Declarar como imputado no significa, necesariamente, ser culpable. En democracia existe la presunción de inocencia, de no respetarse este inalienable derecho, viviríamos como en la inquisición.
Según el fiscal Luis Torres, el delito de encubrimiento supone el conocimiento de un ilícito y el haber dificultado el actuar de la justicia. Es muy triste comprobar que la iglesia católica chilena, antes muy respetada, se está convirtiendo – al menos en su jerarquía actual- en una asociación para delinquir. Basta conocer un poco la historia universal para comprobar que, en nombre de la religión, se han cometido horrendos crímenes, por ejemplo, las guerras de religión, la matanza de San Bartolomé, el proceso de la Calas, y para qué seguir con la Cruzada de los niños, la “santa” inquisición, y los amores entre el Papa Rodrigo Borja su hija Lucrecia.
El filósofo Voltaire, a quien se le presenta como el adalid de la tolerancia, llamaba a la iglesia católica “la infame”, sin embargo le agradaba que los curas predicaran sobre la conformidad con la explotación, en nombre de la esperanza del paraíso. Agregaba que una sociedad bien constituida era aquella en que unos pocos tendrían que vivir a costa de la inmensa mayoría de pobres.
Muchos de mis ideales se están desmoronando en este cambio de época: Mi amigo Bosco Parra, un “profeta” temucano, inteligente, inquieto, pequeño y barbudo, tenía una frase genial “el cristianismo es la utopía de la igualdad, y el socialismo es forma real de llevarla a cabo”. El catolicismo, hoy, està cuestionado no sólo por haberse convertido en la utopía de los ricos y poderosos, lo que es más grave, dirigido por una cofradía de pedófilos asociada para abusar y delinquir. Por su parte, el socialismo actual, en el caso de la socialdemocracia, se ha convertido en una vertiente “humanitaria” del neoliberalismo, un capitalismo popular con rostro humano, y el socialismo del siglo XXI, en mafias que pretenden mantener en el poder a sus caudillos, sobre la base de reelecciones sucesivas.
En mi caso, sólo me resta el anarquismo cristiano, pero es una utopía muy difícil de llevar a cabo, pues supone la bondad del ser humano y una concepción digna de “Cándido” – otro personaje de Voltaire -, que en pleno terremoto en Lisboa decía que “nos encontrábamos en el mejor de los mundos posibles”, expresión que le valió la condena a la hoguera por parte de los Jesuitas.
Emmanuel Mounier, que nunca fue democratacristiano porque le repugnaba que un partido político usara este nombre, escribía sobre “el optimismo trágico”, (yo creo más bien en el pesimismo de “Martín”, en la novela de Voltaire.
Volviendo a Chile, un informe de la Fiscalía respecto de la iglesia católica, publicado en “El Mostrador”, da cuenta de 266 víctimas de abuso sexual, de las cuales 178 son perpetrados por religiosos, (74 por obispos y sacerdotes, 16 salesianos, 15, maristas y los demás pertenecen a otras congregaciones), y actualmente hay 34 investigaciones vigentes.
En uno de programas de Informe Especial, emitido por TVN el 24 de julio de 2018, se dio a conocer el abuso a que son sometidas las Hermanas del Buen Samaritano, de Molina, del obispado de Talca: algunas ex religiosas de esa Orden relatan cómo los curas las trataban como a esclavas, destinadas al servicio doméstico: además, la superiora y otras Hermanas con poder las trataban como a perros, por ejemplo, al ser expulsadas del convento, se veían forzadas a vivir de la limosna.
En uno de los testimonios el Programa dio a conocer el abuso sexual al cual eran sometidas algunas monjas, tanto por parte de la Superiora, como por los curas que frecuentaban el convento, (afortunadamente, el obispo de Talca, Horacio Valenzuela, fue eximido de sus funciones por el Papa Francisco). Cuenta una de las Hermanas que se enviaban cheques al cura Fernando Karadima, “santo” y líder de esos degenerados. En muchos conventos de clausura las monjas, algunas de ellas de familias aristocráticas y de fortuna, están obligadas a dar una dote a su “marido”, Jesucristo, y no hace mucho tiempo las monjas enterraban a sus difuntas en los mismos conventos.
El profesor Alejandro Venegas en la obra Sinceridad, Chile Íntimo, 1910, relataba, en una de sus cartas al Presidente electo, Ramón Barros Luco, que los Sacerdotes Salesianos en sus colonias, en Magallanes, abusaban sexualmente de los niños de sus colegios, (parece que esta costumbre se repite de generación en generación; Ricardo Ezatti es discípulo de Don Bosco, pero afortunadamente, hay pastores buenos, como el Cardenal Raùl Silva Henríquez, un hombre entregado a su apostolado y, durante la dictadura, “la voz de los sin voz”.
Se hace urgente inventar un nuevo cristianismo, claro que no igual al de los positivistas, y un nuevo socialismo que deje de lado el autoritarismo de Karl Marx, que buen bien lo describía el príncipe Bakunin, quien tenía toda la razón en su análisis sobre la Comuna de París.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
25/07/2018