Noviembre 15, 2024

Iván Duque será el próximo presidente de Colombia, pero su éxito durará poco

Colombia ha tenido una importante elección presidencial en los  últimos días. No obstante esta elección no fue definitiva, ya que ninguno de los candidatos alcanzó la mitad más uno de los votos válidamente emitidos. No obstante este resultado inconcluso, los candidatos más votados y que pasaron a segunda vuelta son Iván Duque por la extrema derecha y Gustavo Petro por las fuerzas de izquierda.  Duque es un perfecto representante de la extrema derecha colombiana. Sacó casi el 40% de los votos y Petro sacó el 25%.  Como estos fueron los candidatos más votados, ellos pasarán a segunda vuelta en junio próximo.

 

 

         Ya ha empezado con gran celeridad el diseño e implementación de estrategias para la segunda vuelta. En las líneas que siguen a continuación se tratará de describir, la estrategia que probablemente implementará el candidato derechista. Es predecible que Duque utilice una estrategia electoral similar a la que utilizó el presidente Piñera en Chile en las elecciones recién pasadas. En primer lugar, Duque ya está haciendo todo lo posible para crear miedo terror y pánico entre sus congéneres ricos. Todo esto con el fin de conseguir el suficiente dinero que permita crear un gigantesco fondo electoral para pagar una larga lista de gastos electorales indispensables. En primer lugar se necesitan cientos de miles de dólares para pagar a los mejores asesores estadounidenses en el área de las elecciones.  Se trata de contratar a asesores parecidos a los que utilizó el presidente Trump y que fueron claves en su victoria electoral.  Particularmente se necesita la asesoría de empresas dedicadas a descubrir la intención de voto de grandes masas de ciudadanos y luego preparar las estrategias necesarias para obtener que ellos voten de una manera favorable al candidato que paga por estos servicios.

         En segundo lugar se necesita de un gran capital para comprar un número adecuado de caciques políticos regionales y locales. En tercer lugar se necesita un enorme fondo electoral para comprar votos el día de las elecciones.  En cuarto lugar, se requiere una abultada cantidad de dinero para pagar a cientos de miles de partidarios derechistas con el objeto que ellos funcionen como agitadores y movilizadores públicos. Estos agitadores tienen el importantísimo rol de bajar y penetrar los sectores de la clase media y popular e implementar un programa hábilmente diseñado de movilización electoral, y así conseguir que sectores mayoritarios de la clase media y popular, gradualmente entren en pánico y terror ante la posible victoria de un revolucionario izquierdista.  La clase media baja (particularmente la que hace pocas décadas atrás era aún proletaria), es una clase intensamente arribista y por lo tanto muy susceptible al temor de perder su recientemente adquirido estatus social.  Para ellos el hecho de descender un par de escalones en la escala social significa caer en la pobreza proletaria. Esto es equivalente a un peligro peor que el fuego del infierno.

         El ejército de agitadores sociales de derecha también tiene una gran responsabilidad en el día de las elecciones. Ellos deben vigilar que las huestes izquierdistas de Petro no intenten cometer fraudes electorales,  no alteren los votos,  no cambien los resultados, no paguen coimas y que no se de apoyo sicológico a los votantes izquierdistas. Estos son verdaderos policías electorales cuya función principal es conseguir que la izquierda no cometa crímenes electorales y al mismo tiempo tienen la función de ocultar los delitos que piensan cometer las fuerzas derechistas. En conclusión, el rol de estos “policías electorales” es apoyar a los votantes derechistas y hostilizar a los votantes izquierdistas el día de las elecciones.

         Algunos de estos programas inteligentemente implementados fueron las razones principales por las que Piñera ganó la segunda vuelta en Chile y esta exitosa experiencia tratará de ser imitada y reproducida por las huestes de Duque.

         Piñera y Duque como entes políticos tienen algunas similitudes, pero también tienen grandes diferencias. Ambos líderes políticos comparten con fervor  la ideología neoliberal. Creen que esta ideología es la adecuada para sacar a sus países de la pobreza, la corrupción ética y el subdesarrollo económico que ya lleva en la región más de 500 años. Ambos líderes están dispuestos y están deseosos de alinear a sus países con el poder hegemónico de los Estados Unidos y la civilización occidental. Ambos líderes son profundamente enemigos del nuevo socialismo del siglo XXI y por lo tanto, enemigos del actual gobierno de Venezuela.  Ambos desenfatizan y minimizan todas las aberraciones éticas que cometen empresarios neoliberales todos los días. Conocen los principios éticos de Adam Smith y Max Weber, entienden lo que es un empresario moderno. No obstante, siempre encuentran excusas para explicar por qué los empresarios latinoamericanos no se conducen de acuerdo con los principios éticos del capitalismo moderno. Ambos naturalmente niegan las afirmaciones de cientos de académicos occidentales que describen y explican la tradicional conducta corrupta e ineficiente de los capitalistas latinoamericanos en todo el siglo XX y en las primeras décadas del siglo XXI. Para estos observadores extranjeros, el capitalismo latinoamericano es un modelo primitivo y salvaje similar al que existió en Europa antes de la reforma protestante de Lutero y Calvino  y posteriormente extensivamente analizado y explicado por Max Weber.

         No obstante todas estas similitudes entre Piñera y Duque, también hay grandes diferencias. El presidente Piñera proviene de una respetable familia de clase media consolidada. Su padre era un importante funcionario público y por muchos años fue dirigente de la falange demócrata cristiana. El joven Piñera siempre se destacó por su inteligencia superior y enormes ambiciones. Fue un dedicado estudiante y terminó sus estudios en la universidad de Harvard donde obtuvo un doctorado en economía.  De vuelta en Chile y gracias a sus conocimientos financieros, logró construir una enorme fortuna que lo elevó al estatus de super millonario chileno.

         Iván Duque es un relativamente joven abogado y que ha hecho una buena carrera como servidor público, tanto en Colombia como en organismos internacionales en el exterior.  Su último cargo político fue como senador colombiano.  No obstante, el candidato colombiano es miembro de una de las familias más ricas y poderosas de Colombia. Sin embargo el candidato no está libre de la ley histórica que en Latinoamérica se da con regular precisión. En este continente, la historia ha sido sumamente cruel con los latinos nacidos en cuna de oro. En esta región, hay una inmensa y aplastante mayoría de casos de descendientes de familias ricas que por lo general terminan por transformarse en parásitos  que viven muy bien gracias al sacrificio y esfuerzos de sus antepasados, pero muy rara vez hacen un aporte significativo a los países donde ellos viven. En Chile hay decenas de escritores y analistas sociales que lamentan esta triste situación. Tal vez el más importante de ellos es el profesor Gonzalo Vial que dedicó gran parte de su trabajo académico a explicar por qué los descendientes de los ricos chilenos, lejos de transformarse en exitosos empresarios, capaces de energizar el desarrollo nacional (tal como ocurrió en la mayor parte de la historia estadounidense), ellos se dedican egoísta y lúdicamente a malgastar y dilapidar sus herencias.  El profesor Vial ilustra sus conclusiones con muchísimos ejemplos, siendo el caso más destacado, la triste evolución de la familia Cousiño.

         El abuelo y fundador de la familia Cousiño fue un poderoso, inteligente y gran empresario minero  que comenzó sus actividades a comienzos del siglo XIX. No obstante su hijo decidió ser abogado, tuvo muy bien pasar pero aportó muy poco al progreso del país. Finalmente el nieto fue un poeta que se farreó su enorme fortuna y terminó muriendo pobre y borracho en París.

         Volviendo al caso colombiano, se puede argumentar que Iván Duque es el típico representante de la rica oligarquía latinoamericana. Su verdadero padre espiritual es Álvaro Uribe, a quien con razón los pobres colombianos, le tienen muy poco respeto y cariño.  El hecho central es que la clase media colombiana al igual que la chilena, es extremadamente, clasista, racista, machista arribista y temerosa de perder su precario estatus social. Está más que claro que esta clase media colombiana votará por el candidato derechista de la misma forma como hace pocos meses atrás lo hizo la clase media chilena. Esta conducta sin duda determinará que el próximo presidente de Colombia sea Iván Duque.

         No obstante es probable que el futuro de Colombia cambie en los próximos años. Para el año 2020, muchos observadores internacionales ya han proyectado una gran crisis económica en el planeta. Se argumenta por estos expertos (entre ellos se encuentren George Soros y Martín Wolf) que para el año 2020 se desatará una gigantesca catástrofe económica en el planeta. Esta crisis será muy parecida a la que arruinó al mundo en tres oportunidades anteriores.  Primero entre 1910 y 1914, luego entre 1929 y 1933, y finalmente entre el 2007 y el 2008. En estas tres ocasiones, la crisis económica se produjo por una enorme falta de demanda. Los oligarcas mundiales acaparan la mayor parte del ingreso planetario; mientras la enorme mayoría de la población gradualmente cae en la pobreza. La falta de ingreso popular restringe el consumo de las grandes mayorías y esto a su vez reduce la demanda masiva de bienes y servicios. Todo esto a su vez, naturalmente crea una gran depresión económica de nivel mundial.  Esta vez no habrá dinero fácil para salvar a los bancos y de esta forma se proyecta que se repetirán las crisis depresivas de 1910 a 1914, la crisis depresiva de 1929 a 1933 y, finalmente, la crisis depresiva del año 2007 – 2008. Tanto el presidente Piñera como el presidente Duque no podrán resolver estos mayúsculos problemas y de esta forma es probable que ellos decidan trasladarse a lugares menos conflictivos e inseguros.

F. Duque Ph. D

Cientista Político

Puerto Montt, 31 de mayo de 2018

 

 

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