Con una minoría en ambas Cámaras, Piñera está impedido de usar la retroexcavadora para convertir en polvo las leyes progresistas, aprobadas durante el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, por consiguiente, tiene que optar por el camino de la moto sierra, (este término pertenece al ahora senador Álvaro Erizalde), es decir, buscar vías alternativas para podarlos a su antojo.
Según algunos analistas, el desorden político del pasado régimen parlamentario, ((1891-1925), podía mantener un orden institucional, gracias a la continuidad de los cargos en la administración pública. Julio Heise, en su Historia Parlamentaria, pretende probar esta hipótesis comparando, por ejemplo, el número de directores de la Biblioteca Nacional, entre el parlamentarismo y el presidencialismo.
Si bien es cierto, durante el régimen parlamentario hubo una proliferación de ministro de Gabinete, los subsecretarios mantenían la continuidad del despacho. (Por ejemplo, la grave crisis desatada recientemente en la política peruana no ha tenido mayor incidencia en los índices macroeconómicos, pues la administración sigue su curso y, hasta ahora la institución judicial no ha sido quebrada por la corrupción; en pocos países del mundo sus Presidentes han sido sometidos a juicio).
En el presidencialismo chileno el Ejecutivo tiene tal poder que puede funcionar con minorías parlamentarias, sea haciendo alianzas políticas o bien, limitándose a administrar el Estado. Desde 1938 a 1970, el Presidente pudo gobernar con la única condición de completar un tercio en la Cámara e imponerse mediante el veto presidencial. En el período de la transición a la democracia hasta el año 2005, la Concertación pudo gobernar con minorías en el Senado gracias a los designados, que daban mayoría a la derecha, y la clave estaba en “tensar sin parar”.
El Presidente Piñera trata de vender a la oposición la “vuelta a la democracia de los acuerdos”, y como los partidos políticos están en plena decadencia, podría decirse casi en estado catatónico, caen fácilmente en estos engaños y cantos de sirena, (ni siquiera han tenido la inteligencia de Ulises, de ponerse tapones en los oídos).
La democracia de los acuerdos siempre ha favorecido a la derecha, y es una tontería similar a lo de “las políticas de Estado”, como las que se pretende aplicar respecto a la política exterior, es decir, impedir cualquier crítica a la pésima labor de la Cancillería chilena que, por ejemplo, con su legalismo extremo, nos conduzca a nueva derrota en La Haya, pues cada vez que hemos litigado, hemos perdido por goleada, (con Perú, y un poco antes en la cuestión previa con Bolivia, por 16 votos contra 14).
La salud pública en Chile, que durante los gobiernos republicanos ha sido un ejemplo, (baste recordar que la mortalidad infantil en Chile fue reducida a su mínima expresión, gracias a la labor del Dr. Fernando Monckeberg; en 1910 Chile tenía más mortalidad infantil que Bombay, en India), y hoy, con el la instauración del neoliberalismo, el poco dinero que el Fisco destina a la Salud Pública, va a parar a las clínicas privadas, en especial la de Piñera, Las Condes.
La ley de aborto en tres causales ha sido un avance en enorme frente a una oposición de la derecha cavernaria y al oscurantismo religioso, que pretende defender la vida de los fetos y callar ante los religiosos que se han atrevido a violar a niños pequeños e inlocentes.
La Universidad Católica (en los tiempos en que estudié era abierta y pluralista, incluso, progresista, cuando el Gran Canciller era el Cardenal Raúl Silva Enríquez), hoy está dirigida por un cardenal y un rector reaccionarios, por consiguiente abusan de la objeción de conciencia para aplicar procedimientos inquisicionales en los hospitales que dependen de esa institución.
La objeción de conciencia es válida para los individuos y no para las instituciones: imagínese Ud. Que un ejército entero se negara a usar las armas por objeción de conciencia; algo de esto último ocurrió en las huelgas de los militares franceses a finales de la primera guerra mundial, y también en la fraternización, en la famosa Navidad de 1914.
Podría permitirse que un hospital privado, pretextando objeción de conciencia, no aplicara la ley, pero aún así es discutible, pero los hospitales dependientes de la Universidad Católica, que reciben subvención del Fisco, no pueden darse el lujo de negarse a aplicar la ley, máxime con el dinero de todos los chilenos.
La estrategia de la “moto sierra” consiste en privatizar todo lo posible, sin tener que recurrir al Congreso, basándose en decretos y órdenes administrativas.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
(26/03/2018).