Desde 1990 en adelante en Chile nos olvidamos del imperialismo y específicamente del imperialismo norteamericano. Dejamos de nombrarlo y de considerarlo.
EEUU sigue siendo, más allá de la política “nacionalista” de Trump, la fuerza imperial más importante de nuestra época y sigue maltratando a su pueblo y a otros pueblos e interviniendo donde se le ocurre sin críticas y acusaciones chilenas y sin que la izquierda chilena reaccione frente a sus reiterados y flagrantes atropellos a los derechos humanos, en su país y en el mundo entero.
Pero no es intocable.
Después de lo sucedido en los años 70 y 80 podría justificarse el julepe de la izquierda pero desde 1973 (golpe en Chile) y 1990 (fin de la URSS) ya no se trata de plantearse la toma leninista del poder para construir el socialismo, y por tanto de declararle la guerra a Washington.
Hasta el oportunista y hoy momio canciller de Piñera deslizó una velada crítica ante la tortura del gobierno norteamericano contra las familias de inmigrantes a las que quebró y dividió por su atrevimiento a migrar buscando algo de futuro. Niños sin sus padres. Padres sin sus hijos.¿Cómo habría reaccionado la DC y la derecha si una medida así, de separación brutal, hubiese sido tomada por Cuba o Venezuela?
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, o casi al fin (1945) empezaron los crímenes de guerra y contra la humanidad de los EEUU. Desde antes se había implantado en ese país un sistema de apartheid.
Veamos lo indiscutible:
Lanzamiento de bombas atómicas contra Japón (1945) con cerca de 400 mil muertos en un par de minutos y millones de mutilados y quemados vivos.
Ataques contra la península de Corea (1950-1953), con dos millones de norcoreanos asesinados. El 20% de la población de Corea del Norte fue eliminado.
Ataques con napalm y otras armas contra Vietnam y cuatro millones de muertos.
Ataques permanentes, por el opio, contra Afganistán, hasta hoy. Lanzamiento en Afganistán de “la madre de todas las bombas”, la MOAB (2017), sin informar sobre número de muertos.
Ataque sin razón contra Irak (2003) y un millón de muertos,
Ataque con drones en Pakistán, cuyo cielo está gobernado por los EEUU., que controla además el poderío nuclear de ese país (hasta hoy).
Ataques contra Libia, hasta hacerla polvo.
Ataques contra Siria y Yemen hasta hoy.
Antes, invasiones a Nicaragua, Guatemala, República Dominicana, Cuba.
Desde la guerra civil del s. XIX mantenimiento de un sistema racista -un apartheid americano- con proyecciones hasta hoy, en su propio país.
Establecimiento de la tortura en el territorio ocupado de Guantánamo, Cuba.
Hoy la tortura es legal para Trump.
Política de inmigración que condena a pueblos enteros, satanizados, y que castiga, también con torturas, a quienes intenten ingresar por el sur.
Harry Truman, Dike Einsenhower, George W.Bush son destacados precursores de Trump.
De la derecha no podemos esperar reacciones serias ante los atropellos de este tiempo. Para ella los derechos humanos son hoy exigibles sólo en Venezuela y en Cuba. En Chile siempre los atropellaron y ante el mundo capitalista siempre han callado.
Para la OEA menos; se siente bien con ser colonia.
La DC, que proclama que hay que denunciar los atropellos a los derechos humanos “en todo el planeta”, jamás -con la excepción a la invasión de EEUU a República Dominicana (1965)- nunca los EEUU han atropellado los derechos humanos.
Pero ¿y el PC? ¿y el Frente Amplio?¿y el PS? ¿y el PR? ¿y el PPD?
¿Todavía con julepe?
Un julepe infundado si se trata de condenar los atropellos de los EEUU a los derechos humanos.