El escenario era previsible: los dueños de Penta no harán cárcel. El 29 de octubre del 2014 publicábamos un artículo titulado “Sociología de las elites delincuentes. De la criminalidad de cuello y corbata a la corrupción política” que invitamos a leer por su carácter premonitorio y porque la envergadura de los hechos, los antecedentes y el contexto político de la época impiden decir cuatro años después que ahora sí “hay que hacer una reflexión profunda”. Tal cual lo escribe en la 3ª el ex fiscal Gajardo, simpático éste, pero algo desubicado porque se ha perdido mucho tiempo. Quizás es el tiempo de actuar …
Recordemos que tres días antes de la publicación de aquel artículo, el Servicio de Impuestos Internos (SII) había denunciado a los socios propietarios de Penta por delitos tributarios. Y que más tarde sería cuestión de soborno y cohecho a Wagner, el ex subsecretario de Piñera I.
De ahí la saga de Penta, a la que se agregaría Contesse/Ponce Lerou de SQM con Longueira/Enríquez-Ominami/Rossi/los Pizarrro, etc, no se detendría hasta hoy. Relea esto para refrescar la memoria, la que se acostumbra a olvidar con el frenesí mediático interesado en fragmentar el tiempo y la realidad para anestesiar ciudadanos (la fuente es radio Bío-Bío).
Sin olvidar tampoco el affaire Corpesca y la ley trucha que de ahí salió. Para qué hablar del cuantioso desfalco por la plana mayor de carabineros de dineros fiscales que vendría después y de la cual poco se sabe hoy. Si Rambo sirvió para ocultar los crímenes de guerra de EE.UU. en Vietnam, el “Comando Jungla” sirve también para olvidar y enmascarar …
En aquel artículo premonitorio dábamos cuenta de la literatura extranjera disponible acerca del tema de la corrupción de las elites y de la amenaza real para el funcionamiento de la democracia y de sus instituciones. Era evidente que estaba en juego la legitimidad de la justicia ante los ciudadanos. No lo vieron los que no querían verlo. Era el momento de empezar la reflexión.
Era cuestión allí del contexto de la globalización financiera y capitalista global que estimulaba la corrupción empresarial y política (Golborne y los paraísos fiscales, ¿recuerda?); de la complicidad mediática y periodística para acallar u omitir los escándalos que en Chile ya salpicaban con su onda putrefacta a todas las instituciones del país. A la larga no les quedó otra que ponerse las pilas.
La ignorancia política era tal que a los casos de corrupción política más evidente, personajes del talante de Ricardo Lagos y de Michelle Bachelet los llamaban “financiamiento ilegal de la política”.
Hemos visto recientemente el final de una historia judicial donde campea la impunidad para ricos y poderosos que hacen gala de prácticas corruptas. Justicia con sesgo de clase y de casta que se impone como “natural” y aparentemente “racional”. Hemos constatado entre impávidos y precavidos como empresarios y políticos escapan al brazo de la justicia. Y como fiscales, hoy locuaces no hicieron bien su trabajo. Algunos renunciaron cuando de ellos se esperaba responsabilidad hasta el final, y de otros nunca cupo ni cabe esperar nada por sus declaraciones, ambigüedades y falta de convicciones ético-jurídicas. También hemos visto abogados sin escrúpulos defender lo imposible a sabiendas que así se destruye la confianza ciudadana. Son gajes del oficio dicen … (Correa Sutil ya lo dijo en otro contexto ¿no?)
Recién el ex fiscal Gajardo acaba de expresar por escrito que hay “hechos que no se discuten” que evidencian que hubo soborno y cohecho por parte de Carlos Délano y de Carlos Lavín hacia Pablo Wagner. Gajardo pudo haberlo dicho antes, no porque era obvio sino porque tenía un merecido halo de incorruptible. Y siguiendo la pauta del fiscal Guerra nada indica que el fiscal Pablo Gómez les acredite cohecho y soborno a Contesse y a Longueira (no olvidemos que el senador socialista José Miguel Insulza salió en su defensa) y que éstos vayan a prisión. Dicen que han tenido buena conducta … cada uno en sus parroquias …
Queda, eso sí, en la memoria, un abogado denunciante de la corrupción y demócrata infatigable, y por lo mismo poco entrevistado por los medios y temido de los políticos. Se trata de Mauricio Daza de Ciudadano Inteligente. Ojalá éste convoque a manifestarse para denunciar la impunidad de los ricos y poderosos. Y que a su vez la bancada del Frente Amplio asuma que hoy tiene más razones que antes para exigirle a la Corte Suprema la destitución del fiscal jefe Jorge Abbott quien con sus declaraciones y actos ha favorecido una justicia blanda con los ricos y dura con el pueblo. Que por encima de consideraciones politiqueras actúen por lo que fueron elegidos: representantes populares del FA porque no tienen techo de vidrio y hasta prueba de lo contrario son probos y probas. Porque pareciera que llegó el momento de que la ciudadanía se pronuncie.
Escrito por Leopoldo Lavín Mujica