Noviembre 15, 2024

Donald Trump y la guerra comercial

En el caso específico de Trump la política exterior está al servicio de la interior. En el próximo mes de noviembre se elige la totalidad de la Cámara de Representantes y una parte del Senado y lo más probable es que el Partido Demócrata gane en la Cámara de Representantes; en esta elección Trump se juega el futuro de su gobierno, pues de ganar los Demócratas, habría vía libre para el impeachement.

 

 

El fiscal Robert  Mouller, en su investigación sobre el caso “Rusiagate” está cada día más cerca  de inculpar al Presidente Trump y su familia. El magnate, que no tiene indicios de locura ni de tonto, ha hecho las consultas a sus abogados sobre la posibilidad de auto-amnistía – único precedente es el del Presidente Richard Nixon, que fue negado por la jueza del caso, precipitándolo a su renuncia -.

 

Trump es el representante de los norteamericanos en el interior, y lo expresa a la perfección en “la América primero”. En cuanto a la política exterior, su  audacia le sirve muy bien para mantenerse en el poder y así tapar su debilidad interna. La demonización declarada contra Corea del Norte, que hoy se está convirtiendo en “amistad y diálogo gracias a los buenos oficios de China y Corea del Sur,  ha permitido abrir otro campo de lucha, mucho más importante para los intereses de Trump, que consiste en la guerra comercial y monetaria contra China, su enemigo principal.

 

El déficit comercial de Estados Unidos llega a más de 566 trillones de dólares, y para paliarlo, Trump recorre al arma del nacionalismo económico, gracias al cual ganó las elecciones en contra del Establishment de Wall Street y las familias dueñas de Estados Unidos – los Bush y los Clinton, entre otros -, y la guerra comercial forma parte de la ideología de Trump y sus  partidarios.

 

Geopolíticamente, el mundo de hoy es tripolar: Estados Unidos, Rusia y China son las potencias principales que se disputan la hegemonía. El camino de Estados Unidos ha sido la aplicación de sanciones económicas y políticas, primero a Rusia y, posteriormente, a Irán – en el de este último país, con el fin de asegurarse la hegemonía del Medio Oriente -; muy hábilmente, los iraníes han decido vender su petróleo en Euros, dejando en muy mal pie al petrodólar.

 

La guerra comercial contra China es una mala estrategia, pues el gigante de Asia es el principal poseedor de los Bonos de Estados Unidos, que si decidiera venderlos, terminaría por destruir la economía norteamericana. En la búsqueda de los contactos para el diálogo con Corea del Norte, Estados Unidos ha suspendido, por el momento, lo más crudo de su guerra comercial contra China.

 

Donald Trump anunció un impuesto del 25% en los aranceles a las importaciones de acero, y el 10% a las de aluminio, que perjudica, principalmente, a sus mejores aliados, (Canadá, que ha apoyado a Estados en todas las guerras, la Unión Europea y México, este último país que exporta el 75% del acero y el 80% de aluminio a Estados Unidos, y es triste reconocer que México, más que un país, es prácticamente una colonia de Estados Unidos, y ni siquiera tienen petróleo nacional como defensa a sus intereses).

 

El Primer Ministro de Canadá, Justin Troudeau, anunció una “política espejo”, es decir, la colocación de aranceles similares a los productos agrícolas provenientes de Estados Unidos; por su parte, México pretende hacer otro tanto con productos agropecuarios; en cuando a la Comunidad Europea, ha confeccionado una lista de productos de exportación norteamericana, a fin de aplicarle sanciones arancelarias.

 

Las consecuencias de llevarse a efecto la guerra comercial serían gravísimas, especialmente por el alza de precios en los productos sujetos a aranceles, aumento de la inflación, la necesaria intervención en las tasas de interés, por último, una recesión generalizada en el mundo, con la secuela de hambre, cesantía y miseria.

 

El valor de una moneda, como medio de intercambio, siempre ha sido el resultado del triunfo en una gran guerra, ( la Libre Esterlina, con la derrota de Napoleón, en Waterloo; el dólar, con el triunfo de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial , convirtiéndose en la moneda de cambio del petróleo hasta hoy…). Esta situación está cambiando debido a la ofensiva del Yuan, moneda que hoy es reconocida  por el FMI, junto al dólar, la libra esterlina, el euro y Yan, como monedas fuertes de intercambio, (la Libra pierde poder el Brexit); el yuan y el rublo ruso se han convertido en monedas de pago para la compra del petróleo en muchos de los países productores, incluso, lo intentan en Arabia Saudita para ganarle la carrera al dólar. El yuan tiene una cobertura en oro, (ya Estados Unidos había dejado  el patrón oro, en 1971, durante el gobierno de Nixon).

 

Estamos aún lejos de que el yuan reemplace al dólar como moneda principal de intercambio: el PIB de China, por ejemplo, es inferior al de Estados Unidos; por otra parte, el poderío militar norteamericano es superior al de China.

 

La guerra comercial sería un desastre para Estados  Unidos y marcaría el comienzo del derrumbe del imperio.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

 

06/06/2018             

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