Es imposible calcular el peso de la represión que ha caído sobre él. Las armas de la guerra para combatirlo y para aplastarlo. Los kilos de papel y tinta que diariamente se han gastado, en los últimos ciento cincuenta años, para sepultarlo. Las ondas radiales y televisivas, reiteradas a cada minuto para culparlo de todos los males de este mundo. Hasta se ha hecho el esfuerzo “teórico” para equipararlo con el nazismo y la Santa Inquisición en sus supuestos métodos. Se ha inventado incluso, y repetido sin cesar, que uno de sus más insignes seguidores fue el autor de “el fin justifica los medios” Maquiavelo) y de “mentid, mentid, que algo queda” (Goebbels). En general sus muertos ilustres han sido excluidos, perseguidos, torturados y asesinados por rebeldes y terroristas, por antipatriotas y vendidos al oro extranjero. Por criminales han sido degollados e incinerados vivos, en países como el nuestro donde nunca ellos hicieron cosas semejantes.
En los últimos doscientos años ninguna “doctrina” fue tan maltratada por la santa madre Iglesia, que la calificó como “intrínsecamente perversa”.
Los tiranos de Europa, Asia, África, Oceanía y América se han unido en cofradía para “extirparlo”.
En su nombre también se han cometido guerras injustas, expansiones de sello imperial, represiones, excesos y crímenes, y se han achacado a su primer mentor.
Como si los crímenes del colonialismo pudieran atribuirse a Cristóbal Colón y Hernando de Magallanes, los del E.I. o los de Al Qaeda a Mahoma, y los de de la Inquisición, de las cruzadas, de Hitler, Pinochet, Somoza o el filipino Duterte, a las prédicas de Jesucristo o los escritos de Paulo de Tarso.
El marxismo ha servido de pretexto a los poderosos para reprimir y seguir esquilmando a los débiles.
Y Carlos Marx, combatido y prohibido como ninguno. Ningún filósofo,economista,escritor y teórico social ha sido perseguido como él después de muerto.
A los 200 años del nacimiento del pensador alemán, yo, un periodista chileno marginal, de un país occidental también marginal, me pregunto, a mis 81 años, si comparto y sigo lo central de su pensamiento.
Dentro de mis legítimas dudas existenciales, ideológicas y políticas – el propio Marx se autodefinió como “un hombre que duda”- adscribo a lo medular de su pensamiento, expuesto previo a la existencia en el planeta de la sicología social, de la sociología, de la antropología, de la robótica, de la física cuántica, y al más complejo desarrollo tecnológico, propio de la competencia y la expansión del capitalismo.
Así como los cristianos no pueden afirmar que siguen en todo el credo de su fe los marxistas no deben señalar que en su cerebro y voluntad, como en una caja de fondo con claves y sin llave, están todos los diagnósticos y propuestas que acerca del capitalismo hizo hace 150 años el más genial pensador de Occidente.
¿Soy marxista? Sí, lo soy, porque los enemigos de Chile, de su democracia y su progreso, de sus trabajadores, de sus explotados, de sus marginados, en los hechos de su libertad, los criminales que ordenaron la tortura y los criminales que la practicaron, los que quemaron y degollaron, fueron todos antimarxistas y soñaron todos con extirpar el marxismo de la sociedad.
Nunca un marxista chileno pisoteó la libertad y la democracia, disparó contra los trabajadores o estableció y apoyó la dictadura.
Sí, lo soy, porque en lo mejor de mi vida, conscientemente milité en un partido marxista, antes, durante y después de la dictadura fascista. Y fui solidario con ellos, como ellos con nosotros, con los gobiernos marxistas de Cuba y Vietnam y las luchas contra el racismo y por la liberación nacional encabezadas por marxistas en África, Asia y América Latina, y por la democracia y el progreso en países de Europa como Italia, Francia, Portugal y España.
Lo soy porque así lo afirmaron – y actuaron en consecuencia- los que nos persiguieron, a mis amigos, a mi familia y a mí, nos desterraron por once o doce años, nos secuestraron (a mi hijo y a mí) y nos mandaron a la cárcel sin juicio ni razón.
¿Hoy un marxista reformista? Puede ser, en un mundo donde la gran burguesía planetaria puede aniquilar varias veces el planeta por su capacidad nuclear destructiva que Marx no podía vislumbrar en esa magnitud hace un siglo y medio.
Carlos Marx no se proclamó ni dios ni hijo de dios ni pariente de dios, ni santo ni hijo de santo, no fue ni Moisés, ni Jesús, ni Mahoma, ni Agustín de África del norte ni Tomás de Aquino, ni un santón de la India, ni menos un Papa infalible, pero personas tan relevantes como Lenin, Trotsky, Mao, Ho Chi Minh, Gramsci, Rosa Luxemburgo, Fidel Castro, Berlinguer, Carrillo, Marchais, Alhtusser, Ernesto Guevara, Mariátegui, Lukacs, Habermas, Adorno, Marcuse, Foucault, Einstein y entre nosotros Recabarren, Grove, Allende, Clodomiro Almeyda, Carlos Lorca y Rodrigo Ambrosio, arriesgaron su vida y en casos la perdieron por proclamar que seguían su teoría y su pensamiento.
También los más grandes intelectuales, poetas y artistas nuestros: Neruda, De Rokha,Vicente Huidobro, Dorfman, Matta, Balmes, Teiller, Violeta Parra, Ángel Parra, Víctor Jara, Patricio Mans.
Ricardo Latcham, Alejandro Lipschutz, Gabriel Salazar, José Bengoa, Tomás Moulian, Manuel Antonio Garretón, han sido militantes y simpatizantes de partidos marxistas chilenos.