Este país, otrora una gran potencia mundial en los campos económico, social y político, hace algunos decenios que está herida en el ala, sin embargo, cuenta con las personalidades más características y controvertidas de hoy: el Papa Francisco, que tiene que luchar contra una curia corrupta, a veces con más expresiones “tangueras” que hechos, y Diego Armando Maradona, el ídolo, quien en el partido de futbol contra Nigeria se robó las cámaras con música, bailes y escenas operáticas: al final, tuvieron que sacarlo en camilla debido a un síncope.
El gobierno de Mauricio Macri, un empresario, superficial, ridículo bailarín e incapaz de conducir el país, ha llevado a la economía y a la vida diaria de los ciudadanos argentinos a una crisis de proporciones: la inflación bordea el 30%, el precio del dólar respecto del peso argentino estará cerca de 30 pesos en pocos días ; el Banco Central para detener el alza ilimitada del dólar y la depreciación de la moneda nacional ha invertido millones de dólares, a cargo del patrimonio del Banco Central: la tasa de interés, hasta hace poco tiempo, alcanzaba niveles desorbitantes que, prácticamente podría paralizar la economía; por otra parte, Macri ha subido el precio de los servicios básicos, en algunos casos, al mil por ciento.
El Sindicato de los Camioneros, dirigido por los Moyano – padre e hijo – fue el único que logró un alza de salarios del 25%, perdiendo un 5% respecto a la inflación, los demás se ven obligados a aceptar el ofrecimiento del gobierno, un 15%, lo cual equivale a una pérdida de un 15% del poder adquisitivo respecto a la inflación.
Ante la crisis económica, el gobierno de Macri ha decido optar por el peor camino: solicitar al FMI un préstamo por 50 mil millones de dólares – como ha ocurrido en el caso de Grecia y de otros países – a cambio de imponer fuertes medidas de austeridad, entre ellas, atentar contra el sistema de pensiones, así como también reducir el gasto fiscal, provocando la cesantía en la mayoría de los argentinos que son funcionarios públicos, o bien, que sobreviven gracias a las ayudas fiscales – ya Macri las había suprimido antes de acordar y aprobar el acuerdo con el FMI -.
La historia del endeudamiento del Estado argentino ha sido trágica: se remonta desde fines del siglo XIX hasta ahora. El objetivo del FMI es depreciar el valor del peso argentino respecto al dólar y, asì, provocar una recesión de proporciones.
La Confederación General de Trabajadores (CGT), conducido por los peronistas – hoy muy divididos – ha tratado de dialogar con el gobierno desde posiciones muy moderadas, incluso, llamó al paro del lunes 25 de junio recién pasado, la tercera huelga general durante este gobierno. Este Central de Trabajadores convocaba más a quedarse en la casa que a manifestarse en la calle. Este paro fue un éxito total, pues adhirieron todos los sindicatos del transporte dejando paralizadas a las grandes ciudades, convirtiéndolas en fantasmas, por ejemplo La Plaza de Mayo estaba tan vacía como si hubiese habido un anuncio de bombardeo.
En Argentina – a diferencia del Chile actual – los sindicatos y el movimiento obrero popular son poderosos: al ver los videos de este paro nos recuerda a aquellos paros generales convocados por Central Única de Trabajadores, (CUT), dirigidos por el gran Clotario Blest, durante el gobierno de Jorge Alessandri, en que no circulaba ningún medio público de transporte; hoy, el sindicalismo chileno está destruido, y sólo marchan movimientos sociales de jóvenes y mujeres y, a veces, de provincias, como ocurrió durante el primer gobierno de Sebastiàn Piñera, y lo pudimos constatar en este último paro en Argentina.
Ante este catastrófico panorama económico y de revueltas sociales, los argentinos comunes que siempre se han creído una gran potencia futbolística – hoy en decadencia al haber perdido dos Copas América con Chile, al que consideran un país provinciano y dependiente de la gran potencia de allende los Andes – están comenzando un descenso que los ha llevado, en este Mundial de Rusia 2018, a fracasos sucesivos, empatando con Islandia – país aún débil en futbol – y perdiendo 3-0 con Croacia. La exacerbación del carácter bipolar de los periodistas deportivos argentinos llegó a tal grado que, muchos de ellos, en forma gritona, pedían que le cortaran la cabeza al “pelado” Sampaoli, además, le rogaban a Messi que renunciara a llevar la camiseta de la Selección, Sampaoli y “La Pulga” se habían convertido, poco menos, que en unos antipatriotas que sólo querían destruir a Argentina y a su “glorioso” equipo.
La maledicencia de estos periodistas llegó a tal grado que se difundían rumores de trompadas entre los mismos jugadores y que, además, habían derrocado a Sampaoli y tomado el poder.
Si Argentina hubiera empatado o perdido en el encuentro del martes, 26 de junio, de seguro, los periodistas estarían hablando pestes del DT y de Messi, que “serían quemados” públicamente en un acto de fe, en plena Plaza de Mayo. Ahora, que el azar los ayudó con un gol providencial en los últimos cuatro minutos del encuentro con Nigeria, los jugadores, de un día para otro, se han convertido en héroes y, Sampaoli pasa a ser un genio en la técnica futbolística.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
27/06/2018