1.- 15-M o la irrupción del primer Momento Cero.
Un 15 de mayo de 2011 me sorprendió en Madrid, al calor de la movilización y protesta impenitente de indignados, presagiando no sólo el germen de irrupción de un nuevo actor político en España, hoy Unidos Podemos, donde convergen progresivamente movimientos sociales, sindicales, políticos con tradicionales estructuras de poder como Izquierda Unida. Sin embargo, este contexto de descontento impulsado por históricas cifras de paro, crisis del sistema de seguro social, corrupción generalizada del Partido Popular, banqueros y transnacionales, configuraron las condiciones materiales para esta nueva articulación, la cual irrumpe decisivamente en las elecciones autonómicas y municipales de abril de 2014, agotados del bipartidismo PP-PSOE, haciéndose de ayuntamientos claves como Madrid con Manuela Carmena, Barcelona con Ada Colau, ambas dirigentes sociales, Valencia en alianza con Compromis, Cádiz, entre otros, así como presencia en todos los parlamentos autónomos y su posterior reflejo en la cámara de los diputados, con 71 escaños (constituyéndose en la tercera fuerza política) que consolidan a este nuevo conglomerado de izquierda nacido al calor de las protestas, como correlato de un sistema capitalista que no sólo da indicios de cansancio, sino de una crisis profunda donde el viejo régimen y sus grupos políticos predestinados a mantener un estatus quo de privilegios, sufren su peor derrota electoral en 20 años aquel 2014.
Esta irrupción que evidencia la crisis del viejo régimen, como luego los autores del primer texto sobre El Frente Amplio chileno, los destacados académicos Alberto Mayol y Andrés Cabrera, denominarán “momento cero”, fue un camino ya vivido en procesos como el Español, el Griego o en la conformación de gobiernos entre la socialdemocracia y la izquierda como es el caso Portugués, entre otros en el contexto Europeo, los que se suman a la confluencia de actores similares que llegan al poder en diversos países latinoamericanos en los últimos 20 años.
Como correctamente los autores, citando a uno de los más destacados líderes de Podemos, Iñigo Errejón, evidencia el malestar de las elites ante el posicionamiento de este nuevo actor: “… al analizar la reacción de las fuerzas políticas tradicionales en el momento que los nuevos parlamentarios herederos del 15-M ingresan a la esfera parlamentaria: Todas estas reacciones airadas comparten un mismo tono de desprecio patricio por lo que se considera la entrada de una turba ruidosa y folclórica en un templo de la racionalidad y los procedimientos congelados, que estarían ensuciando o mordiendo. Este prejuicio aristocrático-hoy vestido de enfadado procedimentalismo- ha llevado siempre a los que detentaban las posiciones dominantes o de habla legítima a escandalizarse ante la irrupción de sujetos, formas y lenguajes que antes no figuraban en el reparto de posiciones políticas, los “incontados” en palabras del filósofo Jacques Rancière: “la parte sin parte” en el orden establecido. Una irrupción plebeya que no es reducible a la cuenta estadística en términos de posición económica, sino de los que hasta el momento estaban excluídos de los lugares del poder, hasta el punto de que su llegada a las instituciones se perciba con espanto. Nada nuevo bajo el sol: cada expansión democrática ha sido siempre un “jaleo innecesario” a decir de los que mandan” (Iñigo Errejón, “Desprecio Patricio”, diario El País, 16 de enero de 2016, citado por los autores en su libro página 24).
2.- El “momento cero” como inicio de un nuevo proceso político.
Mayol en la entrevista que realizamos para esta columna, consultado sobre el objeto del texto publicado por editorial Catalonia el año 2017, plantea: “El objeto es entender por qué una coalición puede ser tan exitosa con poca inversión, pero con un constante trabajo político. En este sentido, cabe advertir qué significado tiene que el binominalismo se rompe políticamente, logrando absorber el grueso de una votación de izquierda, en un plazo brevísimo logrando una inserción de un renovado conjunto de cuadros políticos que marcan una renovación que se opone a los partidos convencionales en crisis profunda de identidad”. De esta forma, la pregunta que el libro plantea dice relación con el significado que el Frente Amplio y su irrupción tienen en el actual escenario político actual, en el contexto del agotamiento del modelo, a partir de los movimientos del 2011, en cuanto acontecimiento sin precedentes, y que devienen en la aparición de sus propios actores como caras visibles de este proceso de poder en disputa.”
En efecto, este “momento cero” donde el Frente Amplio se enfrenta por primera vez en la disputa del poder en un proceso electoral, implica “el acontecimiento donde se diluye el pasado en términos estructurales, pues implica una modificación de las estructuras de poder”, como efecto de un resultado electoral impensado para las elites dominantes.
De esta forma y como lo advierten acertadamente los autores, el 19 de noviembre de 2017, el Frente Amplio significa “ el surgimiento de la primera coalición política capaz de disputar electoralmente y con eficacia el poder en Chile, a pesar de no provenir de escisiones o fracturas del viejo orden, sino nacidas de las modestas articulaciones sociales que quedaron vivas durante la transición y que se transformaron, primero en el canal de movilización del malestar de la sociedad y luego en el símbolo político del proceso de impugnación al viejo orden.” (página 23).
En esta misma línea argumental, Mayol plantea: “un momento cero, que implica una complementación de la “teoría del acontecimiento”, es aquel fenómeno de carácter disruptivo que destruye las reglas con que funcionaba un determinado mundo, planteando una reorganización de los actores, valores etc.” Por tanto, El Frente Amplio, “…es la primera respuesta a la crisis que comienza en 2010 y al acontecimiento de 2011 que proviene del propio seno de la crisis, donde parte de los protagonistas de ese proceso conducen una respuesta política y pasan de la protesta al poder con un proyecto propio” (página 25).
En efecto, en este mismo sentido, en nuestra entrevista con Alberto Mayol, éste profundiza en el concepto teórico señalando: “El concepto de “momento cero” es un derivado de un término que el lingüista Roland Barthes denomina “grado cero”. Esto es un momento en el cual los elementos que configuran el escenario están comenzando su proceso de construcción. A sí desde el 2011 hay un período de “destrucción creativa”, donde la elección se transforma en el instante en el cual lo nuevo toma forma, donde el Frente Amplio que se encontraba en un proceso de generación que proviene del acontecimiento, se articula en torno a un interés fundacional y de construcción política, por lo que el voto coincide con una voluntad de nacimiento, de gestación y de irrupción en definitiva como nuevo actor político”.
3.- La necesidad de un momento Prometeico.
Todo nuevo actor político siempre se enfrenta a tensiones internas marcadas por la lucha hegemónica por el control, construcción del discurso y posterior accionar político, cuando sus estructuras internas están conformadas por numerosos movimientos y partidos, cada uno de ellos con sus propias lógicas, intereses y extracción de clases diversas, identidad ideológica, entre otras.
Independiente del éxito de acumulación de fuerza y la construcción de un discurso, de un lenguaje político que construya una identidad cultural común, que tiene un importante hito en la construcción de un programa político único, los autores advierten: “La capacidad de producir identidad del Frente Amplio ha sido sorprendente. En cuestión de meses, un mismo lenguaje, una misma solidaridad, una misma convicción recorría Chile, con más fuerza que las diferencias que tantas veces habían fragmentado a la izquierda. Era su poder, su capital; pero también es su defecto. El identitarismo del Frente Amplio es técnicamente narciso, tiene relación con una irrefrenable admiración por lo conseguido- sin pensar que no es lo mismo lo logrado que lo realizado-, una inconciencia del pasado que ha procurado el exitoso presente y una sensación mesiánica, pero no heroica, de salvación. Narciso no es Prometeo quien roba el fuego a los dioses. Narciso simplemente se admira y espera que la historia lo sitúe en el espacio que merece pues la historia sabrá donde le toca estar; pero el Chile actual necesita un momento prometeico, pues hay que refundar un orden. No basta con admirarse por haber estado en el lugar de la suspensión del proyecto anterior, es necesario más osadía, menos autosatisfacción.” (página 184).
El Frente Amplio, de esta manera, más allá del éxito electoral inicial, se encuentra en medio de una tensionalidad evidente, entre los intereses del capital que intentan empujarlo a ser un actor más dentro del sistema y en función a sus propias lógicas, o ser la irrupción que garantice el fin del antiguo régimen. Sin embargo, la heterogeneidad de sus actores y estructuras, devienen en un actual estado de pugna donde la socialdemocracia representado por sectores como Revolución Democrática, con una clara convicción de mayorías y hegemonía interna incuestionable ( basta señalar que representan la mitad de la bancada en la Cámara de Diputados con 10 escaños de un total de 21 del Frente Amplio y su único escaño en el senado), puede desvirtuar el sentido fundacional del Frente Amplio desde un actor de izquierda que supera los partidos tradicionales, por la mera sustitución de una nueva elite ilustrada que reemplaza a la antigua concertación y parte del núcleo de poder que sustentó la Nueva Mayoría en el gobierno anterior. Es decir, que la riqueza de su diversidad en la incidencia de la formulación de políticas públicas y disputa real del poder en pos de una disputa sistémica real, puede ser aplastada por la necesidad de los grupos hegemónicos de imponer su voluntad e invisibilizar las voces alternativas y críticas al interior del Frente que se encuentran a la izquierda de RD. Dicho fenómeno será por cierto siempre impulsado y promocionado por las elites dominantes, a fin de neutralizar los efectos del nuevo actor, a fin de que, producto de sus disputas hegemónicas internas, neutralicen o minimicen el impacto del accionar de sus actores. Ya lo advierten los autores: “La pervivencia política del pacto elitario y de la lógica duopólica del sistema de partidos forjados durante el proceso dictatorial- transicional depende en gran medida de la capacidad de los sectores dirigentes para neutralizar, integrar y/o dispersar las posibilidades del bloque político emergente para instalarse en ciertas posiciones de poder” (página 56)
De esta forma y como definen ideológicamente los autores al Frente Amplio como: “… un esfuerzo de confluencia de los sectores antineoliberales en el espacio político y en la escena de movilización social chilena. Estos sectores se constituyeron de modo mayoritario, desde las luchas sociales o desde la disidencia política con las principales coaliciones del país durante la transición. La historia de estas agrupaciones suele estar marcada por la distancia entre grupos, la fragmentación, las fracturas y los conflictos intestinos en el sector. En ese contexto, el esfuerzo de un Frente Amplio es una novedad en cuanto avances, aunque la idea ha existido en muchas ocasiones anteriores al año 2016, cuando la iniciativa frenteamplista comienza a tomar vertebración más nunca antes”. Por consiguiente, es este el eje ideológico, el articulador de la acumulación cultural del Frente y sus miembros, debiendo necesariamente garantizar los procesos democráticos de participación y representación más allá de lo formal, donde todas las visiones sean escuchadas, respetadas y tengan su debido espacio de poder garantizado.
Por otra parte, y como lo advierte Sergio Grez, desde el punto de vista de las definiciones tácticas, el eje político de funcionamiento y las tensionalidades desde una imposición hegemónica determinada, señala un problema que será clave y a la vez difícil de definir a futuro por el Frente Amplio al momento de definir su política como partido y de alianzas: “Aunque no siempre ha existido una coincidencia perfecta entre la aceptación o rechazo de las elecciones como medio para la acumulación de fuerza y la adscripción a estrategias más o menos proclives a la integración sistemática o a la ruptura revolucionaria, con frecuencia quienes han puesto un énfasis particular en la actividad electoral se han inscrito en la perspectiva de las reformas graduales, la ocupación escalonada del estado y las alianzas muy amplias ( incluyendo eventualmente a la “burguesía nacional”). En contrapunto, aquellos que han percibido las elecciones como una trampa sistemática han manifestado mayor inclinación por políticas de ruptura revolucionaria y, en la mayoría de los casos, por alianzas exclusivamente populares. El debate y pugna entre ambas posiciones siguen vigentes en el Chile actual” (Grez, Sergio. “La izquierda chilena y las elecciones: una perspectiva histórica”. Citado por los autores página 79).
4.- El Conflicto por el Distrito 10 y el debut en la Política Real.
Sin duda una de las mejores virtudes del libro de Alberto Mayol y Andrés Cabrera, es lo sumamente ilustrativo para el lector al abarcar la génesis y desarrollo del Frente Amplio y el devenir de sus fortalezas, éxitos y contradicciones.
Dentro de las últimas, cabe destacar el conflicto producido en el Distrito 10 por la candidatura de Alberto Mayol a la cámara de diputados. En especial llamó en su momento sumamente la atención la casi inexplicable rigidez de una coalición nueva, en términos de incorporar a uno de sus ex precandidatos presidenciales, de gran desempeño electoral, sobre todo en parte de las comunas que componían ese distrito, máxime teniendo presente que Alberto ya a esas alturas era una de las figuras indiscutibles del Frente Amplio. En efecto, la inclusión de una figura fuerte, hizo detonar un grado de conflictividad y tensiones inéditas hasta ese momento en la emergente coalición de partidos y movimientos. Sin embargo y más allá de las conclusiones y análisis desarrollado en el libro, considero sumamente inconsistente no haber dado el espacio que una figura como Alberto significa como activo político e intelectual al interior del Frente Amplio. En efecto, en cualquier coalición que hubiere tenido una madurez superior, un ex pre candidato presidencial, hubiere tenido un lugar privilegiado en la plantilla de candidatos al congreso facilitando su elegibilidad, lo que denota que, más allá de las ganas y la juventud de sus principales actores, al final, la real politik superó los equilibrios y algunas de las viejas praxis del antiguo régimen primaron sobre un criterio amplio, inclusivo y verdaderamente democrático, que permitiera el desarrollo político de todas sus figuras sin excepción ni cortapisas. Es seguro que, volviendo al ejemplo de Podemos, más allá de las diferencias políticas entre Errejón, Iglesias o Monedero, nadie al interior de la coalición de izquierda dudaría o hubiera siquiera propuesto amenazar el rol y espacio que cada uno de esas figuras tiene y ha tenido en el devenir del desarrollo y posicionamiento del colectivo político, lección que se espera pueda superar en futuros procesos electorales el Frente Amplio.
Sin perjuicio de lo anterior, es interesante la reflexión de los autores, uno de ellos incumbente, sobre el particular: “La mayor lección que sacó el Frente Amplio de esta crisis parecía en el reconocimiento de que todo el conflicto- y los próximos que vendrán- forman parte de una simple y llana disputa sobre espacios de poder, condición inextirpable del quehacer político. Pero en realidad había otros aprendizajes ocultos: en primer lugar, la necesidad de construir condiciones institucionales suficientes para el procesamiento de los conflictos; en segundo lugar, la comprensión de un protagonismo relevante del Frente Amplio, con medios que lentamente se acostumbran a seguir sus avatares y con derechos a gozar de escandalosos efectos derivados de sus procedimientos. Esto no era obvio. La crisis se produjo en un fin de semana largo y a las doce de la noche antes de un festivo. En la lógica habitual de las organizaciones políticas de menor tamaño, no había posibilidad de consecuencias relevantes. Era entre gallos y medianoche. Pero el conflicto por el distrito 10 ilustró, en primer lugar, que algunas de esas comunas involucran para el Frente Amplio su bastión fundamental y que, en segundo lugar, la naciente coalición tenía derechos a sus propias teleseries sobre disputas de poder.” (página 149).
5.- Epílogo de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce.
En el nuevo escenario político, después del triunfo de la derecha, sin duda la madurez de la coalición será puesta continuamente a prueba, donde la confluencia del Frente con otros actores de izquierda será sumamente relevantes tales como el Partido Comunista, en la perspectiva de no sólo jugar un rol en la oposición desde el nuevo rol en el congreso nacional, sino la articulación con otras fuerzas progresistas y de izquierda, sin perder o supeditar su propia identidad ni capital político y cultural acumulado. Advirtiendo como convicción ética, la necesidad de construir una conciencia colectiva respecto a que el país y sus trabajadores no son un instrumento para garantizar sus bien ganadas cuotas de poder, sino el horizonte de la clase a la cual deben no sólo la defensa de sus derechos y consolidación de sus conquistas, sino de garantizar un proyecto serio de disputa del poder y que, de una vez por todas, el modelo sea bajado del pedestal imaginario en el que se encuentra. De lo contrario y citando los enormes escritores Roberto Bolaño y A.G. Porta en su maravilloso texto “Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce” (editorial Alfaguara, página 92) serán recordados a la sazón de estas palabras: “Ahora mantengo un aire de perdido intentando asemejarme al Brando del Último Tango. Me veo pedante, pero me gusta serlo aunque piense que ello no es nada bueno y crea que debería curarme un poco, retomar otra postura y hasta, incluso, llegar a analizarme. Antes, alguna vez, creí que podría terminar en un sanatorio psiquiátrico. Ahora ya sé que eso no va ser posible. Que pena. En ocasiones ese aire mítico que intento darme es más que exagerado. Despeinado, joven y menos hermoso que el ídolo, pero intelectual”.
Por Rony Núñez Mesquida: Analista, Escritor y Observador Internacional.