hay una resurrección de un cristianismo tradicional y ortodoxo, que pasa desde Putin a los líderes polacos y húngaros, hasta Trump. A muchos de los fascistas húngaros y polacos les gustaría que la Rusia de Putin se integrara a la Comunidad Europea, a fin formar un bloque contra los sarracenos islamistas, y “llegaron los sarracenos y los molieron a palos”.
Rafael Luis Gumucio Rivas (el Viejo)
28/07/2018