El papa Francisco sostendrá hoy las dos últimas reuniones con 34 obispos chilenos con quienes reflexiona desde hace dos días sobre los abusos de poder, sexuales y de conciencia, ocurridos en la iglesia católica de ese país.
En línea con lo anunciado previamente por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, los encuentros se realizan en la más 'estricta confidencialidad', sin otra información posterior que la ofrecida al concluir la audiencia del primer día, a través de un escueto comunicado de su director, Greg Bruke.
Al indicar que el encuentro se realizó a las 16:00 hora local, el funcionario señaló que el sumo pontífice entregó a cada obispo el texto con los temas de meditación, pues desde ese momento y hasta la reunión siguiente, efectuada la víspera a las 18:00, se abría un tiempo dedicado exclusivamente a meditar y orar.
Muchas son las conjeturas sobre el saldo de estas jornadas, de las cuales se derivarán inevitablemente medidas 'a corto, mediano y largo plazo para restaurar la comunión eclesial en Chile, con el fin de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia', como expresó Francisco en carta a los obispos en abril.
Para llegar a ese punto será necesario 'determinar la responsabilidad de todos y cada uno en esas heridas devastadoras, así como el estudio de los cambios adecuados y duraderos que impidan la repetición de actos siempre reprobables', según lo planteado en el llamado a Roma.
En opinión del reconocido vaticanista del diario La Stampa, Andrea Tornielli, como consecuencia del proceso de investigación y análisis es de esperar medidas contra los cuatro obispos pertenecientes a la confraternidad sacerdotal del pedófilo en serie Fernando Karadima, suspendido de por vida de la actividad sacerdotal en 2011.
El cuarteto mencionado por Tornielli está integrado por los obispos Juan Barros, de Osorno y figura central del escándalo, acusado de encubrir los desmanes de Karadima; Horacio Valenzuela, de Talca; Tomislav Koljatic, de Linares; y el auxiliar de Santiago, Andrés Arteaga, quien está gravemente enfermo.
Entre otros posibles involucrados, el periodista incluye a prelados quienes rebasaron la edad canónica y prestan servicio en condición de prórroga, como el cardenal arzobispo de la capital chilena, Ricardo Ezzati, el nuncio apostólico, Ivo Scapolo, y el cardenal Francisco Javier Errázuriz, emérito de Santiago.
Errázuriz estuvo en Roma para asistir el 24 y 25 de abril últimos, a la vigésimocuarta reunión del Consejo de Cardenales asesores del Papa para el gobierno de la iglesia católica y la revisión de la Constitución Apostólica Pastor Bonus, del cual será miembro hasta junio próximo al cumplir su mandato de cinco años.
La mira de analistas y periodistas interesados en el tema está centrada también sobre el jesuita español Germán Arana, a quien se atribuye la investigación sobre Juan Barros antes de su nombramiento por Francisco como obispo de Osorno, el 15 de enero de 2015.
Acciones ejemplarizantes exigieron Juan Carlos Cruz, James Hamilton Sánchez y José Andrés Murillo, víctimas de abusos por miembros del clero chileno, al considerar que no son pecados, sino delitos y como tal deben ser juzgados por tribunales civiles.
Los tres chilenos fueron recibidos por el papa, quien les expresó que había sido mal informado sobre el problema y pidió perdón en su nombre y en el de la iglesia católica, gesto que apreciaron.
En conferencia de prensa explicaron que a solicitud de Francisco, llamaron la atención sobre la gravedad del encubrimiento el cual, al no castigar a los culpables, propicia los abusos sexuales y su reproducción en el contexto de la Iglesia, no sólo en Chile, sino en todo el mundo.
En ese sentido, abordaron con él lo relativo al 'ejercicio patológico e ilimitado de poder' como piedra angular de tales hechos y lo alertaron sobre la necesidad de que la iglesia sea una aliada y guía en la lucha contra los abusos y refugio para las víctimas, 'algo que no sucede hoy'.
'No nos corresponde llevar a cabo las transformaciones necesarias en la iglesia para detener esta epidemia de abuso sexual y encubrimiento. Esperamos que el papa Francisco convierta sus amables palabras de petición de perdón en acciones ejemplarizantes. De otra forma, todo esto será en vano', afirmaron.
Más allá de las medidas contra los responsables, en el escándalo chileno, como en otros similares ocurridos a partir de la década de 1980 en Estados Unidos, Australia, Irlanda, México y otros países, los abusos sexuales y de otra naturaleza, forman parte del contexto general en el cual opera la iglesia católica.
Investigaciones realizadas en los últimos años demuestran que no son hechos aislados, aunque algunos persistan en relativizar su importancia con el argumento de que son cosas que suceden no sólo en el ámbito eclesial y que los responsables son apenas una ínfima parte del todo universal.