Cuando la dc levanta la candidatura de Frei en 1963, ya es el primer partido de Chile con buenas posibilidades en la elección de 1964. La dc italiana y la administración Kennedy le han otorgado su apoyo para hacer de Frei una figura continental alternativa a Fidel Castro. A diferencia de las derechas conservadoras, el futuro gobierno dc deberá poner en marcha reformas económicas y sociales reales, que atraigan sectores populares y eviten así su identificación con la izquierda. Pero también debe combatir el “comunismo” con virulencia. Frei hará ambas cosas. El resultado será su ruptura con la izquierda.
Quinto artículo[1] sobre las relaciones entre la dc y la izquierda. |
La campaña de Frei queda a cargo de Jorge Ahumada y de Álvaro Marfán, apoyados por unos 150 técnicos que diseñan estrategias comunicacionales dirigidas a públicos destinatarios bien identificados. En especial los sectores sociales concernidos por la Promoción Popular: trabajadores ocasionales, pequeños comerciantes y sobre todo dueñas de casa. La iniciativa de crear Centros de Madres tiene un éxito indiscutible. Cada centro es asistido por una asesora vinculada a la dc, que los asiste en las gestiones administrativas y brinda ayudas materiales de corte paternalista. Los sectores medios bajos son trabajados a través de “tés” ofrecidos por señoras más adineradas, que dan a sus invitados la impresión de ascenso social. El punto culminante es la célebre Marcha de la Patria Joven, una idea de Germán Becker, que recorre el país para terminar en una gran manifestación en Santiago.[2]
El programa
Desde 1962 un Centro Coordinador del Plan, dirigido por Jorge Ahumada y Joaquín Undurraga, redacta el programa, consultando unos 500 especialistas. Las propuestas son discutidas en encuentros de jóvenes, mujeres, pobladores… que, aunque suelen aprobarlas en bloque, ocasionalmente las modifican y acentúan la necesidad de cambios. En diciembre 1962 se ratifica el slogan Revolución en libertad y el Libro azul, título del programa[3].
La dc diagnostica una “grave crisis chilena que impide a vastos sectores de realizar su iniciativa creadora” provocada por los “grupos minoritarios que han gobernado al país”. Y postula una “sociedad comunitaria”, un concepto vago. Pero promueve reformas reales.[4]
La más contundente es la Reforma Agraria. Busca modernizar la agricultura expropiando una parte de los añosos latifundios poco productivos para redistribuirlos entre los inquilinos. Se crearán así 100 mil nuevos propietarios agrícolas lo que aumentará la producción y mejorará la vida paupérrima de los campesinos. Y éstos adquirirán por fin el derecho de asociación, aboliendo las disposiciones que impiden organizar sindicatos en el campo.
Para obtener una rápida expansión de la minería del cobre, “viga maestra de la minería nacional y de nuestra economía”, se negociará con las compañías propietarias, siempre que se comprometan a refinar el mineral en Chile. “La nacionalización –explica el programa– no es un objetivo ideal ni tampoco una imposibilidad doctrinaria”.
Una reforma educacional extenderá la enseñanza básica a los niños de 6 a 14 años; la enseñanza media incitará a optar por profesiones intermedias. El Estado mantendrá los subsidios a los establecimientos privados (22% de la básica, 42% de la media y 40% de la superior), pero podrá reducirlos para aumentar las becas a hijos de trabajadores. Y se creará una Universidad Laboral. El déficit de medio millón de viviendas (el 21% de la población vive en habitaciones insalubres), será paliado por construcción de 360 mil casas.
Se incorporarán a la Constitución preceptos como: incompatibilidad entre la gestión pública y los intereses privados; límite de los gastos electorales; descentralización administrativa; democratización de la justicia y reforma del derecho de propiedad individualista para otorgar un lugar a propiedades comunitarias.
Una nueva estructura jurídica de la empresa (no precisada) mejorará la relación entre empresarios y trabajadores. Las empresas serán esencialmente privadas, pues “ninguna exigencia económica o social determina la absorción por el Estado de los medios de producción”. Se auspiciará la “libertad sindical” (sindicados ideológicos) como alternativa al “sistema rígido” existente (léase la Central Única de Trabajadores). El salario mínimo guardará relación con la realidad; la asignación familiar será la misma para empleados, obreros y campesinos.
La jubilación debe ser un derecho, considerando los años de trabajo. La unificación del sistema previsional permitirá corregir la “previsión social anarquizada” y un Plan Nacional de Salud aumentará los servicios de salud, sin distinciones. Las ffaa, además de la misión de seguridad externa, deberán asumir proyectos de desarrollo.
En el terreno internacional Chile se desligará de los bloques de la guerra fría estableciendo relaciones con todos los países. Apoyará la lucha contra el colonialismo, la integración latinoamericana a través de un mercado común, y la revisión de los pactos militares con Estados Unidos.
Para organizar todo esto se instaurará la planificación a través de un Plan Nacional de Desarrollo, con participación de las centrales de trabajadores, asociaciones de empresarios y territoriales.
El programa dc de 1964 resulta sin duda atrayente para sectores populares. Pero en paralelo se gesta una campaña anticomunista más virulenta que la organizada 26 años antes contra el Frente Popular.
La campaña y la utilización del terror
Una interesante tesis de magister[5], enumera y analiza el aluvión de folletos, afiches, programas radiofónicos, destinados a exaltar el miedo al “comunismo” en 1964. La izquierda es presentada como un instrumento de los comunistas, y éstos como seres abyectos que arrebatarán propiedades, incendiarán iglesias, arrancarán los hijos de los brazos de sus madres para enviarlos a Cuba, obedeciendo a un plan siniestro para implantar el totalitarismo.
Tal argumentación está presente en el discurso de la dc, sobre todo después del “Naranjazo”.[6] Renán Fuentealba, presidente de la dc, afirma que el electorado “democrático” apoya a Frei, pues la izquierda quiere imponer un régimen que no respeta los derechos de la persona humana y que Allende está “a la cola del comunismo que jamás respetó libertad en país alguno”.
Para el periódico dc Flecha roja, la izquierda es una fuerza política violenta y destructiva, como el gobierno cubano. Busca nacionalizar el cobre para “llevar a Chile a la zona de influencia rusa”; Allende es un oportunista sin principios, las libertades que promete no son más que un engaño.
El propio Frei adopta el mismo tono. Explica que la izquierda “propone al pueblo el camino del marxismo-leninismo: de violencia moral y política; de la omnipotencia del Estado en todas las manifestaciones de la vida nacional; de la colectivización y de la desviación del porvenir de Chile hacia la órbita del mundo comunista”.[7]
En paralelo, emergen el Foro de la Libertad de Trabajo la Acción Chilena y el Comité Nacional Pro-Defensa de la Democracia[8] que llevan la campaña del terror a su paroxismo. Ya en 1963, alguien distribuye millares de estampitas de la Virgen que terminan con la frase: ‘¡Sálvanos, Señora de la plaga comunista! Líbranos de ser esclavos del soviético o de cualquier otro extranjero”. Enseguida el Foro publica una serie de 14 afiches en defensa de la libre empresa y luego otra de 17 afiches titulados Chile en la encrucijada que denuncian el marxismo “negador de la nacionalidad, el progreso, el emprendimiento y la familia”. Luego aparecen caricaturas anónimas que anuncian el fin de las libertades y de la propiedad privada. Por ejemplo: “los comunistas podrían apoderarse de tu casa” explicando que la “reforma urbana” de Allende (inventada) forzará a los propietarios a compartir sus viviendas con pobladores marginales. Tal “información” se difunde como mancha de aceite y provoca pánico en la clase media.[9]
Sigue otra serie de afiches sobre la incompatibilidad entre marxismo y nación. Uno dice “¿El paredón, necesidad chilena?”; otro muestra supuestos niños cubanos separados de sus padres; otro un obrero cubano confesándose antes de ser fusilado; otro una fila de milicianas cubanas armadas y pregunta “Chileno. ¿Es así como quieres ver a tu hija? En todos figura la frase: “Faltan x días para que Chile, con tu ayuda, muestre al mundo como se aplasta al marxismo”.[10]
La campaña alcanza su punto culminante con el mensaje de Juana Castro a los chilenos en agosto 1964, ampliamente difundido. La hermana menor de Fidel llega ese mes a Brasil, invitada por la mujer del ministro de Relaciones de la dictadura instaurada en abril. “Juanita” elogia el golpe de Estado como “uno de los golpes más duros contra el comunismo internacional” omitiendo toda referencia a los abundantes prisioneros políticos. Dice:
Chilenos, quiero que sepan, que el candidato de los que dicen ser socialistas, el señor Salvador Allende, es amigo de Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Nikita Khruschev y al igual que todos ellos, sólo sigue una línea: la trazada por el Partido Comunista. […] Cuba es un país eminentemente católico, pero desde el principio, los comunistas se dieron cuenta de que tenían en la religión a un poderoso enemigo. Chilenos, los comunistas borrarán el nombre de Dios de la Constitución, y después borrarán la Constitución, como lo han hecho en Cuba. Serán invadidos los templos y profanadas sus imágenes, como lo hicieron en Cuba […] Madres chilenas, estoy segura que ustedes no permitirán que sus pequeños hijos les sean arrebatados y enviados al bloque comunista, como ha pasado en Cuba, y donde con toda la mala intención que caracteriza a los ROJOS, y como único fin de servir así a los intereses del Partido Comunista, comenzarán a ser adoctrinados, desarraigando en esas criaturas, la orientación cristiana y saludable que ustedes con tanto amor y desvelo han forjado en ellos…[11]
La campaña del terror coloca a la izquierda a la defensiva. El interesante debate sobre los programas de gobierno pasa a segundo plano. Se discute de la peligrosidad de los comunistas. El biógrafo de Frei, Cristián Gazmuri, reconoce que la campaña del terror, “muy efectiva en especial entre las mujeres”, fue tolerada por el comando dc y se pregunta si contó con el consentimiento de Frei.[12] Se puede responder “sí”. No sólo porque Frei nunca la condenó y denigró a la izquierda en sus discursos. También porque es imposible que no haya dado su asentimiento al contenido de la campaña cuando él recibía personalmente los fondos extranjeros (ver artículos anteriores).
Cabe otra pregunta: ¿Por qué Frei aceptó la campaña del terror y la masiva financiación extrajera, sabiendo que, con el apoyo de la derecha, tenía prácticamente ganada la elección? Sin duda influyeron los objetivos de sus donadores. Ellos requerían, primero, un líder intensamente anticomunista opuesto a todo entendimiento estratégico con la izquierda. Y sólo después reformista.
Al deshumanizar a la izquierda, la dc crea un abismo infranqueable. Se terminan las relaciones pese a las convergencias programáticas. En esa elección, recuerda Ruiz-Esquide, “se rompe la amistad personal entre Allende y Frei” que era muy buena. Así lo constata Radomiro Tomic:
“Tres millones de dólares sabemos ahora que se gastaron en esa campaña, suministrados por la cia. Su único resultado fue destruir la característica tolerancia que hasta entonces había predominado en las luchas políticas chilenas y permitido a una serie de otros gobiernos coexistir en términos aceptables con las fuerzas de oposición. Las semillas del fracaso de la Administración Frei –aislada e incapaz de romper el cerco de desconfianza generado en la campaña electoral– fueron sembradas por consejeros y por dinero foráneos.[13]
Después de la elección, dirigentes dc contactan líderes socialistas con la expectativa de atraerlos y de paso dividir la izquierda. El senador Gumucio insinúa a Allende que un “gobierno dc-socialistas sería muy sólido”. Pero Allende responde que es difícil, pues él prioriza la alianza entre socialistas y comunistas.[14] Esos días se produce el célebre diálogo entre los senadores Tomás Pablo (dc) y Aniceto Rodríguez (ps). “Ahora seremos amigos” dice Pablo sonriendo. A lo que Rodríguez replica enérgico “Eso creen ustedes. ¿No éramos los malos de la película? ¿No dijeron que éramos come-guaguas y que queríamos el paredón? Ahora que terminó la película dicen que somos buenos y nos buscan. ¡No esperen de nosotros ni la sal ni el agua!”[15].
[1]La primera serie de 15 artículos fue publicada en Le Monde Diplomatique entre oct. 2012 y dic. 2013, y en el cuaderno Allende, la UP y el golpe, sept 2013. www.lemondediplomatique.cl/Allende-la-UP-y-el-golpe-Textos-de,5504.html
Artículos anteriores publicados por Clarín:
La carta de Antonio ensalzando el “pronunciamiento” : www.elclarin.cl/web/noticias/politica/23626-serie-de-articulos-sobre-el-periodo-1970-1973.html
Carta del sacerdote Julio Fernándezal capitán Gerardo Hiriart, 29 de noviembre de 1973 : www.elclarin.cl/web/noticias/politica/23671-otra-carta-que-restituye-el-ambiente-despues-del-golpe.html
Notas para la historia: La influencia de Roger Vekemans en la DC:
Notas para la historia: los inicios de relaciones entre la DC italiana y la DC chilena:
Notas para la historia: Frei, una figura continental alternativa a Fidel Castro
[2]Gumucio, 1994, Apuntes de medio siglo, 143-144
[3]Casals, 2016, 276
[4]Descripción del programa basada en Gumucio, 1994, 146-150 y El Gobierno Nacional y Popular, publicado en 1963.
[5]Casals Marcelo, 2016, La creación de la amenaza roja. Del surgimiento del anticomunismo en Chile a la ‘campaña del terror’ de 1964, lom.
[6]Elección de un diputado en Curicó el 15/3/1964. Se esperaba una victoria del candidato de derecha pero gana inesperadamente el candidato socialista Oscar Naranjo, lo que insinúa una posible victoria de Allende en la elección presidencial. Para evitarla, los partidos liberal y conservador se retiran del Frente Democrático, bloque de derecha con los radicales, y dan su apoyo a Frei.
[7]Casals, 2016, 318-321 ; 336
[8]El Foro lo preside Oscar Ruiz Tagle, Javier Echeverría Alessandri y Oscar Rocuant, y entre sus directores se figura Ricardo Claro. Los dos últimos grupos son poco conocidos, hasta hoy.
[9]Agnic, 2008, 236
[10]Casals, 2016, 430 ; 435
[11]Citado por Casals, “Chile en la encrucijada. Anticomunismo y propaganda” (en línea, UAHC)
[12]Gazmuri Cristian, 2000, Eduardo Frei y su época, Ed Aguilar, 561
[13]Tomic Radomiro, 1977, La Democracia Cristiana y el Gobierno de la Unidad Popular, in Chile: lecciones de una experiencia, http://blest.eu/biblio/gil/index.html
[14]Gumucio, 1994, 155
[15]Labarca Eduardo, 1971, Chile al rojo, Ed U técnica del Estado,129