Noviembre 23, 2024

Es el capitalismo, chicas…!

Cuando el movimiento feminista exige el fin de los acosos, de la violencia, de la educación sexista, de la segregación de la mujer en todos los ámbitos, está criticando una de las esencias del capitalismo, pero esto no se ve muy claro.

 

Como tampoco es muy nítido el avance real que se logra con marchas y desfiles. La situación es mucho más grave como para quedar felices por haber llevado a diez mil o cien mil a las calles.

 

Los estudiantes ponen en relieve su propuesta en contra de la educación sexista ¿Pero desde dónde nace la educación sexista? Desde el mismo nido en que nace la educación como objeto del mercado, que la niega como derecho. Y que niega la salud. Y las pensiones dignas. Y la paz para los pueblos.

 

¿Y de donde sale la violencia en contra de la mujer? Desde donde mismo se dispara en contra del mapuche, se apalea al estudiante y se castiga al protestón.

 

¿De dónde sale la idea de los sueldos más bajos para las mujeres? De los mismos poderosos millonarios que pagan una mierda al que trabaja, mujer, hombre, niño, nacional o inmigrante.

 

¿De dónde sale la discriminación a la mujer? De la misma cultura que discrimina al negro, al feo, al flaco, al gordo, al pobre, al indio, al maricón, a la lesbiana, al marginal, al hambriento, al diferente, al perdedor, al enfermo, al que llega desde otras tierras.

 

¿Desde donde emerge la naturalización del machismo que mata, agrede irrespeta? Desde los hogares que forman machistas, hombres y mujeres, y que no toman los resguardos para formar a esos hombres y mujeres para que jamás les quepa en sus mentes ni corazones la posibilidad de tratar de una manera despectiva o abusiva a nadie.

 

Desde aquellos hogares que confunden el rol de la escuela, sobre todo de ésta que domina y que nos ha sido impuesta y que reproduce esta cultura de mierda, con el rol de formador de personas que corresponde a las familias.

 

La primera trinchera de lucha y resistencia en contra de la violencia machista es en la casa, a la hora del desayuno, cuando se hacen las tareas para tamizar aquello que los profesores, otros castigados, maltratados abusados, ninguneados, explotados, mandan   en los cuadernos, o cuando se compran muñecas o autitos según sea, o cuando se prohíbe cocinar o se enseña, también según sea a quien.

 

Habrá que agregar que esta primera traza de machismo que muchos años más tarde va a matar o castigar, se potencia puntual y entusiasta en la prédica del cura y el pastor, en la arenga del capitán frente a su tropa, y en al jefe de partido ante sus seguidoras que puntuales, forman el comité femenino y se encargan del café.

 

Se trata de repulsivo al Instituto Nacional porque se ha sabido de conductas del todo reprobables de grupos de estudiantes en los que se ofende a la mujer de diversas, poco originales y rascas maneras.

 

¿Pero serán todos?

 

En mi familia ha habido y hay estudiantes institutanos. Y para decir las cosas como son, ni en mi hijo ni en mis sobrinos es posible detectar así sea en broma, conductas reprobables en las que sea bien visto alguna forma de discriminación, abuso, desprecio, segregación, machismo o violencia en contra de alguien eventualmente considerado débil, diferente o extraño.

 

Lo que mata con nombre de machismo es el capitalismo, en cuya cultura que viene con sus credos y religiones, con su economía y su política, se entiende como natural la inferioridad de la mujer porque sale más cara por su rol de madre que pare, cría y amamanta.

 

Una educación no sexista, de responsabilidad del Estado, democrática, entendida como derecho en la que se respete la figura de la persona humana sin referencias a su sexo, no es posible en este mundo, no en este país, no en el capitalismo.

 

La pretendida contradicción entre lo femenino y lo masculino en una relación de poderosos y dominadas, es una falsa dicotomía. Por lo menos, incompleta.

 

Destruir  las relaciones de dominación y discriminación en contra de la mujer, el reconocimiento pleno de sus derechos, de su rol social y su aporte  indiscutible en una sociedad sana, la eliminación de los discursos políticos centrados en la diferenciación odiosa entre lo femenino y lo masculino, se relaciona directamente con la convicción de que es el capitalismo, peor aún en esta fase aguda y extrema, en donde tiene sede la contradicción esencial.

 

No habrá derechos plenos de la mujer si no se supera el orden actual y se construye otra cultura. Como no habrá educación de altura humana, ni pensiones dignas para la vejez, ni trabajo debidamente remunerado ni paz para el mapuche ni justicia que castigue al delincuente y sancione al criminal.

 

Tropiezo con una frase de la muy feminista, comunista, negra norteamericana Angela Davis: “Creo profundamente en las posibilidades de la democracia, pero la democracia necesita ser emancipada del capitalismo. Mientras vivamos en una democracia capitalista, un futuro de igualdad racial, igualdad de género, igualdad económica nos eludirá.

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