La Cuenta del 1º de junio, un día laboral, contadísimos adeptos vieron la transmisión por televisión. Uno se pregunta qué objetivo tiene esa famosa cuenta a la Nación cuando, ni siquiera, los supuestos “representantes” del pueblo pueden aprobarla o rechazarla, (lo más lógico sería para entregarla al final del mandato que, seguramente, su legado no contará con un heredero de entre sus filas).
El largo y tedioso discurso del Presidente, un somnífero muy efectivo, imita las consignas de los vendedores callejeros “no vengo a vender, sino a regalar”.
Hoy, hasta los tipos más ignorantes y brutos que, incluso, golpean a sus mujeres cotidianamente, se declaran feministas: el Presidente Piñera, siempre oportuno, aprovechó la ocasión para inscribirse en este nuevo club, tan exitoso como el Colo Colo. Por muy protegido que esté el Presidente por su asesor comunicacional, siempre se le sale su verdadera alma machista: al dirigirse a la presidenta de la Cámara de Diputados, Maya Fernández, le dijo que “era muy bonita, pero muy dura” – un poco mejor que aquella salida de que “las mujeres se hacían las muertas y los hombres se les montaban”-.
En la parte medular de su discurso manifestó que los privilegiados durante su gobierno serían los niños y los viejos, – un punto para Evópoli -. ¿Quién puede contradecir al Presidente sobre esta materia? Nadie, por principio, osaría hablar en contra de abuelitos y nietos.
A los “pobretes” de Santiago les ofrece un Metro que llegue hasta Bajos de Mena, por ejemplo, incluso, tiene la utopía de que la capital esté conectada a las distintas líneas del Metro eliminando los buses. Los más inconformes son los provincianos, “¡pero qué importa, si Santiago es Chile!”
El mandatario promete aumentar la pensión solidaria en un 40%, pero a la vez, la cotización de los trabajadores activos será mayor, y, como es lógico, todo este dinero irá a parar a las AFP. Que aumentarán sus arcas en forma ilimitada.
En sus anuncios, los impuestos a las empresas no bajarán – lo había prometido en su campaña – provocando la inconformidad de sus amigos, los empresarios.
Para tratar de complacer a sus partidarios más fanáticos, ataca al gobierno de Bachelet, pero en cambio alaba al de Patricio Aylwin, e imitando a Joaquín Lavín, ahora opta por el aylwinismo aliancista. Cuesta entender por qué los derechistas democratacristianos no apoyan a Piñera que es, de lejos, el mejor de sus líderes y, además, podrían pasar con muy buena calefacción este helado invierno – como lo pronostica Iván Torres -.
Un país en que se turnan en el poder, por ejemplo, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, tiene poco porvenir: es lo mismo optar por el “sombrero blanco o el blanco sombrero”, razón por la cual es muy difícil pensar en una nueva izquierda que sea capaz de gobernar.
Los vendedores callejeros saben muy bien cómo convencer a los ingenuos de que sus productos son muy útiles y de gran calidad, y poco importa que el comprador, a la primera experiencia, capte sólo se mantendrá en el estreno. El Presidente Piñera está haciendo con su reestreno en el poder. Como los seres humanos tropiezan varias veces con la misma piedra, no falta quien crea que el Presidente Piñera nos salvará del marasmo, y que cada día nos chorreará más dinero.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)