Numerosas instituciones culturales, academias y universidades del país, diseñan un ambicioso proyecto. Proponer a don Gerardo Varela, Ministro de Educación de la era neoliberal, para acceder al sillón H de la Real Academia de la Lengua Española. Se ignora si se halla vacante, pues se trata del sillón más apetecido. La puja es diaria. La letra h continúa viva, aunque algunos la quieren eliminar del léxico. No se pronuncia, complica y promueve odiosos debates. El símbolo h es indestructible y ha sobrevivido a infinidad de funerales.
Desde marzo el ministro ha demostrado poseer un erudito lenguaje. De amplia belleza y contenido, donde brillan las alegorías, las metáforas, aquellas imágenes deslumbrantes que nos hacen soñar. Las cuales llevaron a Neruda y Mistral a lograr el Nobel de Literatura. Como muestra de la amplitud del lenguaje del ministro, plasmado de inusual riqueza en contenido, hace semanas nos informó de la calidad procreadora de sus hijos, que utilizan tres y más condones al día. “Yo se los compro” anunció. Así nos gustaría que fuesen de ejemplares los padres a la hora del amor, y por qué no, los abuelitos. El lector debe detenerse un instante y releer lo expresado por el ministro, pues se trata de palabras de original belleza. De inmediato, las instituciones culturales y universitarias, comprometidas en el tema, al enterarse de los dichos del ministro Varela, urgidas empezaron a trabajar, y promoverlo a la academia española. Después, el ministro se refirió a “pequeñas humillaciones” si las mujeres son acosadas. Y a modo de redondear el primor de su florido lenguaje cervantino, tanta galanura y donaire que envidiamos y somos incapaces de imitar, expresó: “Estoy en el mismo bote, diciendo tolerancia cero sobre estos mismos temas” mientras se refería a hechos vinculados a la educación. Nadie como él posee el talento para decir esta frase, que bien podría ser el título de un poema náutico. Que la divina providencia proteja su creatividad literaria. Quienes lo apoyan e imitan su léxico, destacan las últimas expresiones del candidato al sillón H, dotadas de inusual galanura y porqué no, picardía rabelesiana: “A las universidades estatales les hizo bien competir con las privadas”. Soberbio, maese Varela.
¿Alguien de esta república, ha utilizado locuciones de tanta belleza? Nadie. Detengámonos un minuto en nuestro análisis. Ese contenido nos hace suspirar, acordarnos del instante de gloria en que leemos poesía. Da envidia escuchar al ministro, cuyas imágenes, giros de las palabras que utiliza, deben ser recogidas en un glosario. Extraño que no haya empezado a escribir un libro de poemas o un diccionario del buen uso del español. ¡Atrévase ministro! Nos obliga, una y otra vez, a revisar nuestra empobrecida escritura. A eliminar las cacofonías, los lugares comunes, las frases hechas y los dequeísmos. Incluidos los ripios, que afean la palabra escrita. No cualquier país de América, tiene un Ministro de Educación de semejante catadura —no cara dura— tan involucrado en el uso del lenguaje, empeñado en su renovación. Él muy bien sabe, y si no lo sabe le informamos, que en el Diccionario de la Lengua Española, hay alrededor de 98 mil vocablos, sin contar los americanismos.
¿Cuántos utiliza nuestro ministro? Presumimos que alrededor de treinta y cinco mil o más, de acuerdo a un estudio realizado por eruditos en el tema, después de analizar sus intervenciones. En cambio, el común de la gente, llega a los mil vocablos. Y los escritores, periodistas y personas cultas como usted, apreciado lector, se aproximan a los 5.000.
Desde hace semanas, el ministro Varela, no respondía a la demanda de quienes abogan por una educación no sexistas. Su afasia, tenía en vilo a las agrupaciones culturales que apoyan su incorporación a la Academia de la Lengua. Este sábado, sin embargo, se mostró locuaz en sus declaraciones a El Mercurio, donde volvió a exponer su talento parlanchín y sus adeptos confían que el sillón H, ahora, nadie se lo escamotea.