Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial el Partido Democratacristiano, compuesto de varias fracciones, gobernó Italia hasta la famosa operación “manos limpias”, y que terminó por hacer desaparecer a este Partido y al Socialista. Nada más fatal para un país que jueces y/o curas dirijan el gobierno, y es preferible, así sean corruptos y se roben la plata del Estado, que lo hagan los políticos.
El resultado de la labor de los jueces no fue el de terminar con la corrupción, sino el hecho de haber entregado el país al más corrupto de todos, Silvio Berlusconi quien, de seguro, ganará las próximas elecciones, pues el Tribunal de Milán acaba de permitirle presentarse como candidato, (entre Giulio Andreotti y Silvio Berlusconi, prefiero al primero; entre los democratacristianos y Forza Italia, opto por los democratacristianos, pues, al menos, estos tenían una fracción de izquierda, y Aldo Moro, por ejemplo, intentó un acuerdo histórico con los comunistas).
Si los italianos se vieran forzados a decidir entre la Lira y el Euro, lo harían por la primera, pues esta moneda hizo a Italia uno de los países más ricos de Europa, gracias al bajo de su valor moneda que, como es sabido, la devaluaciones favorecen el comercio exterior. Hoy por hoy, la política italiana es más corrupta e inestable que antaño.
En las recientes elecciones de marzo último ganaron los Partidos Cinco Estrellas y la Liga, (esta última de ultraderecha). El primero es un partido populista, ni de izquierda, ni de derecha, dirigido por Luigi Di Maio. La Liga es presidida por Mateo Salvini, un personaje de segundo nivel de la derecha. Ambos Partidos tardaron meses para ponerse de acuerdo para gobernar, a causa de la dificultad de juntar “el aceite con el agua”, y llegaron al acuerdo de que asumiera como Primer Ministro un tecnócrata desconocido, Giussepe Conte.
El Presidente italiano, que tiene muy poco poder en un sistema parlamentario, Sergio Mattarella, no aceptó el gabinete presentado por Conte porque el ministro de Hacienda, de 80 años, Paolo Savana, era contrario a permanecer dentro la Comunidad Europea; el Presidente nombró en su reemplazo a Carlo Cotterelli, también un tecnócrata. Los dos Partidos principales – ya mencionados – indignados, amenazan con acusar constitucionalmente al Presidente.
En el caso de no darse un acuerdo entre los Partidos con relación al nombramiento de un nuevo Gabinete, habría que llamar a elecciones que, según la mayoría de las encuestas de opinión, las ganaría La Liga, con la casi seguridad de que Silvio Berlusconi sería nombrado Primer Ministro, pues su Partido, Forza Italia, forma parte de La Liga del norte.
El sistema político italiano no puede ser más funesto: funciona con un sistema parlamentario basado en un bicameralismo y, además, multipartidismo.
Italia es la tercera potencia de la Comunidad Europea; su deuda externa está entre el 130% y 140% del PIB, es decir, para pagar la deuda tendrían que abstenerse de sus ricos tallarines y otras delicias durante más de 18 meses.
El programa de los dos Partidos mayoritarios es rico en ideas, pero bastante confuso: pretenden bajar la edad de jubilación, abandonar la OTAN, suspender los castigos a Rusia, más bien reforzar las buenas relaciones con Vladimir Putin, además, salir de la Comunidad Europea y abandonar el Euro; para los ciudadanos crear un impuesto plano y establecer un sueldo para todos los ciudadanos de un mínimo de 800 Euros; en cuanto a empleo, se les ofrecería trabajo, que sólo podrían rechazar dos veces y, a la tercera, estarían obligados a aceptarlo, so pena de no devengar ningún salario.
De seguro, el Banco Europeo va a intervenir la economía italiana, obligando al gobierno a contar con un plan de austeridad-
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
30/05/2018