En su primer período presidencial Sebastián fue el campeón de las metidas de pata: era más un Presidente de Farándula que “padre de la patria”; podría parecerse a Ramón Barros Luco, aunque el segundo tenía a su haber mejores chistes que Piñera. Hoy, tiene una similitud más bien con José Joaquín Pérez que, según el historiador Francisco Antonio Encina, era un abuelito inútil, y su único pasatiempo se limitaba a comprar frutas en los mercados aledaños a La Moneda.
Algunos electores son como niños carentes de cariño, por esta razón buscan a una mamá, en este caso, elegida dos veces, y ahora todo un abuelito, buscan en Sebastián Piñera para que haga crecer el país para que algo les chorree, pero pasan los días y los años y siguen en las mismas, (a lo mejor, esperan que el tacaño del abuelito les deje una suculenta herencia < y sigamos soñando>).
El Presidente, muy controlado por sus asesores del “segundo piso”, esta vez no quiere arriesgarse a ser siempre el rey de las “piñericosas” y apuesta a convertirse en un “estadista”, una especie de Diego Portales o de Manuel Montt o Eduardo Frei Montalva. En muy pocas ocasiones, desde el comienzo de su segundo mandato, Piñera muestra su verdadero carácter, por ejemplo, en la Comisión de Puerta, como buen abuelo le dijo a Guido Girardi que usara la corbata, o a Maya Fernández que “era tan bonita, pero tan dura”.
Las imprudencias ahora corresponden a sus nietos, los ministros: Gerardo Varela, ministro de Educación, ya ostenta un récord de desatinos que ya rebasan la copa, y cuando habló del condón, manifestó que él mismo les compraba a sus hijos por centenares, pues eran campeones en la lucha cuerpo a cuerpo. En “ingenuo Varela aún no capta que estamos en la era del feminismo y que, en consecuencia, cualquier frase o expresión que ofenda a nuestras compañeras provoca la reacción inmediata, que podría terminar en casos muy graves, como el cercenar nuestro “horrible” miembro viril que, por desgracia, debemos soportarlo hasta el fin de nuestros días.
El nuevo Presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que nos impresiona por su agudeza y genialidad, nombró en su gabinete a 13 mujeres de los 18 cupos ministeriales. Las buenas ideas se imitan, y no sería raro que, en algún país del mundo, tuviéramos una Presidenta mujer, incluido el Parlamento y el gabinete ministerial, (y a lo mejor, los eunucos para algunas tareas domésticas).
Gerardo Varela, que no ha pisado un aula en su vida profesional, no pierde ocasión para seguir el rosario de insensateces: al referirse, esta vez, a los abusos contra las mujeres, se atrevió a decir que “esos abusos eran pequeñas humillaciones”.
El “nieto mimado” de los 800, Felipe Larraín, que usó dinero fiscal para su viaje a Estados Unidos creyendo que era la “caja chica” de su familia, (el Estado, al fin y al cabo, pertenece a los Larraín de todos los pelajes < salvo su prole “natural”), como piensa que siempre lo ha hecho muy bien, no tiene ninguna obligación de pedir disculpas a los súbditos.
El ministro de Salud, Emilio Santelices, con cara de guagua maltratada, no se le ocurrió nada mejor que dictar un reglamento que permitiera la objeción de conciencia, olvidando que esta figura es válida para las personas y no para las instituciones, y pretendía hacerla efectiva a clínicas, como la de la U. Católica, el Hospital Parroquial de San Bernardo y otros, que siguen recibiendo subvenciones fiscales y que, en consecuencia, deben acatar la ley. Este ministro obtuvo como “premio” la primera acusación constitucional en este gobierno.
Hernán Larraín retiró una miserable reparación a las víctimas y/o sus familiares, que estaba correctamente financiados cuando fue presentado el proyecto de ley durante el gobierno de Michelle Bachelet; la disculpa del ministro de Justicia y Derechos Humanos era que no existía el presupuesto para financiarlo. En el fondo, las “bonitas palabras de arrepentimiento y solidaridad con las víctimas de los atropellos a los derechos humanos” son más falsas que las de Judas, pues en su otro yo los derechistas consideran que Augusto Pinochet obró muy bien al tratar de “extirpar el cáncer marxista”, y sólo algunos, por conveniencia, le dieron la espalda cuando descubrieron y comprobaron que el general era el rey de los ladrones y corruptos, (lecciones muy bien aprendidas por el PagoGate, MilicoGate y Gendarmería <investigación en curso de esta última institución> que, hasta miles de millones de dólares robados al fisco).
El abuelo ya no necesita vestirse de bombero, médico, carabinero, aviador, ingeniero…para ser querido por los fachos pobres, pues ahora les heredó las “metidas de pata” a sus “nietos”, los ministros.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
09/06/2018