Noviembre 15, 2024

Chile y Bolivia: el futuro y la mecánica del marrano

Retórica hueca, frases hechas apuntando a lo más simple y básico del sentido común de la gente silvestre engrupida en más de treinta años de no política. Intento por desatar  un primitivo ánimo guerrero oculto en una convicción de superioridad racial de fábula.

 

 

El converso ministro de Relaciones Exteriores ha hecho su entrada en escena.

 

Los gobiernos chilenos han sido incapaces de establecer una estrategia que resuelva una situación de conflicto que jamás se va agotar porque en los gobernantes y pueblo boliviano la convicción del despojo está en la base de su nacionalidad y no van a renunciar a ella.

 

Del mismo modo que la suma de heroísmo chileno es un capitán de corbeta saltando sobre la cubierta de un barco peruano, la suma de la nacionalidad boliviana está radicada en su reivindicación marítima.

 

Y en el caso del país hermano, el gobierno ha basado su contingencia en la movilización de su pueblo que ya suma bastantes años luego que fuerzas sociales bolivianas, campesinas indígenas y obreras, levantaron un movimiento que entendió que los procesos institucionales también son un arma de lucha y que el poder es la cuestión de la política.

 

Mientas que en Chile la mayoría vive las escaramuzas de La Haya, si acaso, por la televisión, apuntalado en  las clases de historia de su ya lejana enseñanza básica.

 

Y los medios de comunicación hacen malabares para encontrar notas periodísticas que avalen la postura chilena en el diferendo y estimulen a un pueblo indiferente anémico y manipulado.   

 

No es casual que la mejor pieza para remover el patrioterismo estéril y gastado del que hacen gala desde el corrupto sistema político hasta el inadvertido transeúnte consultado por periodistas rascas, sea un video en que carcamales de la talla de don Francisco y Pedro Carcuro alientan las banderas inmaculadas de la patria.

 

Lo que corresponde son las soluciones fundadas no solo en el derecho o en el pasado, sino que en el devenir histórico de los pueblos en un mundo que cruza por un severa crisis planetaria, falta de agua, desertificación, escasez de alimentos, cambio climático.

 

Entre Chile y Bolivia no es posible el divorcio ni el cambio de domicilio.

 

Y se debe entender que la historia no es solo la que se cuenta y trampea del pasado en los textos,  sino, por sobre todo, la historia es lo que viene, el futuro.

El  irreversible proceso de globalización, la necesaria integración cultural y económica, la inmodificable vecindad eterna, obligan a soluciones que tanto superen la mediterraneidad de Bolivia, como permitan el acceso chileno a la energía, el agua, a los alimentos y los productos del altiplano, entre ellos su cultura.

 

Bolivia y Chile tendrán historia conjunta hasta en que dure la tierra girando.

 

Y esa consideración, la historia es por sobre todo el futuro, es mucho más interesante que las recurrentes y manoseadas razones históricas del pasado si lo que se buscan son soluciones de fondo.

 

El  irreversible proceso de globalización, la necesaria integración cultural y económica, la inmodificable vecindad eterna, obligan a soluciones que tanto superen la mediterraneidad de Bolivia, como permitan el acceso chileno a la energía, el agua, a los alimentos y los productos del altiplano, entre ellos su cultura.

 

De lo que se trata es de entender que las soluciones de fondo debe ser asumiendo el futuro de países necesariamente ligados unos con otros por idioma, costumbres y destinos.

 

La ignorancia que propone superiores a chilenos por sobre bolivianos, que releva una guerra que libraron los poderosos derramando sangre de gente del pueblo, que se afirma en tratados que pueden ser modificados por otros tratados, es estimulada por sujetos ávidos de poder que jamás van a pisar una trinchera, llegado el caso de los tiros.

 

Como tampoco el 95 % de los habitantes de Chile jamás va a pisar esas arenas en disputa, ni va a profitar de un gramo de las riquezas de ese mar que tranquilo nos baña y que hace más millonarios a un puñado de inmorales que de patriotas no tienen nada, pero que se defiende con el ánimo y furor con que se defiende la sacrosanta propiedad privada y ajena.

 

Veremos qué hará el converso canciller ante un fallo adverso que obligue a sentarse a conversar. Quizás si las cosas se ponen pesadas su opción sea cambiarse de bando. Ya sabe cómo es la mecánica del marrano.

 

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