El mundo observa la situación de la Iglesia Católica chilena, al igual que la de la Iglesia Católica australiana, donde curas y obispos han sido acusados de atropellos delictivos contra jóvenes y niños. Los niños y jóvenes abusados no fueron víctimas de cualquier abuso sino de violaciones (por cierto violentas) y otros abusos sexuales en lugares eclesiásticos contra indefensos e incluso la formación de mafias internas de sacerdotes para contratar a jóvenes pobres y marginales como prostitutos suyos.
En Australia ha habido autoridades de la Iglesia, algunas muy cercanas al Papa, condenadas y acusadas por y ante los tribunales estatales respectivos.
Con respecto a la Iglesia chilena, el mundo hoy debe estar impactado con el CINISMO de los llamados “religiosos de la transición” es decir de las nuevas autoridades de la Iglesia nombradas recién por el Papa -”los buenos” de esta teleserie- puestos allí para frenar la probada degeneración sexual interna e intentar ponerle fin.
¿Qué proponen hoy esas autoridades en Chile, por ejemplo?
Copio:
“Podemos hacer una Iglesia más participativa” (Galo Fernández, obispo auxiliar de Santiago).
“Poner a Cristo en el centro y poder evangelizar” (Fernando Ramos, diócesis de Rancagua).
“Nos hemos reunido con las religiosas, diáconos y sacerdotes, personal del obispado, movimientos de laicos y, gracias a la fiesta de San Pedro y al Sindicato de Pescadores de El Membrillo…” (Pedro Ossandón, diócesis de Valparaíso).
“La gente quiere que las cosas se hagan bien y con verdad” (Ricardo Morales, arquidiócesis de Puerto Montt).
“No he sabido nada más de Barros” (Jorge Concha, diócesis de Osorno).
¿Y los delitos y pecados “mortales” cometidos?
¿Y los niños y jóvenes abusados?
¿Y el nuevo trato a niños y jóvenes abusados?
¿Y la nueva relación con sus familias?
¿Y el castigo ante los tribunales de los abusadores?
¿Ý la denuncia de la propia Iglesia, con nombres y apellidos, para impedir que esa institución sea calificada, como la DINA y la CNI, de organismo asociado para delinquir?
¡Nada! ¡Correrse por la tangente! Sin anuncios “reformistas” ni menos “revolucionarios”. ¡Proponer a los abusadores y sus defensores públicos sólo…¡reconciliación! (?). Aceptar que el culpable Barros ahora se vaya tranquilamente a una parroquia en España y condenar a Karadima a rezar, que es su normal trabajo diario. ¿Así debe actuar la sociedad humana ante los comprobados delincuentes? ¿Dejarles el castigo, en este caso, sólo para su infierno, del que ya se han escapado por su fácil confesión en el confesionario, y tres avemarías?
¡Cínicos, cínicos y a nivel mundial!