Donald Trump no tiene nada demente, y es un buen estratega político y negociador, lo que ocurre es que en las democracias occidentales el poder político se confunde con el enriquecimiento del monarca. Los Presidentes-empresarios son elegidos por los cándidos electores para que, al final de su mandato, terminen más ricos que al iniciar su gestión gubernativa, y democracia, estado de derecho e igualdad ante la ley son sólo palabras, más utópicos que los falansterios, (Charles Fourier).
Donald Trump se juega el todo por el todo en las próximas elecciones del Congreso, en mes de noviembre, y de ganar ganar los demócratas la Càmara de Representantes y la mayoría de Senado, es seguro que se le aplicaría el empechement. Muchas de las principales figuras del Partido Republicano han abandonado a Trump, entre ellas el líder del de ese Partido, Paul Ryan. Aunque el Partido Demócrata está muy dividido, la mayoría de las encuestas, (en Estados Unidos son, prácticamente, diarias, darían una mayoría a los Demócratas, tanto en la Cámara de Representantes, como en el Senado. Toda la estrategia de Trump es coherente con el objetivo de ganar en las elecciones de noviembre próximo, en que se juega la vida o la muerte.
Estados Unidos siempre ha sido un país proteccionista y aislacionista, (quizás, la excepción se dio durante el gobierno F.D. Roosevelt); en estos días se recuerda la política proteccionista, llevada a cabo después de la crisis de 1929, hecho que prolongó y profundizó la recesión.
El Presidente norteamericano, Donald Trump, sabe bien que si logra mantener su base de apoyo en las capas medias empobrecidas podría lograr su mantención en el poder, por consiguiente, tiene que llevar a cabo las medidas necesarias a fin de que se mantengan de su lado.
El nacionalismo es la ideología más dañina para la humanidad, que es contradictorio con la democracia: moviliza a las masas más estúpidas y fanáticas del género humano (Hitler, po ejemplo, se identificó con la mayoría del pueblo alemán, y Mussolini, con la del italiano). Con todas las diferencias históricas, en lugar y tiempo, Trump es el Hitler de los norteamericanos blancos anglosajones y protestantes, a quienes atrae con su clítica al establishment, el poder del Wall Street y de las grandes familias políticas, los Bush, los Clinton…
El slogan “América primero”, la política contra inmigrantes, es especial musulmanes y latinos, la guerra comercial contra China, los castigos a Irán y Rusia, el dominio de la política militar del Pentágono, la promesa de trabajo y prosperidad para las capas medias, la audacia y los sucesivos cambios políticos de Trump, son elementos muy atractivos para los nacionalistas “fachos pobres”. Hay que agregar que el neoliberalismo, en su expresión mundialista, ha fracasado a pesar de los mayores esfuerzos de los seguidores de George Soros.
Trump es todo lo contrario de lo que sería un líder políticamente correcto: es imprevisible, (puede pasar del odio al amor, como ha ocurrido con el líder de Crea del Norte, del peor enemigo al mejor amigo), ataca a sus principales aliados sin plantearse ningún problema, (aplica el 25% de los aranceles al acero, el 10% al aluminio…, sin importarle que sus principales socios sean México y, sobre todo, Canadá; el Primer Ministro Justin Trudeau le respondió con la política “espejo”, justamente aplicando impuestos a los productos que màs dañan al electorado de Trump).
No contento con fustigar a México y Canadá, ahora lo hace contra la Unión Europea, liderada por Alemania, colocado aranceles a los automóviles germanos, principalmente Mercedes Benz, cuyo mercado principal es Estados Unidos. La respuesta de Europa no se ha dejado esperar, considerando el servilismo del antiguo continente- La respuesta de Emmanuel Macron, Presidente de Francia, antes el íntimo amigo de Trump, es fortalecer la Unión Europea contra las políticas de Trump.
El abandono de las políticas multilaterales y los Tratados de Libre Comercio entre Estados Unidos y los demás países, privilegiando los acuerdos bilaterales, son atractivos para Trump y sus electores chauvinistas: que el Presidente exija a sus socios de la OTAN el pago efectivo de las cuotas y su incremento, también es del agrado de sus electores.
Más que una guerra comercial con China, Rusia, la Comunidad Europea y sus vecinos de Norteamérica, lo que en verdad le interesa al Presidente Trump es usar su vieja táctica: primero golpear y después negociar, como lo hacen los boxeadores, al inicio, dar al estómago hasta agotarle el juego de piernas, para, al final, provocar el KO. Trump sabe muy bien que sus medidas contra el libre comercio van a ser respondidas por sus eventuales víctimas, y luego, buscará una negociación que, según él, permite acortar el mal pie de Estados Unidos en la balanza de pagos, es decir, la relaciones entre las importaciones y exportaciones.
Es sabido que Estados Unidos tiene un déficit en la balanza de pagos por la suma de 800 mil millones de dólares, y solamente con China, la diferencia entre importaciones y exportaciones en favor de China es de 500 mil millones de dólares. China es el principal poseedor de los bonos del tesoro, seguido por Japón. Rusia ha vendido gran parte de sus bonos de la reserva federal y propone reemplazar el petrodólar por el petro-euro, propuesta que puede ser muy tentadora para Alemania y Francia, principalmente, pero aún estamos muy lejos del colapso del dólar.
Lo que sì está claro es que mundo de hoy dejó de ser unipolar, para devenir en tripolar: Rusia-China-Estados Unidos.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
10/07/2018