Para Charles Fourier el avance del socialismo supone la emancipación de la mujer. A propósito de las tomas en universidades y colegios por parte, principalmente de mujeres contra el acoso y el abuso sexual por parte de algunos profesores, entre quienes aparece el profesor de Derecho y ex presidente del Tribunal Constitucional, (Institución esta última abusiva, dictatorial e inútil), se hace imperativo visualizar esta muestra de protesta como un avance significativo en el respeto a la dignidad de la mujer, que se ha ganado gracias a muchas mujeres rebeldes y decididas, a lo largo de nuestra historia.
A comienzos del siglo XX una de las grandes luchadoras feministas en nuestro país, Inés Echeverría de Larraín conversaba con mi abuelo, en alguna calle del centro de Santiago y, de repente, mi padre aún imberbe, recibió un bastonazo para que no olvidara nunca el respeto que debía a las mujeres y, además, como correctivo anticipado a fin de que no se convirtiera en un conservador pechoño, machista y patriarcal.
En los años 60, cuando era “un poco más joven que hoy”, la aplicación de algunos métodos contraceptivos, principalmente la píldora, que debía tomarse diariamente, (ahora puede ser cada tres meses, y si pillan a una niña “volando bajo”, existe la del día después), permitieron que las relaciones sexuales, incluso tempranas, se dieran por placer y atracción, y no para tener hijos como conejas.
Próximos a celebrar el Día de la Madre, como muchas otras personas, me da enorme tristeza el ser huérfano a mis pocos 77 años, (mi madre, que peleaba continuamente con mi abuelo paterno, decía “por qué don Rafael Luis no se amarra el pipillo y se deja de tener hijos”, incluso, lo culpaba de la muerte de su señora, debido al gran número de hijos que había tenido.
Este año conmemoramos el 50 aniversario de Mayo del 68, que empezó en la Universidad de Nanterre, y una de las demandas de los estudiantes se refería al derecho de las niñas a ser visitadas por jóvenes en sus aposentos del hogar universitario, (por cierto que esta demanda no era la principal causa de la rebelión en ese centro de estudios, que comenzó el 22 de marzo de 1968).
Los hombres, con nuestra estructura anatómica y desarrollo mental, somos bastante más limitados y simples que las damas, lo cual por complejo nos lleva a ser brutos y abusadores de la mujer, incluso, hay algunos machos cobardes que aprovechan las multitudes en el transporte público para toquetearlas aprovechando el anonimato.
Los beatos y pechoños siempre han hecho gala de un machismo exacerbado: San Pablo, fundador del cristianismo, en Cartas a sus prosélitos, hablaba con recelo de las mujeres, motivo de pecado por ser hijas de Eva, exigiéndoles que fueran obedientes a sus maridos en toda circunstancia.
Como decía Francisco de Bilbao, en la obra, La sociabilidad chilena, Jesús fue el padre de la liberación de la mujer: nada menos que recién resucitado se le apareció a María Magdalena; San Pablo, por el contrario, es el “padre del machismo”. No en vano, Santa Tecla, que alió a un grupo de mujeres místicas que habían renunciado al contacto con los hombres, dejó a San Pablo “marcando ocupado”.
Los anarquistas tolstoianos chilenos, que vivían en comunidad cerca del Cerro San Cristóbal, y se alimentaban con verduras, eran tan respetuosos a la dignidad de la mujer que, cuando vino a Chile Belén de Sagarra, pensadora, libertaria, laica y feminista española, sacaron los caballos del carruaje que la transportaba y los hombres tomaron el lugar de aquellos, en entre quienes se encontraba José Santos González Vera, autor del libro Cuando era muchacho.
El contrario del feminismo se muestra en la película “Calmos”, filmada en 1971, cuyo director era Bertran Blier, en que los protagonistas eran un ginecólogo, Jean Pierre Marielle, un cafiche, Jean Rocheford y un cura, Bernard Bier. Estos tres personajes, por su profesión, estaban aburridos de las mujeres, por consiguiente, deciden marchar al campo para comer los exquisitos platos de la gastronomía francesa; el cura cuando sorprende a su monaguillo en plena acción con su polola, le pide al ginecólogo que le explique el peligro que acarrea el relacionarse con mujeres.
En la película, las mujeres forman un ejército para capturar al ginecólogo y al cafiche : los atan a una cama y convocan a todas las mujeres del regimiento para que los violen; la señora del ginecólogo dice que ella no puede intimar sin amor y sin llevar flores a su marido; las guardianas, en su rol, no permiten la expresión de ningún sentimiento. En definitiva, las mujeres se ríen de los hombres a su amaño. (Esta película puede encontrarse en Youtube, está en idioma francés y clasificada para mayores).
Las protestas de las universitarias y secundarias son una buena cachetada para la estupidez del machismo.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
10/05/2018
* Louis Aragón