Noviembre 15, 2024

La detención de Carles Puigdemont

El ex Presidente de la  Generalitat, cuyo Partido Democrático Catalán, (PDCAT), obtuvo la primera mayoría entre los independentistas, que le daba el derecho a asumir el cargo de Presidente de Cataluña, ha logrado evadir el asedio sin cuartel, tendido por los tribunales de  justicia. Mientras se mantuvo dentro del territorio belga pudo adquirir una vivienda en Waterloo – hecho que se prestó para burlas y comparaciones con Napoleón -.

 

 

Con  audacia Puigdemont se fue arriesgando a dar conferencias en distintos países europeos, mientras estuvo suspendida la orden de captura, pero el último país, Finlandia, le fue fatal,  pues lo sorprendió la orden de captura internacional, dictada por el juez Pablo Llarena; temiendo ser arrestado en el aeropuerto de Helsinki adoptó la estrategia de ir por tierra, de regreso a Bélgica, en un viaje de 35 horas. La policía secreta española,  la CNI, le siguió todos los pasos: así pudo detenerlo en Dinamarca, pero esperó su llegada a Alemania, país en que tenía un delito muy similar al de rebelión, consignado en el Código alemán.

En Alemania los tribunales de justicia son federales, correspondiéndole al Estado de Schleswig-Holstein llevar a cabo el juicio de extradición a España, que durará entre 60 y 90 días.

Puidemont no es el único político catalán  en exiliarse en los últimos meses: Marta Robira, segunda dirigente del Partido Izquierda Catalana escapó a Suiza, país que normalmente se niega a extraditar a personas por razones políticas; Clara Ponsati, a Escocia;  Ana Gabriel, dirigente de la CUT, cuyos delitos son de baja penalidad, por consiguiente, no cabe la extradición; a estas tres dirigentes hay que agregar los consejeros que aún se encuentran en Bélgica.

La política represiva contra los independentistas catalanes se ha radicalizado: días antes de la detención de Puigdemont 25 altos líderes políticos están en prisión preventiva, entre ellos, la ex presidenta del Congreso catalán, Carme Forcadel, y Jordi Turrull.

Formar gobierno en Cataluña, luego de las elecciones del 21 de diciembre de 2017 ha sido prácticamente imposible: en varias ocasiones, el presidente de la Cámara catalana, Roger Torrent, ha propuesto a Carles Puigdemont como Presidente de la Generalitat, pero su investidura ha sido imposible en ausencia. Se han hecho otros intentos para reemplazarlo, por ejemplo, por Jordi Sánchez y Jordi Torrent, han sido vetados por el gobierno de Mariano Rajoy por tener causas judiciales en curso.

El Comité de Unidad Popular, (La CUP), se han negado a apoyar a otro candidato que no defienda claramente la república catalana, por consiguiente, la mayoría independentista, hasta ahora, parece quebrado, salvo que el presidente Torrent realice un acto simbólico proponiendo como Presidente de la Generalitat a Carles Puigdemont, lo cual  significaría la prisión preventiva para él y para todos los que voten por Puigdemont.

Al conocerse la noticia de la detención de Puigdemont, los Comités de Base Independentistas han cerrado el acceso a carreteras, además de las masivas  manifestaciones en Barcelona y en otras ciudades catalanas, en que se cuentan más de treinta heridos.

Las penas con que se amenazan a los dirigentes independentistas son bastante altas, si al delito de rebelión se suma el de malversación de fondos públicos, así, la mayoría de ellos arriesga entre 10 y 30 años de prisión; el ex Presidente de la Generalitat, de no mediar una amnistía, podría morir a la sombra.

La  situación catalana tiene pocas salidas: en la sociedad civil, la mitad de los ciudadanos es independentista y, claro, el resto es pro-centralista y monárquico. De continuar hasta el mes de mayo la ingobernabilidad, Rajoy tendría que llamar a elecciones  nuevamente, y es probable que se repita el resultado de las elecciones del mes de diciembre último, y se tendría un empate catastrófico tanto en la  sociedad civil, como en el cuerpo electoral.

Los 60 a 90 días de duración del juicio de extradición de Puigdement son decisivos: los independentistas pueden aprovechar este lapso para victimizarse y difundir la idea de persecución por parte de un gobierno autoritario y corrupto, como el de Mariano Rajoy.

En cuanto a los partidos políticos centralistas, especialmente de Ciudadanos, Partido mayoritario en Cataluña, podría también el tiempo para profundizar la división en el campo independentista. La proximidad de la cárcel para los líderes independentistas puede provocar actitudes disímiles, como el heroísmo y la valentía, o el miedo a la traición, actitudes que ya se han visto, por ejemplo, en el caso de Carme Forcadel, quien se muestra muy temerosa ante la perspectiva de una posible condena y, por otro lado, el estoicismo de Oriol Junquera.

Pase lo que pase las heridas, provocadas por el quiebre catalán, no serán fáciles de cicatrizar. En España lo único que no cabe es la tibieza.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

27/03/2018

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