La politóloga belga, creadora del pensamiento político postmarxista, que desarrolló desde los años 70 junto con el filósofo Ernesto Laclau, presentó en la Universidad de Chile sobre la naturaleza agonística en democracia, su forma de entender los populismos y la crisis política de la izquierda.
El martes 17 de abril se realizó la cátedra abierta “Pensar la Democracia desde una Perspectiva Hegemónica” de la filósofa Chantal Mouffe en el Aula Magna de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile. Su visita fue posible gracias al Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), en conjunto con el programa de Doctorado en Teoría Crítica y Sociedad Actual de la Universidad Andrés Bello, y con el apoyo de la Fundación alemana Friedrich-Ebert, revista Trama y la Fundación Chile 21. También presentará en el Museo de la Memoria sobre populismo.
Para Mouffe la política democrática debe tener naturaleza agonística, es decir, el conflicto debe permanecer de manera central. Según ella, la política consensual de la tercera vía –concepto que se utiliza para hablar del “centro”- ha contribuido a la desafección política porque cuando los ciudadanos sienten que no tienen voz y que las cuestiones políticas son tratadas por expertos, entonces las instituciones democráticas pierden su esencia y su legitimidad, lo que las hace estar en constante amenaza.
Junto con lo anterior, la política del consenso es la que ha dado origen al desdibujamiento de las líneas entre izquierda y derecha. En su opinión, es necesario luchar por esta distinción, pues “es urgente revivificar el proceso democrático y eso se va a hacer únicamente por los partidos de izquierda que van a llevar una lucha contra-hegemónica, que va a contestar el intento neoliberal de destruir las instituciones centrales del Estado de Bienestar y la privatización de la vida social en su conjunto, y tratar de instalar las reglas del mercado”.
SOBRE LOS POPULISMOS
Ante el crecimiento de los liderazgos de derecha del último tiempo, explica que: “detrás de los movimientos populistas de derecha hay reivindicaciones democráticas en el sentido de que son reacciones contra la post-democracia”. Y añade: “los únicos que trataron de ocuparse de los <<perdedores de la globalización>> fueron los partidos populistas de derecha (…) El éxito de los partidos populares neoliberales es, en parte, responsabilidad de los partidos de izquierda que han abandonado a la clase popular”.
En la misma línea, Mouffe aclara que las clases populares “quieren tener una voz, lo que pasa es que ese pedido a participar ha sido articulado por la derecha de una manera <<queremos la democracia pero democracia únicamente para los nacionales, los inmigrantes no>>”. La politóloga distingue entre el populismo de derecha, que se basa en limitar la democracia, y el populismo de izquierda, que quiere radicalizar la democracia y que defiende valores de igualdad y participación popular.
Desde el año 2010 se han estado desarrollando diferentes movimientos de protestas, como una forma de contestación del lado progresista del neoliberalismo en una situación de post democracia. “Hay que volver a establecer una frontera política entre <<nosotros>> y <<ellos>>. Esa frontera no se puede hacer de la manera tradicional marxista entre la clase obrera y la burguesía porque hay otras contradicciones en la sociedad que la contradicción capital-trabajo. Eso no quiere decir que haya que eliminarla, sino que hay que articular esas demandas con otras. Por eso me parece que la frontera hay que establecerla de manera populista”.
Cuando Mouffe habla de populismo lo hace desde la distinción que hace Ernesto Laclau en su libro “La razón populista”, que en palabras de ella: “es una estrategia de construcción del sujeto político. No es una ideología, no es un régimen, es una manera de establecer la frontera política, que es distinta de establecerla entre el proletariado y la burguesía. Es una manera de establecerla entre los de <<abajo>> y los de <<arriba>>, el <<pueblo>> y la <<oligarquía>>”. Aclara que no tiene contenido específico, y que es algo compatible con muchas formas institucionales. Con ello se trata de crear un sujeto político. “Hay que articular una serie de demandas, una cadena de equivalencia, entre demandas democráticas y crear un <<nosotros>>”.
Lo anterior plantea definir quiénes serán <<nosotros>> y quiénes serán <<ellos>>. Esta composición va a determinar el tipo de populismo y el tipo de relación a establecer. Para tener un populismo democrático, la confrontación se puede entender como un antagonismo entre <<amigo>> y <<enemigo>>. Aclara además que una política populista no pone necesariamente en cuestión el orden democrático; al contrario, dice: “populismo de izquierda es lo que va a permitir la radicalización de la democracia”.