El ex candidato presidencial sr Kast ha hecho un uso abusivo de la democracia por la que él no hízo nada y cuyos principios de tolerancia evidentemente no comparte. Nuestro sistema legal es permisivo y tolerante hasta la claudicación con el genocidio que sufrió Chile y con la ideología que lo inspira. Si el sr Kast estuviera en Europa y fuera a reivindicar a Hitler y Mussolini y a decir que los campos de exterminio son producto de la imaginación de la propaganda judeo-comunista lo mandarían a la cárcel.
No llamo a que unas ideas se impongan sobre otras sobre la base de la proscripción. Pero hay ideas e ideologías delictuales que patrocinan el crimen y que no deben tolerarse. Perdónenme la rudeza del ejemplo, pero ¿podría alguien instalar un Centro de Formación Técnica para enseñar a producir y traficar cocaína?. Es una idea, un proyecto educacional, pero evidentemente una sociedad decente no lo puede aceptar.
Precisemos más, en el caso concreto.
En la foto de la derecha usted ve oficiales y soldados, que traicionado la constitución y la ley, están entrando a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile el 11 de septiembre de 1973. Arrestaron alumnos y profesores, luego expulsaron a otros, impusieron autoridades ilegitimas, proscribieron ideas, los libros de autores socialistas o democráticos fueron quemados. Esa fue mi escuela, instalaron allí un orden de cuartel militar. Varios estudiantes de esa Escuela fueron asesinados,desaparecidos, encarcelados, exiliados, relegados y torturados durante la dictadura militar. Juan Soto Rojas fue asesinado quemándolo con un lanzallamas.
¿Se les podría pedir a esos estudiantes que acepten pasivamente las charlas del sr Kast justificando ese genocidio y de esa manera instando a que se repita si los criminales los juzgan necesario?.
Estamos hablando de crímenes brutales cometidos planificadamente desde la omnipotencia del poder del estado sobre una sociedad civil desarmada.
La foto de la izquierda es de un ciudadano chileno asesinado por los militares el 11 de Septiembre de 1973 en el centro de Santiago.
Si la legislación chilena no prohíbe que alguien haga apología pública ese ese crimen y que de esa manera esa atrocidad no se sancione, ¿estamos los ciudadanos obligados a permanecer pasivos, en razón de una falsa invocación del principio de la tolerancia?.
Los jóvenes estudiantes iquiqueños han puesto la decencia y la dignidad que los constructores de la transición de los acomodos no han tenido.
ROBERTO AVILA TOLEDO