Bracitos y su primo hermano, Negro Pálido, el más cercano, estaban gobernando el reino en los últimos cinco años, con muchos familiares en el poder y otros por el costado.
Este primo se llama así para diferenciarlo del Negro Papurri, hermano de Bracitos, a quien se le considera cónsul permanente en el Pasappega Horse y el Club de Toby, por lo que percibe un palo de mesada.
Recién Bracitos había hecho el ridículo – estaba ya acostumbrado a ello- con el fallido nombramiento de otro hermano suyo como embajador en Argentina, pero ahora, para recuperarse, había enviado al Congreso un proyecto antinepotista para afirmar a su primo Negro Pálido como Vicepresidente, su tercero en todo, un peldaño más abajo que su Primera Dama.
La Primera era segunda y su segundo era tercero, pero firmes en el trono, como Manco Capac, el ancestro ecuatoriano de Bracitos.
-”Primo, ¿cómo nos irá en lo del proyecto antinepotista?” inquirió Bracitos.
-”¿Cuál? respondió Negro Pálido, que era bastante poco listo, no sabía si habían o no proyectos en el Congreso, se le arrancaban los terroristas que inventaba, había más robos e incendios, se le aumentaban los portonazos y solía confundirse más que Bracitos.
A los cinco minutos y mientras Bracitos revisaba en su computador sus acciones en Lima, Panamá y las Islas Vírgenes, continuó Pálido:
– “Habría que preguntarle a Dorian Grey, que cada día tiene peor y más podrido su retrato” respondió, más pelucón y macilento que cuando murió su líder Pinochet. Se refería al figurín Secretario de la Presidencia, a quien le llaman Dorian Grey.
Bracitos no retrucó porque siempre se volaba, entornaba su cuello y levantaba uno y otro hombro, sin ritmo alguno, pensando en cualquier cosa.
– “Primo”, dijo Bracitos, “le cambié el nombre a la CNI ¿viste?”
– ¿Y cómo le pusiste, primito, porque a mí el nombre CNI siempre me gustó y mucho?
-”Le puse CAÍ como Caín, el que mató a Adán y a su primo Abel”, explicó Bracitos, sin quitar la vista de su computador con sus acciones, y continuó:
-“Primo, lo más probable es que me llamen a declarar por el caso Soquimich” dijo Bracitos a Negro Pálido, que funge de su reemplazante cuando él sale del país.
-“Entonces, Bracitos, sale del país y échate el pollo por algunos días, así me quedo yo al mando del buque, como decía mi tío Merino” le aconsejó su primo más cercano (cercano porque trabaja con él de la mañana a la tarde en la misma oficina, a la que, siguiendo sus instrucciones presidenciales, entra sin celular, no toma apuntes, no da trascendido de lo tratado, no hace comentarios, no ve con él TV salvo los partidos de la Católica, no fuma para no echar humo que moleste a Bracitos, ni lleva lápiz de pasta o de mina que puedan estar intervenidos por infiltrados o por CAÍ).
“Eso sí”, añadió, “debes ir a alguna parte conocida, para que no parezca aprecué como la que te mandaste con lo del Banco de Talca” y sonrió luego de su más sabia intervención de los últimos cinco años.
-”Sabio consejo, primo” concluyó Bracitos. “Así tú puedes mandar el buque y llamar a Ubilla y a mis dos amigos de Penta para acompañarlos en su seminario de estudio donde tienen que aprender algo de ética empresarial, que bien ganado se lo tienen…”
-”Escoba” le dijo Negro Pálido en su más rápida salida.
Bracitos se hizo el sordo como lo hacía cuando su señora le recordaba el programa “Elige vivir sano” y pensó mejor quitando la vista del computador: “Está bien buena la Ena, porque la actual está como el ajo, exactamente como la describió Yerko Puchento”. Y movió el cuello por enésima vez.